Cuando mis padres y yo nos mudamos a nuestra casa, me sorprendió encontrar muchas fotografías desperdigadas por todos los ambientes de la casa, inclusive en el jardín, halle un par en portarretratos rotos, todas retrataban a un mismo hombre, a veces solo y en otras con compañía, pero siempre él.
Me gustaba la expresión melancólica y distante de su mirada y su sonrisa triste. Creía lógico que los antiguos dueños de la vivienda hubieran olvidado alguna otra cosa adicional, busqué por todos lados, sin embargo, solo hallaba más fotos suyas, recogí tantas que con ellas podría haber relatado su vida, desde que era un niño hasta que llego a la juventud. Entonces me pregunte el por qué dejaron únicamente sus fotos, acaso lo odiaban.
No encontraba motivos para odiar a alguien así, me parecía alguien bueno y con una larga e interesante historia que contar, tal vez hasta dura y triste. Aunque solo podía juzgar lo que reflejaba su rostro, no podía descartar que su personalidad fuera muy diferente a la que imaginaba. Las fotos contaban su historia, una historia sin nombres. No conocía el de "El hombre de las fotos", como lo llamé, ni el de las personas que en algunas de ellas lo acompañaban, y mucho menos los nombres de los lugares en los que salían retratados, así mismo resultaba imposible averiguar la identidad o identidades de los tácitos y mucho más anónimos fotógrafos.
Decidí guardar las fotografías en una caja de cartón. Cada cierto tiempo la sacaba y contemplaba su contenido, me gustaba analizar todos los detalles, como admirar la belleza natural del bosque en la foto que retrataba a él y un grupo de amigos acampando, o la elegancia de la caída del agua en la que salía posando a la cámara y atrás suyo una majestuosa catarata. Sin embargo, mi favorita era la de él en medio de un campo de trigo, mientras que el sol crepuscular bañaba todo de luz.
Pasaron los años, la curiosidad y la intriga siguieron creciendo. En cierta ocasión mientras observaba los escaparates de una tienda vi a un hombre que hacía lo mismo, me costó un poco reconocerlo, era uno de los acompañantes de "El hombre de las fotos", me acerque y empezamos a hablar, fui directo y le conté mi historia. Lo lógico sería que si un completo desconocido te aborda y te relata cómo encontró , ordeno y guardo unas fotos antiguas, de las cuales apareces en algunas simplemente te desconcertarías y te irías, obviando que lo llamarías loco y cosas por el estilo. Pero el solo sonrió y me felicito, me dijo que quería revisar las fotos, concretamos un día y una hora y se marchó. No necesite darle mi dirección, pues claramente conocía mi casa.
El día llego, el misterioso hombre llego a mi casa, reviso una a una las fotos y una vez termino saco un papel escrito, me lo entrego y se marchó sin decir palabra. Contenía una dirección con referencias y un mensaje que solicitaba mi presencia en una hora y fecha concretas. No tenía firma ni destinatario pero sabía claramente quién me lo había enviado. Fui puntual a la cita, siguiendo al pie de la letra lo que decía la nota. No me sorprendió que "El hombre de las fotos" fuera mi anfitrión, pero no puedo relatar la emoción que sentía en aquel momento al saber que el misterio que tantos años tuve, por fin sería revelado. Él se veía muy conservado, si no fuera por algunas canas pensaría que las fotos que encontré hace mucho tiempo se tomaron recientemente.
Pasamos al salón principal y me invito a tomar café con él. Fue entonces que formule la pregunta que durante tantos años hice a sus fotos, al aire, la nada y a mí mismo: ¿Cómo se llama usted? Me dedico una sonrisa , no una triste como la de sus fotos, sino más bien una burlona y me dijo: Las personas aman ponerle nombres a todo lo que los rodea, he escuchado a ciertas personas decir que lo peor que puedes hacerle a alguien es quitarle su nombre , afirman que no puedes conocer bien a algo o alguien si no conoces su nombre, pero yo no pienso así, por eso te pido que me llames por usted y yo te llamare por tú, para referirnos a nosotros mismos usaremos yo, y comenzó a reír.
Al escuchar esto, supe inmediatamente que si mi interlocutor no era muy listo, estaba loco, no sabía con certeza cuál era su estado mental, pero al menos comprendía que se estaba burlando de mí. Le hice otra pregunta que me atormentaba, ¿por qué dejo sus fotos escondidas por toda la casa? Me miró fijamente y con voz grave respondió: Lo hice porque quería saber si existía alguien con la suficiente curiosidad para prestar atención a lo que hice y llegara hasta mí, planifique esta reunión mucho antes de poner en venta mi antigua casa, no estaba seguro de que pasaría, sin embargo la curiosidad es mucho más fuerte que otras cosas y la verdad es que me sorprendió, es una excelente recompensa. Quería comprobar si una persona pondría tanta curiosidad en unas fotos sin conocer a las personas que aparecen en ellas. Aprendiste mucho sobre mí y me conoces mucho tiempo sin nunca haberme visto personalmente antes y sin conocer mi nombre. Si quieres puedo aumentar tu colección con fotos que complementan aún más la historia y las que faltan desde mi juventud hasta el día de hoy, solo pongo una condición: no intentes averiguar mi nombre hasta que yo esté muerto, personalmente no me interesa conocer el tuyo así que sería un trato justo. Acepte su trato, me sentía intrigado, desilusionado y mucho más curioso, todo al mismo tiempo.
El hombre de las fotos se incorporó de su asiento, se acercó a una despensa y saco un grueso paquete, regresó y me lo entregó. Terminamos el café en silencio y al salir de su casa voltee y le pregunte: ¿entonces era usted?, el entendió la pregunta y solo replico: pues sí, soy yo.
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El hombre de las fotos
General FictionCuando me mude a mi actual casa, hace muchos años, encontre unas fotos extrañas. Imaginé que pasaría algo como esto.