Papá:

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Tal vez te entregué está carta o tal vez no, y si lo llego a hacer yo estaré muy lejos de aquí.
Son tantas las cosas que te quiero decir, como por ejemplo, me hubiese gustado que me contarás cuentos por la noche cuando era pequeña, en vez de irte a embriagar y llegar en la madrugada a vomitar todo el escusado.
Me descuidaste mucho papá, siempre que llegabas ebrio dejabas entrar a tus amigos para que se quedarán a pasar la noche. Uno de ellos espero hasta que se quedarán los demás dormidos, y forzó el seguro de mi cuarto para después entrar y hacerme cosas.
Pero es algo que ahora ya no importa...
Me dolió mucho aquella vez en la que me dijiste que todas las cosas que te contaba eran estupideces ¿Sabes? Todas aquellas “estupideceses” para mi tenían sentido, por eso las compartía contigo, aunque ya no lo hice más para no molestarte.
Recuerdo que ese mismo día me diste la golpiza de mi vida por no querer ir a las 12:00 de la noche por  una cerveza, había sangre por todos lados y me pusiste a limpiarla.
Papá... ¿Por qué lo hiciste? A partir de ese día no volví a ser la misma. Eres un ladrón, pero te has llevado algo que ya nunca podré recuperar materialmente, mi luz.
Aquella chica tan risueña y llena de vida murió, la mataste.
Pero mataste algo más dentro de ella, y era el amor tan incondicional que te tenía, que fue reemplazado por un terrible miedo.
Siempre que te encontrabas cerca de mi, comenzaba a temblar. No sabía de lo que eras capas de hacerme o decirme para dañarme.
Pero no todo en esta vida está llena de maldad.
La conocí, tenía los ojos y el cabello preciosos. Me enamore perdidamente de ella, siempre tenía las palabras exactas para darme paz. Ella era el único ángel que podía sacarme de tu infierno.
Hasta que tú la alejaste de mi, amenazándole con matarla.
Y ahí estaba yo, sola de nuevo.
Comencé a auto lesionarme y tú me descubriste, dijiste que estaba loca y que nadie se acercaria a mí por miedo. En ese momento quería gritarte que era tú culpa pero no lo hice, quería que me ayudarás que me dieras un abrazo fuerte y juraras nunca volverme a hacer daño. Pero no lo hiciste. Me arrastrarte por toda la casa de lo cabellos y comenzaste a golpearme con un cable.
Lo siento papá, lo siento tanto, nunca debí de haber nacido, lo siento mucho, no pude ser la hija que tanto quisiste, papá perdóname por favor.

Ahora estoy aquí en el baño, tú estás borracho en tu cuarto duermiendo, no sé si tirar está carta al bote de basura o dejarla bajó de mi, creo que la dejaré bajo de mí, está lloviendo mucho en mis mejillas, lo haré.
Te perdono papi, y si es que hay una vida después de esta espero que podamos vivir felices y me leas cuentos para dormir.

Adiós.

Carta a papáDonde viven las historias. Descúbrelo ahora