Trauma

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Disclaimer: "Los personajes pertenecen a Shinobu Ohtaka"

El día había empezado perfectamente. Kouha no se podía quejar, no lo habían molestado en todo el día para absolutamente nada; técnicamente podía presumir que aquello era un sereno día de descanso. Claro, lo único que no pudo prever fue el incidente que lo dejó sonrojado y con un severo trauma psicológico.

Aquel incidente involucraba a nada más y nada menos que a su media hermana, Kougyoku, y al oráculo del imperio, Judal.

Eran aproximadamente las seis de la tarde y el sol estaba a punto de esconderse en el horizonte.

Kouha se dirigía a paso lento hacia su habitación. Sus hermanos se habían ido por unos días dejándolo a él a cargo del palacio y de sus medias hermanas. Aunque él no tenía demasiados deseos de hablar con ninguna, a excepción de Kougyoku con la que ciertas veces cruzaba palabra.

En el palacio también se encontraba Judal, el oráculo, Kouha podía verlo de vez en cuando volando por ahí; pero tampoco le prestaba demasiada importancia.

Volviendo al tema principal; él les había ordenado a las tres jóvenes que siempre lo seguían a todos lados que se fueran a descansar, mientras le echaría un último vistazo al palacio, asegurándose que todo se encontrara en orden. Pero maldito sea el segundo en que decidió pasar por la habitación de Kougyoku camino a su habitación.

Kougyoku era agradable, pero probablemente creía que ellos compartían cierto parecido debido a la historia de sus madres, y quizás la actitud marginada de ella era lo que le había llamado más la atención; diferente de sus otras medias hermanas que la despreciaban y se dedicaban a hablar de ropa y joyas. Además que Kougyoku había conseguido conquistar un calabozo, lo cual no era poco.

Kouha juraba por su vida que únicamente quería saber si ella se encontraba bien, aunque lo único que consiguió fue traumatizarse de por vida; porque él era capaz de ver litros de sangre chorreando frente a sus ojos y ni siquiera inmutarse o perturbarse, pero aquello que presenció no era, para su desgracia, nada parecido a lo que él pudiera soportar ver.

Cuando cruzó frente a la puerta de la habitación de su media hermana escuchó ruidos extraños provenientes de la misma, y él, como buen hermano, decidió echar un vistazo para asegurarse de que Kougyoku se encontrara bien. Válgase la redundancia.

Kouha hubiera preferido encontrar a su hermana en pleno secuestro o algo parecido, no en pleno... ¡Ni siquiera podía mencionarlo!

―¡J-Judal-chan!

Para cuando escuchó aquel nombre ya era demasiado tarde, él ya se había asomado por la rendija de la puerta y cierta imagen había quedado grabada en su inocente –o no tanto –memoria.

—Cállate, vieja bruja, van a escucharnos.

Demasiado tarde quiso decirles Kouha, pero aquello sólo le traería más problemas.

¡Demonios! A pesar de tener la misma edad él veía a Kougyoku como su hermana menor, y como todo hermano mayor que se respeta no podía dejar pasar aquello. Pero no, su cuerpo se negaba a reaccionar, además de no querer entrar en una situación aún más incómoda.

—P-Pero... Judal... chan, estás siendo brusco.

Mierda, mierda y más mierda.

¡Se había quedado petrificado! Parte de él quería interrumpir y parte de él quería salir rajando tan rápido como el viento.

Cuando escuchó la risa traviesa del oráculo del imperio sabía que tenía que irse, pero no lo hizo y ahora lo lamentaba amargamente.

—Nos vamos a portar mal, vieja bruja.

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