Jungsoo abrió los párpados. A su alrededor reinaba la oscuridad y por el rabillo del ojo pudo advertir un brillo naranja muy débil. Aquel reloj digital marcaba las 6:55 de la mañana, todavía quedaban unos minutos para que sonara la alarma y el pálido esperó a que lo hiciera para apagarla.
Se levantó siguiendo el ritual ensayado de cada día; ducharse, hacer el desayuno y recogerlo todo antes de ir al Hospital. El maletín de piel descansaba junto a la entrada, justo como lo había preparado la noche anterior. Cogió aire y se dispuso a recorrer el mismo camino que transitaba desde hacía ya ocho años.
Salió de su apartamento y se dirigió a la cafetería de siempre, pasando por la floristería de la señora Yeon. Era jueves, por lo que la flor estrella del día debían ser los tulipanes. Giró la cabeza y le agradó comprobar que en el escaparate estaban acomodando las flores, para hacer espacio a las protagonistas de aquel día. Llegó a la cafetería a las 7:35, justo cuando acababan de sacar los bollos del horno. Jungsoo sonrió y esperó pacientemente su turno.
— Buenos días, ¿lo mismo de siempre? —preguntó el dependiente.
— Sí, por favor —contestó el pálido, dejando el dinero correspondiente sobre el mostrador.
— Enseguida —dijo recogiendo las monedas y preparando su pedido—. Por fin deja de llover, tendremos unos días soleados antes de la siguiente borrasca.
— Eso parece —añadió Jungsoo con una sonrisa cortés.
— Es una señal —siguió el dependiente—. Debe de estar a punto de ocurrir algo bueno.
El pálido salió de la cafetería con tiempo de sobra, por lo que decidió interrumpir su rutina y pasar por la biblioteca primero; así no tendría que desviarse más tarde de vuelta a casa. Al cruzar la última calle, y entrar en el recinto de la universidad, subió las escaleras de piedra del exterior a buen ritmo, temiendo encontrarse con algún imprevisto que le retrasara. Desde la cima de la escalinata, pudo ver los oscuros muros que rodeaban la ciudad ya que de ellos dependía su propia seguridad. Admiró su grosor de aproximadamente cincuenta metros en su base, aunque en su cima apenas llegaba a los diez y esta se encontraba a una altura cercana a los trescientos metros. Las medidas variaban ligeramente en algunos puntos de esta. Apartó los dolorosos recuerdos que intentaban acudir a su mente y entró en el edificio.
Había acabado de leer el libro de infecciones tópicas y necesitaba otro volumen con el que entretenerse en la terraza de su piso ahora que el tiempo volvía a ser amable. No había ninguna adquisición reciente que le llamara la atención, por lo que volvió a encargar el primer volumen de la serie sobre problemas respiratorios.
Desde allí se dirigió al Hospital que se encontraba junto a la facultad de medicina, cuando apenas quedaban seis minutos para las ocho. Llegó a la sala de descanso del personal a tan solo unos segundos de que el relog marcara en punto. No había nadie todavía, pero aquello era normal, sólo él llegaba a esa hora.
Se sentó en la silla junto a la ventana y esperó mientras se tomaba el café. Todavía faltaba una hora para la conferencia que se iba a realizar esa mañana, a la cual él debía asistir por orden de su superior, el profesor Kang Hodong. El resto de sus compañeros se encontraban en los pisos superiores, atendiendo a los enfermos. El turno de noche había acabado hace media hora, pero siempre se quedaban unos minutos más.
Mientras, él recogió el desastre que habían dejado en la sala la noche anterior. Ya que la mayoría de internos se quedaban casi todo el día dentro del edificio, solían preparar comidas y cenas para un gran número de gente. Jungsoo participaba en ellas algunas veces, pero no le interesaba mantener relación con personas a las que no consideraba respetables. Aun así, limpió la gran mesa y colocó la basura a un lado, pensando que los demás no estarían de humor para hacerlo después de pasar toda la noche de guardia.
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Al otro lado [Kangteuk]
AdventureAntes solía responder al nombre de Park Jungsoo, vivía en una de las Ciudades y aspiraba a ser cirujano titular en el Hospital Central. Pero todo mi mundo cambió de la noche a la mañana y actualmente me encuentro en mitad de una revolución que amena...