Capítulo 2 (Parte 1)

39 3 2
                                    



— ¿Hay alguien ahí? —preguntó mientras se levantaba del suelo con cautela.

No oyó respuesta alguna, a pesar de estar seguro de que había alguien más en la celda contigua. Esperó en silencio unos segundos y, tras confirmar sus sospechas, notó como su corazón empezaba a bombear sangre descontrolado: desde dónde él estaba podía escuchar una respiración entrecortada que, sin duda, debía pertenecer a un criminal.

Afuera ya estaba completamente oscuro, la poca luz que lograba entrar lo hacía por las pequeñas aberturas en las puertas de metal y solo eran capaces de alumbrar la mitad de cada celda, mientras que la otra parte quedaba en completa penumbra. Justo en ese lugar, era donde se hallaba la otra persona. Por eso no lo había visto al entrar, aunque el otro tampoco ayudó a hacer notar su presencia, ya que no había emitido ningún ruido delante del guardia.

Jungsoo, por el contrario, se hallaba en la parte iluminada de la suya, completamente alerta. Estaba empezando a maldecir al uniformado por haberle encerrado en una celda contigua a la de un delincuente, cuando percibió ese olor; el mismo que había distinguido en el pasillo apenas unos minutos atrás y que le alertó de lo que sucedía en aquella sala. Quizás el pálido no se habría percatado de la presencia de otro aroma más normal o cotidiano, pero aquel lo conocía demasiado bien.

Se acercó cautelosamente a la zona en penumbra y tras adentrarse en ella y dejar que sus ojos se acostumbraran a la oscuridad, pudo reconocer una silueta al otro lado de los barrotes. Esta pertenecía a otro muchacho con una complexión no muy distinta a la suya, que se hallaba retorciéndose en el suelo. Eso explicaba por qué sobre la mesa de aquella diminuta habitación, que frente a ojos de los visitantes pretendía ser un despacho, vio rastros de sangre y una mano humana amputada. El chico al que esperaba haber salvado aún conservaba las dos manos, por tanto, el propietario de aquella extremidad mutilada debía de pertenecer al hombre que sollozaba de dolor a pocos metros de él.

Hacía mucho tiempo que no había visto a nadie con un aspecto tan desvalido y un recuerdo reprimido en su memoria amenazó con hacerle olvidar que aquella persona no se merecía que lo ayudaran. Jungsoo tenía sus propios problemas y ya había alcanzado el cúmulo de estupideces que podía cometer en un mismo día. Había ayudado a escapar al otro muchacho y ahora lo estaba pagando, no necesitaba tentar más a la suerte.

"¡Duele! ¡Hyung, ayúdame!"

La imagen de aquel niño del orfanato surgió de repente desde las profundidades de su memoria. Pudo ver nuevamente las lágrimas, el llanto y esa expresión desencajada en su pequeño rostro.

— ¡Mierda!

Maldijo una y cien veces, pero acabó por resignarse igualmente. Decidió que, si de todas maneras iba a pasar la noche en aquel lugar, tal vez podía permitirse arriesgar su integridad una vez más.

Realizó varios gestos, e incluso se aclaró la garganta, intentando que así el otro reparara en él. Pero no funcionó ya que tenía la vista pérdida y no respondía a ningún tipo de estímulo sonoro. Por suerte, cuando probó a lanzarle el bolígrafo que tenía guardado en el bolsillo de su abrigo, este volvió su atención hacia él. Se sorprendió por la expresión de terror que adoptó su rostro al verlo, parecía estar asustado de él y Jungsoo no se lo reprochaba.

— Tranquilo, soy médico —le explicó arrodillándose frente a él, para adoptar una postura pacífica—. ¿Puedo?

Señaló con su mano el brazo incompleto del preso. Suponía cual era el motivo de su malestar, pero siempre se debe verificar la condición del paciente antes de dictaminar su estado. Esperó pacientemente hasta que el otro extendió el brazo ante él tras considerarlo durante varios segundos, aunque sin dejar de mostrarse receloso.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Sep 25, 2018 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Al otro lado [Kangteuk]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora