•• Until The Winter Sun Rises •• Taekook ••

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          Un nuevo día comenzaba en Silla, pero no cualquier día, era el primer día de la primavera después de todo, algo que JungKook ansiaba hace ya muchas semanas. El chico, de un pelo color cobrizo, ojos oscuros, alto y de buen físico para su edad, jamás había conseguido disfrutar de las épocas de otoño e invierno, le veían obligado a encerrarse en el palacio y dedicarse a labores de aprendizaje: desde el arte militar, pasando por la distribución del gobierno, hasta la escritura tradicional para sus futuras referencias históricas, elementos que alimentaban su curiosidad innata pero que ya le parecían bastante repetitivos. Sin embargo, todo quedaba atrás en cuanto los jazmines comenzaban a mostrar aquel rosa pálido que tanto le fascinaba, la forma en que el sol golpeaba en los pétalos generaba un tinte impresionante en la pared del palacio que daba al patio del lugar, en donde conservaba los mejores recuerdos de su infancia.

          Para tener tan solo 17 años, el chico ya estaba comenzando a ser enlistado como el futuro heredero del reino por orden de sus padres era "su obligación y misión en su vida para pagar todo lo que ellos habían hecho por él", al menos eso le decía todo el mundo que le rodeaba. Una de las grandes desventajas de la situación era que el chico había perdido valiosos años de infancia en donde simplemente se podía dedicar a salir hasta su árbol favorito y sentarse a dibujar, ver nubes, observar el paso del sol por el cielo, todo aquello que los niños de su edad disfrutaban en el reino, pero aquello ya le era definitivamente desconocido, ya había pasado mucho tiempo desde la última vez que había podido disfrutar de aquella forma.

          Al ser el único descendiente de los reyes actuales la vida le era bastante solitaria, no tenía a un hermano con quién compartir sus deseos y miedos, descubrir lo que realmente anhelaba y lo que quería hacer con su vida, ni siquiera un hombro en el cual poder recostar su cabeza y oír cuentos de hadas que le pudieran llevar a otra época; su soledad era la mejor arma de su familia para mantenerle en el camino que podía mantener a Silla en completa cohesión como era hasta el día de hoy. Por supuesto, hubiera sido demasiado sencillo que aquello ocurriera, pero JungKook tenía su propia arma secreta o, mejor dicho, su mano derecha que le ayudaba a descubrirse en la intrincada vida de la Dinastía Jeon.

          TaeHyung, un chico de pelo castaño claro, con ojos oscuros y facciones delicadas, como si se tratara de una escultura en vida, de una estatura regular y que tenía un físico acorde para un campesino, había pasado su vida en una pequeña granja familiar, criado por su abuela luego de que su padre falleciera en guerra cuando el reino se debió de enfrentar a Goryeo años atrás, y su madre terminara por dejarlos a todos al no poder soportar la idea de haber quedado viuda a tan temprana edad. Desde el minuto en que aquella mujer había dejado su vida, el joven se había propuesto ser parte de la Guardia Real de la Dinastía Jeon, con el objetivo único de poder restaurar el honor de su familia y traer así sólo gratitudes a aquella anciana que lo había cuidado toda su vida.

          El entrenamiento para convertirse en parte de la Guardia Real era de los mas extenuantes que podían existir: Aprender a usar aquellas katanas de acero puro con precisión profesional, entrenarse en el arte del sigilo y el camuflaje para poder inmiscuirse en las líneas enemigas en caso de que fuera necesario, desproveerse de cualquier elemento que consideraran personal ya que todo pasaba a ser para sus majestades, y finalmente aprender a esconder todo tipo de emoción y lazo, ya que el único lazo que podían tener era con quien debían de proteger, y la única emoción aceptable era la lealtad, el resto eran elementos distractores, eso decían los escritos antiguos que instruían la preparación de los jóvenes. Obviamente aquella transición fue bastante tortuosa para TaeHyung, después de todo era el más joven de todos los chicos cuando comenzó el entrenamiento a sus 12 años, pero su objetivo era su bencina principal para mantenerse con su motivación.