Un nuevo día comenzaba en el reino, el día que todos los trabajadores sabían que debían de esforzarse aún más si deseaban asistir a la ceremonia anunciada por el rey en honor a su hijo. Aquello significó para JiMin, uno de los tantos granjeros de Silla, levantarse mientras el sol seguía oculto, no poder disfrutar la belleza de la primavera, y empezar sus responsabilidades mucho antes de lo común. Una vez en pie, decidió ir en el mayor silencio posible hasta la cocina del pequeño hogar que compartía con su madre, ahora algo más grande debido a que su padre había sido ordenado de instruirse como militar en caso de una futura guerra.
Aún se encontraba en la transición de un adolescente de diecisiete años al hombre que estaba a cargo del hogar, quien debía de esforzarse al máximo para que su madre fuera capaz de relajarse en su hogar y no sufrir las consecuencias del trabajo duro que implicaba plantar los diversos vegetales, crear los surcos en la tierra ya fertilizada, recolectar aquellos productos frescos que podían ser enviados al reino para su venta; trabajos superiores a los que siempre había realizado, pero de los que ahora debía de hacerse cargo.
Al llegar a la cocina, una pequeña luz de vela le iluminó su camino, algo que no esperaba en absoluto, menos aún cuando su pantalón de dormir era lo único que le cubría debido al calor nocturno que experimentaban en sus viviendas, y pudo divisar a su madre frente a la pequeña cocinilla que habían conseguido comprar con el dinero que les era entregado como remuneración por el trabajo de su padre. Un suspiro leve salió de sus labios, algo que hizo girar a Baek JiYoung de inmediato, para sonreírle a su hijo en un intento de no preocuparlo.
- Pensé que aprovecharías de dormir un poco más antes de levantarte madre - Un tono monótono se ubicaba en la voz de JiMin, algo bastante normal en su forma de ser - Se supone que este es el único día de descanso que tendremos.
- Lo sé, pero no podía que fueras a trabajar sin alimentarte como corresponde. - Su madre se mostraba preocupada por el estado de su hijo, el hecho de que aquella frialdad siguiera siendo parte de él le tenía dolida, se sentía culpable por ello.
- Ya puedo cocinarme solo, ahora vuelve a dormir ¿Está bien? - Dio un leve beso a su madre en su mejilla, para luego ubicarse frente a la cocina y continuar con la preparación.
JiYoung deseaba seguir la conversación, explicarle a su hijo que esta era su forma de demostrarle el cariño que jamás pudo entregarle como correspondía, de cuidarle como siempre merecía, de darle su amor como deseaba desde un comienzo, pero ya era demasiado tarde, y era consciente de ello, la esperanza de que su corazón volviera a entibiarse se desvanecía cada segundo que el chico pasaba despierto, y no había más que esperar y rogar que algún día el destino cambiara aquella frialdad por una calidez que ni su hijo esperara.
JiMin no tuvo mucho que hacer para terminar las preparaciones del desayuno: La tetera estaba a punto de hervir y su madre había ya preparado dos rebanadas de pan simples. Al buscar por algo para poder comer el pan, se dio cuenta que aquellas rebanadas eran las últimas que quedaban en el hogar, por lo que decidió guardarlas de nuevo en su lugar; a pesar de su frialdad, su madre siempre ocuparía un espacio especial en su corazón, aunque ella pensara lo contrario, y si no comer significaba que su madre podría alimentarse como corresponde entonces él lo haría día tras día. Tomó su taza de té de hierbas y se sentó en la escalera de salida de su hogar, observando con tranquilidad el cielo oscuro que aún cubría al reino.
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•• Until The Winter Sun Rises •• Taekook ••
Hayran Kurgu«Pero no podía seguir con aquella mentira, no podía casarse con la hija del reino vecino, tenía que ser honesto con lo que sentía: Era su Guardia Real, era Kim TaeHyung, quien tenía su corazón.» Jungkook era un chico de diecisiete años que era el ún...