Los hombros de Subin se le hacían apetecibles al pelirrojo. Gustaba de recargar su cabeza en ellos durante los largos viajes en auto que debían de hacer a diario.Subin callaba en silencio que él disfrutaba de igual manera la cercanía de su hyung. Las cosquillitas suaves que viajaban por sus clavículas culpa de la respiración tan calma del contrario.
Cómo seguramente los lectores sabrán, los dos juntos eran un dúo peculiar. Muy extraño para ser común, y poco convencional para entrar en los estándares de una amistad sin más. Y es que a pesar de lo ambiguo que cualquier persona cuerda, con dos dedos de frente pudiese ver en ellos, tenían una relación inquebrantable. Mantenían un lazo tan fuerte como el turrón añejo.
Se asemejaban a unos pequeños bebés en busca de calor, cobijo, e inclusive amor fraternal.
—Hyung, ¿Te dormiste?— Inquirió el menor pinchando una de sus mejillas esperando recibir alguna reacción. Nada, su respiración seguía siendo calmada y constante.
Bufó. Por algunos segundos se le cruzó por la mente despertarle con cosquillas o salpicarle el rostro con el agua helada que le quedaba en su termo. Desechó la idea al instante, no quería enfrentarse a la furia de alguien perteneciente a Seúl.
Lo dejó estar, resignandose a observarle dormir en su hombro. Se cuestionó en su cabeza sí los labios de Hanse siempre habían sido así de rosas, strawberry pink.
Sus clavículas se marcaban expuestas gracias a la fina y escotada camisa de satén. ¿En qué estaba pensando su hyung cuándo decidió salir así?, se preguntó para sus adentros. Tendría frío,podría enfermarse.
Con todas esas preocupaciones inquietando su mente, tomó la sábana que lo cubría a él para pasarla por encima del contrario, envolviendolos a los dos bajo el tibio manto.
El cuerpo de Hanse se movió en respuesta, acercándose más al pequeño cuerpecito de Subin. Sus brazos rodearon el cuello del menor y su cabeza reposó con suavidad sobre su pecho, muy cerca de donde el corazón del castaño estaba bombeando frenéticamente.
¿Qué era esto que estaba sintiendo?
—¿H-Hyung?— Balbuceó sonrojado hasta las orejas. Lo poco que recibió de su parte fue un leve bostezo que puso sus pelos de punta.
— Subin-ah. Cómo sigas moviéndote acabaré por morderte.—El simple pensamiento de los dientes del mayor hundiéndose en su piel le causó escalofríos.
Aquello no le parecía del todo una mala idea.
—No era esa mi intención, hyung.—Se disculpó apenado. Al bajar la mirada se percató que las clavículas de éste se marcaban peligrosamente instándole a besarlas. Tragó saliva, un arrebato le hizo mirar al pelirrojo con semblante serio y plantarle cara.—De todas maneras, ¿Qué diablos estaba pensando al salir vestido de esa forma?
Hanse sopesó la pregunta con cierta curiosidad. Observó el entrecejo del menor fruncido por el enfado, e inclusive a sus labios pequeños y rosas realizando un imperceptible puchero el cual no pasó desapercibido por él.
—¿Estás enojado porque haya salido así o te molesta que te haya gustado?—Inquirió con voz siseante y atrayente.
—Ambas.— Confesó sin pensar. Unos segundos después pareció darse cuenta de lo que había dicho y nervioso intento arreglar su desliz. —N-No, y-yo...
El pelirrojo sonrió pícaro y juntó más sí se podía su cuerpo contra el tibio de su dongsaeng. Ronroneó como un gatito al restregar la punta de su nariz detrás de la oreja del castaño.
A Subin le sacudió un escalofrío.
Sentía sus orejas rojas y su garganta seca, quería decir algo, lo que fuera —sin embargo— no tenía previsto que lo que se escapase de sus labios fuese un ahogado suspiro de placer.
—¿Sabes, Subinnie?,Me gustan las cosas tiernas y pequeñas, que me hagan despertar mi instinto protector para sólo mimarlas, cuidarlas y resguardarlas bajo mi manto.
—A mi también me gustan. —Masculló en un tono bajito, con miedo de hablar muy alto y que el mayor lo sometiera una vez más bajo sus encantos.
Tendría que haber sabido que él, aún así, haría lo que le viniera en gana.
—Quizás por ello es que te gusto tanto.—Aseguró divertido. Los ojos de Subin se abrieron de par en par anonado por la afirmación.
¿Él realmente había dicho eso?
Pum, Pum.
Su corazón latia desenfrenado. El calor se acumulaba en sus orejas haciéndole arrugar su naricita de manera nerviosa. No quería pensar en eso, pero, su mente lo había llevado a recordar lo terso y rosa que los labios de Hanse se le antojaban.
Pum, pum.
Allí estaba otra vez.
Sus recuerdos se detuvieron unos largos segundos en lo cómodo que se sentía sostener el cuerpo del mayor contra el suyo mientras dormitaba ajeno a su alrededor.
La temperatura, los suaves latidos, el cosquilleo placentero que su respiración creaba sobre su cuello.
Hanse analizó al de hebras castañas por un largo tiempo, siendo partícipe de todas las emociones por las cuales estaba pasando.
Confusión, asombro, negación, asimilación.
Todas esas sensaciones fueron lavadas por los labios de Hanse acariciando los delgados belfos de Subin.
— Esta camisa me la coloqué para ti, Subin-ah. Me alegra que te haya gustado.— Admitió relamiendo sus labios y saboreando el bálsamo de vainilla que Subin siempre usaba.
Todo siguió su curso completamente indiferente a lo que dos chicos estaban sintiendo al final de un automóvil.
Todos a excepción de Hanse y Subin, quienes parecían más interesados en probar ciertos labios strawberry pink.
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(✧) chemise;; hanbin
FanfictionSubin parece detestar lo malditamente irresistible que Hanse se ve con esa camisa escotada. -Victon OS. -Hanse x Subin. -Fluff. -Shipp inspirada en versátil team.