El día en que te conocí, sentí tan bien, solo pensé en cómo podía cambiar mi estado de ánimo tan rápido, hablamos por días, era un tanto irónico que yendo a la misma universidad nunca te había visto, y tú a mí tampoco, quizás eso era una señal, quizás nunca debimos conocernos.
No sé qué hice, para que te enamoraras tanto del desastre de persona que soy, solo fui yo misma cada día, tan bipolar, tan dramática, tan sensible, tan yo, solo alguien con tus superpoderes podría pasar el día a día con alguien como yo, me encantaba cada vez que estábamos juntos hacíamos cualquier tontería y era genial, pero no estaba acostumbrada a que me acumularan de mensajes, todo el día, eso era nuevo para mí.
Fuiste el primero en muchas cosas, en regalarme rosas, el primer mes, un día demasiado especial, el primero en escribirme cartas, en demostrarme con cada detalle y con tu tiempo cuánto me amabas.
La vida tan irónica, porque en ese momento, ya me había vuelto fría y distante de esas cosas, ya no era más la niña que a los 16 moría por qué le escribieran, porque todo era así tan injusto, me odie por no corresponder a ese amor que tú me dabas.