PREFACIO

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Un hoyo de color negro estaba delante de ella hace más de quince minutos, pequeños destellos color rojos bordeaban el agujero. Aún no entendía como lo había hecho aparecer delante de ella, tampoco entendía como es que había llegado hasta aquel punto, pero no es como si quisiera averiguarlo en aquel momento. Su mera existencia en aquel lugar era aburrida, podía quedarse mirando aquel agujero por un largo rato y no perdería tiempo...

Tiempo.

Es lo único que le sobra, desde que su cuerpo humanoide llegó a la etapa adulta, quedó estancada en aquella forma. Por más de que trataba de intentar crecer o envejecer, no podía. Pasó mucho, pero mucho tiempo, para que se diera cuenta que en esa forma se quedaría. Sin embargo, no se opuso a tal destino, con el pasar de los días, decidió investigar aquel lugar en donde habitaba. Aprendiendo mucho sobre su especie y su cultura, todo esto pasó hasta que creó aquel agujero negro.

―Debes entrar.

Una voz gruesa y varonil se escuchó detrás de ella, mas no volteó por estar  atenta hacia los brillos que emanaba aquel portal.

―¿Qué es eso?

―Tú lo creaste, ¿Qué crees que sea?

―Entonces si no sabes lo que es, ¿Por qué me dices que entre? ―esta vez giró y se encontró con un hombre con ropas oscuras y su cabello medio canoso, lo más peculiar de él era el brillo que emanaba en su ojo izquierdo o el brazo metálico. Quería preguntar qué le pasó para que acabara así, pero se abstuvo de hacer algún comentario.

―Porque no puedo hacerlo yo, es tu destino cruzar.

―¿Qué hay al otro lado? ―preguntó ahora curiosa por saber qué pasaría si cruzaba el agujero.

―No se sabe con exactitud, puede ser cualquier lugar.

Ella asintió y se levantó del suelo para acercarse más al portal, cuando estuvo un poco más cerca de esta pudo detallarla. Destellos leves de un color morado salían de aquel agujero, a veces le impresionaba las cosas que podía crear.

―¿Estaré bien? No... me pasará nada malo, ¿Verdad?

―Nadie puede dañarte.

Miró por un momento el lugar en dónde había vivido por aquel tiempo. ¿Lo extrañaría?, el único ser vivo en aquel planeta era ella. Lo curioso de este planeta fue quien la crió, pues sí, el planeta tenía vida. 

―Volveré por ti. ― habló en un pequeño murmuro, puesto que estas palabras eran dirigidas a su planeta, la cual le vio crecer.―¿Cuál es tu nombre?

El hombre hizo un amago de sonrisa, no es que mostrara muchas veces sus expresiones de alegría pero ver algo inocente, esperando conocer más de aquel universo, era algo que no se veía todos los días.

―Nathaniel, ¿Qué nombre usarás?

Antes de seguir con su camino pensó en su pregunta, pues no esperaba aquella pregunta,  no es como si le importara tener un nombre pero al parecer era importante.

―No lo sé... creo que lo veré en algún momento.

Mostró una pequeña sonrisa y caminó hacia el portal con total confianza. El hombre solo veía como ella ser iba de aquel lugar y como el planeta se apagaba sus colores al saber que su única habitante había decidido irse.  




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PRÓXIMO CAPITULO: 30/08/2018





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