Half Toast

321 49 95
                                    

El primer recuerdo que tenía Kim Taehyung de su infancia era el de su padre trabajando con el pan.

Taehyung no debía tener más de cinco años el día en estaba sentado en un pequeño banquito de madera observando fascinado como su padre amasaba con destreza la gran bola de masa que estaba en el mostrador frente a ellos.

—¿Cómo le haces, papá? —preguntó hipnotizado por el elegante movimiento de las manos de su padre.

—¿Hacer qué? —preguntó su padre sin dejar de amasar.

Eso.

El hombre dejó de amasar y volteó a verlo, sonriendo al ver la fascinación en los ojitos de su hijo.

—¿Te refieres al pan, hijo?—ante el asentimiento de Taehyung, inquirió—: ¿Quieres intentarlo?

¿Qué si quería? ¡Claro que quería! Su padre rio entre dientes ante su reacción y lo subió a su regazo para que pudiera alcanzar el mostrador. Cubrió sus manitas con las suyas y empezó a moverlas.

—Debes hacerlo con lentitud pero con fuerza, ¿entiendes? Cuida el movimiento de tus manos. No, no, evita apretar la masa contra la mesa —le empezó a dar indicaciones el hombre.

Taehyung prestó suma atención a todo lo que le indicaban y mordiéndose el labio inferior para poder concentrarse, empezó a imitar los movimientos suaves de su padre, guiado por las manos de este, y antes de que se diera cuenta ya lo estaba haciendo por su cuenta.

—¡Mira, papi! ¡Lo estoy haciendo solo! —exclamó con una gran sonrisa.

—Excelente, campeón —su padre le despeinó el cabello con cariño—. Serás un gran panadero.

—¿De veras crees eso? —preguntó emocionado el chico.

—Claro que sí. Solo es cuestión de que crezcas y verás que tengo toda la razón del mundo.

Habían pasado más de diez años desde ese día y Taehyung tenía que concederle la razón a su padre. Aunque no era el mejor panadero del mundo, podía considerarse uno bastante bueno; algo de esperar considerando que había pasado toda su infancia y adolescencia al lado de su padre aprendiendo más y más sobre el arte de hacer pan.

Prueba de sus habilidades era la forma en que mantenía a flote la panadería familiar él solo después de que su padre lamentablemente hubiera fallecido tras una efímera pero mortal enfermedad. Taehyung lo extrañaba montones y por eso mismo había jurado mantener viva la memoria de su querido padre consagrándose al oficio que le había enseñado y que al final del camino le encantaba. Es decir, ¿cuánta gente podía decir que se ganaba la vida haciendo lo que le gustaba?

Y no solo era afortunado por eso, sino también por tener la panadería en una locación excelente. El lugar se ubicaba en una tranquila y pequeña calle llamada Bangtan donde solo había comercios, que iban desde un banco a una florería. Pero sin dudas, el más interesante de todos era la estación de policía que se ubicaba al final de la calle. El tener una estación de policía a tan solo unos metros inspiraba gran seguridad y Taehyung lo podía comprobar al nunca registrar ningún incidente violento en su negocio más allá de un hombre iracundo porque se acabara su pan favorito antes de que pudiera comprarlo.

La panadería de Taehyung de hecho era tan buena que era usual que los dueños de los otros negocios cercanos compraran pan para ellos o sus empleados. Y eso incluía a la estación de la policía.

Y era ahí donde entraba Jeon Jungkook, o también conocido como la debilidad absoluta de Taehyung.

Taehyung lo había conocido cuando ambos tenían apenas dieciséis años. En ese entonces Jungkook era un mero pasante en la estación de policías y entre sus numerosas tareas, incluía ir a la panadería a diario a comprar un kilo de pan de nuez, que al parecer era el predilecto de los superiores de Jungkook. Taehyung, que en ese tiempo también solo era un ayudante de su padre, era el encargado de atenderle y al ser los únicos jóvenes empleados en la calle no tardaron en hacer una conexión; conexión que se reforzó al darse cuenta que compartían varios gustos y aficiones.

Half toastDonde viven las historias. Descúbrelo ahora