¿No te gusta la oscuridad?

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Seis de la mañana, como cada día mi móvil comenzó a emitir el ruido para que despertara, al instante estiré mi mano hasta la cómoda al lado de mi cama y, con los ojos aún sin abrir apagué la alarma, coloqué la almohada sobe mi cabeza y quedé en cama sin mover músculo alguno. Al rato, volvió a retumbar a mis oídos el timbre del celular, fue ahí cuando decidí tomar mi teléfono y desactivar el sonido del mismo, estiré mi cuerpo y con pereza me levanté de la comodidad para comenzar un nuevo día. Me duché, vestí y desayuné, miro la hora en mi reloj de mano y veo son las siete con trece de la mañana, cepillo mis dientes, tomo mi bolso y abro la puerta de mi casa para salir de la misma no sin antes despedirme me de mi madre aún adormilada por el cansancio, me tocaba estar otro día en la Universidad, aquella mañana haría mucho frío al igual que en la noche, así que procuré llevar un gorro de lana y una chaqueta, ya que llegaría tarde a casa avisé a mi mamá porque odio me llamen cuando estoy fuera. Pensé sería un día como cualquier otro, nunca me esperé los acontecimientos que ocurrieron al volver.

La noche anterior olvidé cargar la batería de mi teléfono, solo tenía un 60% y debía aguantar todo el día con eso, no me importó y conecté mis audífonos para no aburrirme tanto en todo el trayecto de una hora y veinte minutos que demoraba en llegar a la Universidad.

Aquel día terminé agotado, eran cerca de las diez de la noche y lo único que quería era llegar a casa, tomé el transporte que iba con pocos pasajeros, me senté en el último asiento del autobús, conecté mis audífonos y como siempre, escuchaba las mismas canciones con las que viajé en la mañana, mirando el mismo paisaje de siempre por la ventanilla, hasta que, en algún punto del viaje mis ojos se cerraron sin haberme dado cuenta, para cuando desperté no había nadie en el autobús, miré a través del cristal y el paisaje era diferente, tomé el móvil pero no le quedaba batería, fui escuchando música todo el viaje por lo cuál consumió toda la carga, toqué el timbre de la puerta trasera del bus, el chofer se detuvo y las puertas se abren de par en par, cuando bajé, sentí un frío que me calaba hasta los huesos, pero, no me quedó más remedio que caminar por la vereda, al lado mío había una parcela llena de arbustos y plantas con algunos árboles, al otro lado un par de casas derrumbadas y abandonadas, el lugar era tétrico y se le congelaba la sangre al más valiente caballero, mientras caminaba iba colocándome el gorro de lana y la chaqueta que había sacado en la mañana, era muy tarde y no había ya transporte, además como era una ciudad pequeña tampoco habían coches particulares en las calles, el silencio fúnebre del ambiente era intenso, no escuchaba nada más que mis propios pasos, para empeorar la situación el alumbrado eléctrico no era de lo mejor y los focos de los mismos parpadeaban, incluso se apagaban a ratos, solo me quedaba caminar, no sabía qué hora era ni en el lugar donde estaba, en algunos instantes no escuchaba mis pasos pero sí podía oír los propios latidos de mi corazón, sabía que no había nadie cerca de mí en ese momento, pero, esperen, escuchaba pisadas, no eran mías, cuando me detenía, esas pisadas igual lo hacían.

̶ ¡¿Quién anda ahí?! ̶ Pregunté exaltado.

No tuve respuesta alguna, seguí mi camino pero aún escuchaba las pisadas junto a las mías, de pronto, oí un sonido en los arbustos como si algo muy rápido se estuviera escurriendo entre ellos, corrí en línea recta, no me iba a detener, escuchaba como entre los setos esa cosa me seguía, las pisadas que había notado se estaban acercando más y más, gritar no me serviría de nada, nadie escucharía, aquel lugar ha estado abandonado desde hace mucho tiempo, mis piernas no daban más pero no quería detenerme, algo dentro de mí me decía que debía seguir huyendo, pero, al ser alguien que jamás hace ejercicio, mi resistencia era poca y terminé agotado, casi sin poder respirar. Llegué hasta un cruce de caminos y vi el nombre de las calles en un rústico letrero. "Llacolén", "Av. Werner" y "Enrique Molina", el último fue por donde vine, recordaba que por "Av. Werner" podría llegar a casa, pero no fue mi mejor noche, no habían luces que iluminaran mi camino, sin siquiera un destello que me ayudara a continuar, el móvil sin batería, mi propio cansancio de haber corrido, la única compañía que tenía era el silencio y el frío de la noche, la luna se había oculto detrás de las espesas nubes, así que no tenía otra alternativa que caminar a oscuras.

Comencé a escuchar voces, espera, ¿voces? Pero, ¿De quién? Se supone estoy solo y nadie anda por las calles a estas horas, ¿Será producto de mi imaginación? Tal vez, ando demasiado tenso, me dije a mí mismo agitado mientras mi cuerpo apenas respondía a lo que mi mente mandaba. Caminé intentando no escuchar ya nada, me sentí observado y comencé a correr hasta que de pronto, un destello de luz aparece a unos metros delante de mí. ¡Al fín! Me dije algo aliviado, seguí corriendo y sin notarlo tropecé con un bulto, algo así como un saco lleno de arena y caí al pavimento. Sin poder levantarme algo tomó mis pies y sentí un pequeño piquete en la nuca.

Si... Algo en la nuca, un golpe que podría haberme matado, sangré por todos lados, mis piernas, mis brazos, mi cabeza e incluso mis labios. Ahora me encuentro sentado y atado en una silla que se encuentra en una sala oscura con un televisor en frente viendo cada paso que di durante ese día, mis ropas están hechas harapos, mi bolso no lo encuentro por ningún lado. Al costado izquierdo hay un cristal, como un espejo y puedo divisar levemente una cámara de seguridad en una de las esquinas de la habitación, solo por la pequeña luz roja que está parpadeando. Siento como una puerta detrás de mí comienza a abrirse lentamente, no puedo ver, nada, mi cabeza no gira, me estoy desesperando y quiero solarme estas amarras que no dejan moverme. Pisadas, escucho pisadas que se acercan a mí, son las mismas pisadas que oí mientras iba de camino a casa, se detuvo, se detuvo detrás de mí, escucho la respiración de esa persona que acerca su cabeza a mi oído y con su mano peluda toma mi hombro, que me dirá, que cosa por Dios.

Duerme por siempre y aliméntame con tu tierna carne, pequeño...

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⏰ Last updated: Jul 10, 2018 ⏰

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