C a p i t u l o: 3.

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Entre la espada y la pared.

Por alguna razón, pude sentir su alma quebrarse poco a poco, sus piernas le temblaban y terminó de rodillas, es miedo, pero... ¿Tendrá miedo de que yo muera? No debería, aún no, mientras tenga ganas de avanzar no perderé fácil, mi papá esta allí en algún lado, él me espera, lo voy a buscar...
Sin mas nada, eché el brazo derecho hacia atrás para así lanzar la piedra, pero antes, un campo de energía invisible salió de mi, no puede ser sentido pues esta en un campo distinto al que se mira, prácticamente otra dimensión, abarcando todo dentro de los diez metros de cercanía, sin dudarlo, es un gran logro pero me agota, así que debo ser rápido si quiero salir de aquí con vida.
Lancé la roca, pude sentir mediante la energía como esta va cortando el viento, quebrantando las barreras del sonido creándose un estruendo que alertó a los pequeños pero para entonces ya era muy tarde la roca ya había alcanzado a uno de ellos.
— ¡Hum! — Verónica se volvió a parar, aquella roca había sido modificada por mi, después de todo en eso consiste mi poder, es mil veces mas pesada por ello, varios dientes rojos caen al suelo además de la criatura.
— Ahora, es hora. — Iba a empezar a correr, pero sentí a alguien corriendo hacia mí, cuando volteé solo pude ver el reflejo, Verónica finalmente en acción, sus piernas se ven diferentes, están monstruosas, verdes y mucho vello, es como si su anomalía consistiera en la modificación corporal para ganar habilidades, en este caso mucha velocidad, rápido alcanzó los dientes rojos, pero no pudo avanzar, una cola gruesa y muy dura la golpeó enviándola hacia su parte derecha lastimándose así el pies izquierdo.
—¡Veronica! — Grité, pero solo logré llamar la atención de la criatura, no parecía tan grande como los de la orilla pero si es similar, posiblemente es la reina de la manada, estoy en problemas.
No puedo moverme libremente, el truco que hice me costó mucha energía, aun así puedo hacer algo para mantenerla entretenida en lo que Verónica escapa con los dientes.
— ¡Huye, lleva los dientes! — Le dije, escondiendo lo asustado que realmente estoy, no quiero morir, pero al parecer no hay opciones, solo tratar de sobrevivir, estoy entre la vida y la muerte ahora mismo.
— ¿Estas loco? Ven conmigo, te matará. — Dijo ella.
— No tengo salida, vete. — Le respondí.
Entonces, un rugido fuerte llega hasta el dolor, la reina aquella demuestra su enojo con el peor de sus llantos, después de todo matar uno de sus hijos no fue buena idea.
Sin más, se balanceó hacia mi dirección tan pronto que solo pude verme abrumado por sus fauces, ahí estaba al punto de morderme pero para cuando cerró su hocico, yo no estaba allí, use nuevamente mi anomalía para intercambiar mi posición por la de uno de sus hijos, pude escuchar el llanto de la pequeña criatura mientras sus huesos iban destrozándose uno tras otro.
Caí de rodillas, mi vista se nubló, mis fuerzas parecían irse hasta que escuché esa voz. — Despierta, tenemos que irnos.— Verónica, ella se asomó hasta donde estaba, esta vez no solo sus pierna sanó pero sus brazos también habían cambiado, me tomó del hombro y me ayudó, así me levanté y empezamos a correr hacia los árboles, pronto, aunque no tanto, aquella criatura nos estaba alcanzando, claro que si Verónica quiere solo usa su gran velocidad y me deja atrás, pero no, aún sigue conmigo.
— ¿Que fue eso?— Un sonido fuerte asustó a la reina, cual se detuvo y pronto retrocedió.
— Es el crucero, ya esta en la orilla.
Debemos apresurar el paso. —
Dijo, así juntos seguimos corriendo hasta que vimos la orilla así como también a esas bestias corriendo hacia nuestra dirección mas no hacia nosotros, aunque igual nos dio mucho miedo, el crucero ya se estaba retirando, pensé que nos habíamos esforzado para nada, hasta que sentí la mano de Verónica sostenerme del cuello desde por detrás, para así lanzarme hacia el crucero, por un momento pensé que iba a morir pero la llegada fue confortable, dos de nuestros compañeros me agarraron y detuvieron mi caída, mas tarde Verónica llega mediante un salto cayendo firme sobre sus pies, cuales empiezan a volver a la normalidad, sorprendiendo a muchos.
—Anomalía Biológica. —  Dijo uno de los que me agarraron, solo habían dos, deberían estar los cinco completos ¿Que pasó con el plan? Los ojos de todos se abren cuando de las manos de Verónica caen los dientes, rojos, brillantes, cuatros en total, cómico, ya que solo somos cuatro, que coincidencia ¿Verdad?
— ¿Y los demás? —
Pero ninguno respondió, solo echaron sus miradas hacia el suelo con algo de tristeza, solo así entendí lo que realmente ocurrió.
— ¿Por que no se quedaron en la orilla? — Ellos regresaron su mirada.
— Lo hicimos, pero las criaturas atacaron con espinas los que no tenían anomalías no sobrevivieron a la lluvia venenosa. —
Nunca entendí la razón por la cual alguien sin anomalía se metería en estas cosas es como un suicidio.
Los que quedamos tomamos un diamante cada uno y nos dirigimos hacia los guardias quienes sorprendidos nos miran, no pueden creer que lo hayamos logrado tan rápido, es un nivel bastante peligroso, la mayoría se tarda meses.
— Me han sorprendido, no solo se han mantenido vivos, pero también han descifrado el acertijo, ustedes cuatros pasan al siguiente nivel. — No se si reír o asustarme, el siguiente nivel debe ser aun mas difícil pero igual tenemos que avanzar.
Por un momento, Verónica se me queda mirando desde lejos y luego desaparece después de una puerta así que decido seguirla, camino rápido hasta llegar, la veo echada en el suelo agarrándose las rodillas.
— ¿Que piensas de mi anomalía? — Parece que no le gusta, lo puedo notar por su pregunta así que debo ser cuidadoso con mi respuesta.
— Increíble, no había visto una anómalo así, prácticamente puedes modificar tu cuerpo, tienes una buena anomalía. —
Ella sonríe y se echa a un lado, así que me senté justo cerca de ella.
— Prácticamente, puedo absorber energía del entorno para modificar mi cuerpo, es como una versión avanzada de los que pueden volverse piedra o metal.—
Que sorprendente, nos quedamos mirando después, sin decir nada, ella exploraba mi figura y yo la suya mientras ambos torsos se acercaban lentamente, hacemos nada los centímetros que nos separaban y nuestros labios se unieron en un fuerte beso luego un abrazo, la sentí suspirar cerca de mi cuello...
— Todo estará bien. — Dije, ella sonrió y apretó un poco más el abrazo, por alguna razón quedé dormido al instante...

Fin del tercer capitulo.

El nivel 30.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora