Parte única

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  Hasta donde sabía todo mundo estaba al tanto de que a él se le aflojaba bastante la lengua estando ebrio. Por eso no meditó mucho salir con su mejor amigo a un bar, incluso con el pedido explícito de «Vamos a beber» de su parte. Porque no pensó que, de todas las personas que le conocían, al que se le olvidaría (quizás convenientemente) ese detalle importante fuera a él. Y quiere maldecirlo (decirle en mil idiomas lo idiota que es) cuando le ofrece una bebida y no acepta un no por respuesta, y más cuando se escuda tras la música fuerte que inunda todo. No es como si no le gustase la música, si él hasta compone junto con su maldito mejor amigo. Pero no le gusta en estas circunstancias, con toda la gente arrebatándole el aire en ese lugar cerrado y estrecho, no le gusta por el olor a sudor que se mezcla con el de perfume, y menos le gusta porque se siente pequeño y desencajado, incluso asustado. Y no sabe qué diablos le paso a Jewook para llevarlo hasta ahí, siendo que él sabe mejor que nadie de su miedo a la gente, de lo que le asusta lo que piensen de él.

─¿Sabes? .─Captó su atención su mejor amigo─. Esa chica de allá te está viendo.

No quiere mirar porque quizá la música le hizo entender mal, o sólo es una mala broma. Pero no puede evitarlo y levanta la vista; puede verla entre las personas porque sobresale, y aun con las sombras que se proyectan en ella puede verla brillar, y mejor cuando las luces que titilan se posan sobre ella. Es hermosa, puede verlo fácilmente, pero hay algo más en sus ojos profundos que le incitan a no mirar más allá, porque pasaría rápidamente a ser como los demás.

─Te mira a ti ─objeta, y su amigo le golpea.

─La he estado viendo pero no me presta atención ─confiesa, y le molesta y alegra al mismo tiempo la situación─, es a ti. Ve a hablarle.

No puede hacerlo, aunque quiera. Y es que se ve tan imponente e indomable como si no pudiese siquiera respirar el mismo aire sin ser decapitado por una multitud que la protege de todo, tal como a una reina. Porque es lo que parece, con el cabello negro, largo y ondulado, o con ese vestido rojo y ajustado que delata sus curvas, pero él no puede verlas por timidez y porque es incapaz de ver algo más que sus ojos.

Toma un trago (y la verdad no repara en qué es lo que se tomó, pero qué más da) y respira hondo, el efecto viene más rápido que los primeros rayos de luz de sol tocando la superficie de la Tierra. Se marea un momento, donde pierde de vista las luces y la gente, la música se oye distante, como encerrada en una habitación bajo llave. Sólo puede verla a ella junto con sus amigas que parecen no tener rostro.

 ─Oye, cálmate .─Jewook le advierte, y Hyukwoo ríe porque está ebrio y le causa diversión que quien originó el problema ahora lo regañe.

Lo calla poniendo un dedo sobre sus labios y parece bien dispuesto a levantarse e ir a proponerle bailar a la chica de sus sueños pero su amigo toma el papel de responsable, por una vez.

─No deberías ir así y lo sabes.

No resuenan en su cabeza por más de una vez sus palabras, porque se le escapa de las manos y de su capacidad de comprensión actual. Sólo piensa en ella y en cuál sería su nombre. Por eso se pone de pie, aunque pierde el equilibrio y cae. Nadie, más que su amigo y ella, se está riendo por eso se levanta como si nada, con una sonrisa ganadora. Aunque es más un intento deforme de conquistador.

─Hyukwoo no deberías ─opina otra vez el más bajo, que lo sostiene del brazo. Él deshace su agarre apartándose mientras ríe, Jewook parece una madre.


Decidido a irse (y cuando por fin su amigo deja de insistir en su futuro bienestar mental) da un paso que termina en tropiezo. Maldice y sigue a paso lento esta vez, con un andar raro al que ya nadie le presta atención, pues Jewook se fue a lo suyo. Entre pedidos a la multitud de que se hicieran a un lado, Hyukwoo llega a puerto seguro. Es más majestuosa todavía frente a sus ojos, a escasos metros, y no conforme con eso, ella sonríe.

─¿Ves? ─dijo una chica, era delgada y rubia. No pudo obtener más que esa breve descripción de su persona por el alcohol y las luces inquietas del bar─. Te dije que vendría, Byul.

─¿Debería pagarte? ─respondió otra joven, era igual de delgada y más alta que todas allí.

─Tú sabes que sí ─obvió la otra─. Un beso, como acordamos.

Hyukwoo estaba tan perdido que no sabía qué hacer, y es que se preguntaba si acaso verlas besándose estaría catalogado como ser un pervertido y era mejor no hacerlo para no espantar a nadie.

─Ya, chicas, que es el turno de Hyejin ─habló otra, no pudo prestarle mucha atención cuando escuchó aquel nombre. Era más perfecto de lo que imaginó, y al verla pensó que encajaba demasiado con ella.

─¿No te presentarás? ─habló la rubia─. Nosotras somos sus amigas, tú sabes. Yo soy Yongsun ─se presentó y extendió su mano para saludarlo.

─Hyukwoo ─articuló, a penas. La vergüenza estaba reemplazando al alcohol de repente, y se le escapaban las ideas de qué hacer.

─Llámame Moonbyul ─expresó la más alta del grupo─, un gusto.

─Yo soy Wheein, su mejor amiga ─aclaró la joven─. Más te vale no hacerle daño.

─Cállate ─la reprendió Yongsun─, vas a espantarlo.

Quiso negar, alegar algo para dejar de sentirse incómodo, pero Hyejin habló.

─Soy Hyejin, aunque creo que ya lo oíste de ella ─señaló a la autoproclamada su mejor amiga─. ¿Quieres bailar?

─Claro...

Jamás pensó que podría agradecerle a su mejor amigo una acción tan descabellada como la propuesta de beber que le hizo, justamente a él. Pero ahí estaba, bailando con la chica de sus sueños y con Jewook sonriéndole y él correspondiendo feliz. Agradecido por primera vez con el alcohol y sus malos efectos en su persona, viendo a Yongsun y Moonbyul bailar juntas y a Wheein acercándose a su amigo, y se sentía como un lugar seguro y que se volvería, de ahí en más, una constante alegre en su vida.


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