Ruggero
La jodida lluvia en las ciudades de New York es cada vez más recurrente. Día tras día, la ciudad se mantiene mojada y obliga a las personas a estar abrigadas y con un paraguas a la mano, los que van en auto tienen esa facilidad de ir a los supermercados sin mojarse o los que toman un taxi que los lleva hasta la puerta, tienen ventaja. Pero están las personas como yo, las personas que prefieren colocarse un impermeable y salir a comprar algo para no morir de hambre.
Me abrigaba cada vez más y los anillos que se ajustaban a mis dedos se ponían cada vez más fríos. Era obvio que mi mente tenía el objetivo de comprar pan y leche, pero también me llamaba la atención saber si la chica que vive en un edificio frente al supermercado se encontraba en su balcón. Eran muy pocas las veces que la veía allí, ya sea hablando con personas que nunca reconozco, usando su computadora o simplemente ella sola mirando la ciudad.
Me encantaría decir su nombre o por lo menos que he entablado una conversación con ella, pero estaría mintiendo, lo único que he hecho es mirarla desde abajo por unos minutos, luego entrar al supermercado y al salir, si tengo suerte, volverla a ver.Relamí mis labios al darme cuenta que ella no estaba. Era obvio, Ruggero. Eras casi las 9 de la noche y estaba lloviendo.
Las puertas de cristal automáticas se abrieron, dejando frente a nosotros un aire totalmente diferente al de afuera. Sin duda este era más abrigador. Me quité el impermeable y lo dejé en uno de los casilleros que estaban allí para meter tus cosas al entrar, lo cerré y metí las llaves en mi bolsillo derecho. Me dirigí a el pasillo de lácteos y abrí uno de los refrigeradores, tomé un bote de un litro y me di la vuelta. Una chica de espaldas se llevó mi atención, la reconocí al instante, no era la primera vez que veía ese porte trasero.
Ella se dio la vuelta y suspiró, mirándome.
—¿Me das un permiso? —preguntó, sin duda encantándome al instante. Podría escucharla hablar todo el día.
—Claro —respondí, con la voz ronca, más de lo usual. Esa época siempre me causaba resfriados y problemas en la garganta, eso me complicaba cuando debía ir al bar a dar pequeños acústicos. No había logrado obtener una firma con ninguna disquera aún, pero sabía que lo lograría. Mi representante, que también era un gran amigo, se había encargado de difundir mi música. Y no quiero sonar creído, pero siempre fue muy buena, creo que cuando haces algo tú mismo eres consciente si está bien o mal. Y sin duda lo mío era inaudito.
—Emmm —murmuré, ganándome una mirada rápida de ella acompañada de una sonrisa. La sonrisa más jodidamente hermosa que he podido apreciar en mi vida— Soy Ruggero —me presenté, estirando mi brazo en donde portaba la leche.
Sonrió se amplió, dándome una satisfacción enorme.
—Yo Candelaria —respondió, corrigiéndome y estrechando mi mano vacía y no en la que llevaba la leche.
Siguió buscando algo en el refrigerador, sin duda solo había leche, ¿Qué tan preocupante le era escoger una e irse?
—¿Te puedo ayudar en algo? —interrogué.
—Esperaba a que lo pidieras —espetó, soltando una carcajada nerviosa.
—Estás de suerte, pido muchas cosas —bromeé, con un misero tono de verdad en mis palabras— ¿En qué ayudaría a esta bella dama? —añadí, haciéndola reír por mis palabras.
—No soy la mejor yendo de compras, pero me han enviado por leche para unas nenas de 5 años, ¿Crees que tomarían descremada o normal?
—Tienen 5 —dije riendo y aproximándome al refrigerador vecino—. Les encantará la leche achocolatada.
Asintió e hizo una mueca con los labios de lógica ante mi respuesta.
—Bueno, gracias, me haz ayudado que dos niñas no me arranquen la cabeza por llevarles algo que no les gusta
—¿Son tu familia? —pregunté, mientras caminábamos hacia la caja para pagar.
—Primas —respondió—. Unas tía se queda en casa por unos días y se acabaron mis días de paz de estar en el balcón por horas sin ser molestada.
Reí, ya sabía que le encantaba estar allí, a mí me encantaba mirarla.
—Igual siempre es lindo tener un poco de compañía —argumentó, haciéndose un lado para que sea yo quien pague primero.
—Pasa tú —le pedí, recibiendo de su parte una de esas sonrisas que me derriten.
—¿Eres de por aquí cerca? —inquirió saber.
—Vivo a unas cuadras, cerca del bar "Persecution", seguro sabes cuál es.
—Todos saben cuál es —replicó— ¿Mesero?
—No —respondí rápidamente—. Cantante, hago pequeños shows y bueno, me pagan por hacer lo que me gusta.
—Cantante... Que lindo.
—Si...
—¿Y que tienes preparado para el futuro? ¿Times Square? ¿Arenas? —interroga, ahora ella le entregaba la tarjeta al cajero para pagar.
—No lo sé... —murmuré—. Quizá sí, quizá no. Depende.
—¿Depende?
—Si a la gente le gusta —respondí, el tema de lo que sería de mi carrera como cantante me daba temor. Trataba de no pensar mucho en eso, pero obviamente se me complicaba, cuando quieres algo, se te mete en la cabeza hasta que lo tengas en tus manos y suspires aliviado porque ya no sientes más miedo, o simplemente sientes un miedo diferente, pero no el de tu futuro que es el temor más grande que puede tener un ser humano: No saber lo que será de ti.
—Thanks —agradeció Candelaria al cajero, tomamos nuestras cosas de los casilleros y ambos salimos del supermercado.
—Seguro eres increíble —me alagó—. Bien, yo vivo en frente. Allí —señaló el balcón.
¿Qué tan raro sonaría si le respondo con un "Lo sé"?
—Sería un placer verte en Persecution —dije, abrazándome a mi abrigo—. Yo invito.
—Y a mí me encantaría ir y oírte cantar, podría ser tu fan.
—Serías la primera.
—Suena tentador —respondió y su celular comenzó a sonar. Rodó los ojos y luego me observó— Debo irme. Adiós, Roberto.
—Ruggero —la corregí— Me llamo Ruggero.
—Que nombre tan raro —rió, tímidamente. Suponía que avergonzada por su equivocación.
—Es italiano, al igual que yo.
—Cool —respondí.
—Cool —repitió.
Nos miramos por unos segundos y luego se despidió. Sin duda esa chica tiene un brillo especial en su mirada y en su personalidad, no dudaría en que tiene muchos pretendientes. Cualquier hombre perdería la cabeza por ella.
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Presecution
General FictionEra un día lluvioso en la estación, pero no más lluvioso que ella. Multifacética, una chica decidida y con un carácter que puede volverte loco en segundos; no es fácil enamorarte al mismo tiempo que intentas escapar del amor. Imagina que cada gota e...