Ciclo sin fin.

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¿Por qué me gusta tanto el otoño? Porque otoño es cambio. Otoño es caerse, rendirse por un rato para volver nacer. Sabiendo que después de un tiempo toca volver a caer para volver a nacer, y así incontables veces en un ciclo sin fin.

Otoño es irse para encontrarse y volver. Amarillo, naranja, marrón. Frío, nieblas, lluvias, sol que calienta, pero no quema. Irse para volver, ¿a dónde? No sé. Ahí está el secreto.

Acompañado de un café, de una brisa que enfría tu nariz, de un leve resfrió que no mata, pero si molesta pero no mata.

Caminar entre hojas secas. Pateándolas, pisándolas, disfrutándolas. Siendo un poco más feliz, más relajado. Porque caminas más tranquilo, aunque no te des cuenta, aunque no te pares a pensarlo, caminas menos agitado que en verano.

Pensando, no sé en qué tantas cosas, pero pensando. Con tantas cosas en la cabeza, con tanto que hacer pero con tan poco tiempo. Porque el día se acaba más temprano y empieza más tarde. Porque cuesta levantarse en las mañanas frías, en donde solo queremos permanecer en la cama. Calentitos. Que nos lleven el desayuno y nos mimen un rato. Todos queremos que nos mimen un rato. Que nos abracen con la excusa del frío. Que nos den besos fríos. Que todo sea culpa del frío. Personalmente creo que el frío nos hace querernos más. Todo es más lindo con el frío, con las hojas cayendo de los árboles.

Una pausa en medio de un viaje (como el mio en este momento), de una caminata, parar para simplemente ver las hojas de los árboles caer. Simpleza. 

Esas mismas hojas que me hacen pensar en todo y nada a la vez. Me hacen pensar que estoy disfrutando, y si lo estoy pensando, ¿lo estoy disfrutando?.

Quizás eso es lo bonito del otoño. Ver las hojas caer (insisto mucho, lo sé) es la excusa para sentarse a pensar, para dejar que todo fluya al menos por unos minutos. Para respirar un poco. Dejar que los pensamientos se calmen y la mente calle un rato. Entre un silencio que parece eterno pero que solo dura algunos segundos, nada más que hacer o decir solo estar ahí, en ese instante, viendo hojas caer.

Me encanta viajar y tener estos ratitos, estas pausas. Creo que es lo más lindo de viajar: desconectar para conectarse. Desconectar del mundo, de todos. De lo cotidiano que a veces tanto asfixia y tan aburridos nos vuelve. Para conectarse con uno mismo, con lo que nos gusta. Esos detalles de la vida, que tenemos tan a la vista y no notamos.

Solo me falta el café que me tomé más temprano, cundo tenía más frío y sueño que el que tengo ahora. Quizás a estas instancias de la mañana disfruto más del clima, de las hojas caer. Ya no me molesta tanto el frío. 

También cruza por mi mente la idea de que a veces me cuesta arrancar, pero cuando lo hago noto de repente cuanto me gusta escribir y expresarme, y como me gusta el otoño que me recuerda el ciclo de caerse (como sus hojas de los arboles) para rendirse por un ratito, y volver a nacer en una nueva primavera; donde todo sin darnos cuenta vuelva a empezar. 

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⏰ Last updated: Jul 13, 2018 ⏰

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Un otoño más y van...Where stories live. Discover now