Capítulo Único.

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Habían pasado cinco años juntos, después de haber comenzado una relación que parecía la mejor, habían logrado formalizar, conocer a la familia del otro, y confiar plenamente sin importar qué.

Hasta que todo se vino abajo.

Quizás habían sido las actitudes pesadas de Dipper. Los eventos hasta tarde de Bill. La poca comunicación que existía entre ellos. El trato tan tóxico que habían comenzado a tenerse mutuamente.

Quizás las palabras que se quedaban en la garganta del rubio. El nudo en el estómago del Pines. Las pocas ganas de compartir más tiempo. El nulo interés que tenían por su pareja. La poca atención que les sobraba por el otro.

El que existían más ganas de estar solos, que compartir otro momento entre ellos.

Ya no podían estar así.

Y las peleas habían comenzado y aumentaban de poco en poco. Al igual que las ofensas.

—¡Es que mierda, Bill, siempre es lo mismo!

—Dipper, basta. No es tarde.

—¿¡Que no es tarde!? —el castaño apuntó al reloj que estaba colgado en la pared justo delante de su pareja—. Bill, ¡son las dos diecisiete de la mañana!

—He llegado más tarde.

—Sí Bill, lo has hecho. Y entiendo que a ti lo que menos te importa es eso. Veo que ésto ahora te da completamente igual.

Al menos no todo había cambiado entre los dos.

Ésto. Ambos habían decidido dirigirse a lo que era su relación como 'ésto'. Y es que Dipper tenía problemas consigo mismo y con sus sentimientos, algo que Bill había comprendido totalmente al inicio porque de cierta manera se sentía igual que el castaño.

Por algo estaban juntos. Aunque ese algo ya fuese casi inexistente.

El rubio levantó la mirada, con sorna, sonriendo de la manera más burlesca posible. Gesto que Dipper conocía perfectamente y que además, detestaba con todo su ser.

—Y me dirás que es algo no mutuo. Justo como ha sido el trato que nos tenemos desde ya hace tiempo. Trato que tú provocaste.

El menor bajó la cabeza. Le dolía, de una manera muy profunda. Todo lo que venía pasando desde ya al menos seis meses le lastimaba, y aunque no lo quisiera aceptar, esa terrible sensación se alojaba en lo más profundo de él.

—Entonces me voy.

El rubio hasta ese momento pareció comprender por completo las últimas palabras que habían salido de su boca y fijó su vista en el otro, quién subía las escaleras con rapidez.

No supo que hacer cuando de un momento a otro, el castaño bajaba las escaleras de la misma manera en las que las había subido hace unos momentos. Y es que se estaba yendo. Dipper al fin se estaba desprendiendo de eso.

—Volveré después por lo demás —le dijo mirando a Bill directo a los ojos, y el rubio pudo notar algo desagradable en ese par de ojos cafés—. Adiós.

Por un momento Bill consideró en tomar la muñeca de Dipper antes de que saliera de aquel pequeño departamento. Y al hacerlo apenas rozó la mano del menor, provocando que el chico le dedicara una última mirada justo antes de cerrar la puerta detrás de él.

Y en otro rato más, Bill se encontraba a sí mismo sentado en el suelo de la sala de estar, recargado en el viejo sillón de color mostaza que tanto aborrecía su ahora ex-pareja, por ese mismo triste y feo color amarillo. Con una pequeña mesa delante de él, y una foto con un costoso marco con acabado de caoba. Una foto de él y Dipper.

Somebody that I used to know | Billdip One ShotDonde viven las historias. Descúbrelo ahora