Llego un momento en que me di cuenta de algo.
Si ella moría no sabría que hacer.
Ella había enseñado a mi corazón a sentir sentimientos que no sabía ni que tenía.
Me había empezado a alejar de mis amigas afiladas.
Sin ella todo sería peor.
Todo sería mucho más difícil.
Ella era una droga a la que estaba enganchado.
Ella era mi heroína.