Edrian

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Llevaba unas noches sin poder dormir nada, desde esa noche rodeado de tinieblas y de llantos ahogados de su madre y él sin poder hacer nada. Edrian un niño de tan solo 13 años, rubio, de ojos negros, nariz puntiaguda y una boca que se abría cada poco para susurrar la frase "lo siento". Mientras su madre gritaba ya casi muerta, una sombra se fue a acercado hacia Edrian, una sombra que sonreía mostrando sus dientes perfectos y blancos, con una sonrisa de una oreja a otra, disfrutando del daño que estaba causando a una familia inocente, pero supuestamente elegida para algo que nadie querría saber, ni nadie querría vivir.

- Pídeme perdón - susurro la sombra con la sonrisa cada vez más amplia.

Edrian gritaba que lo sentía , mientras estrellas caían por sus rosadas mejillas.

- No me grites! - dijo con un tono elevado, haciendo que Edrian llorara aún más, consiguiendo que Sombra se enfadara y le propinara una paliza que lo dejaría tirado en el suelo, sangrando por todos los lugares por la que una persona normal puede sangrar.

Todo había empezado una mañana tranquila, en la que Edrian tenía que ir al instituto, era perfecta, pero ya pensando que iba a ser un coñazo como siempre, sus profesores le pondrían un parte, sus amigos se reirían de él, suspendería unos exámenes y cuando llegara a casa con ellos, su padre le pegaría. Pero ese día había sido diferente, sus amigos no se reían, al contrario se apartaban y susurraban, los profesores casi de lo mismo. A medio día durante el recreo, se le acerco una joven profesora con un examen en la mano y mientras se lo entregaba con unas manos temblorosas, le dijo que ese día se marchara rápido a casa y que no se parara a hablar con nadie, en ese mismo instante salió corriendo mientras lloraba, alguien había hecho algo o alguien había hablado con todo el mundo.

- Pero quien tenemos aquí, mi querido Edrian- Sombra salió de detrás de las paredes y se empezó a reir.

Edrian no sabía quien era, pero sospecho que ella o él, no estaba claro cual era su sexo, había hablado con todo el mundo.

-Gracias- le susurró y le dio un abrazo. Sombra le apartó de un manotazo y hizo un gesto de desagrado. En ese momento recordó lo que la profesora le había dicho y decidió que era momento de marcharse.

- A donde vas renacuajo, tú te quedas conmigo - sonrió y le cogió del brazo dejándole la marca de su mano, una marca que le quedaría para siempre y el dolor no le dejaría vivir tranquilo.
Se agarró del brazo y se fue en dirección a su casa, que les diría a sus padres... se lo creerían?

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⏰ Última actualización: Mar 13, 2019 ⏰

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