La molesta claridad del sol había logrado despertarlo, comenzaba a creer que poner cortinas blancas en su habitación había sido una terrible idea, la luz se reflejaba mucho más por todos lados al punto de ser irritante. Volvería poner las cortinas negras cuando tuviese tiempo.
Se removió en la cama, buscando una nueva y cómoda posición para continuar durmiendo, es que llevaba tanto tiempo sin tener un sueño de horas corridas como el que había comenzado a tener hace aproximadamente un mes que separarse de su cama sonaba hasta algo imposible, y era irónico teniendo en cuenta que llevaba años sin usarla por más de una hora, y exactamente, no todas aquellas veces eran para dormir.
Se sentó en la cama de forma brusca, su objeto de transición no estaba con él.
Se vistió con lo primero que encontró y salió de su habitación. Caminó directamente a la cocina, tenía hambre y con suerte tendría el desayuno prácticamente servido. Como lo pensó, en la encimera de la cocina había una taza de café, una vaso con jugo y dos tostadas, eso era el doble de lo que él se haría para desayunar, con el café bastaba. Aún así solo tomó el jugo de naranja ya que el café no estaba tan caliente como solía tomarlo, lo que delataba que había sido preparado hacía un buen rato. En el momento en el que se llevó una de las tostadas a la boca algo le hizo dar un pequeño vuelco en pecho.
—Buenos días, dormilón~
Se volteó a ver al portador de aquella voz que se había vuelto tan encantadora para sus oídos. Una sonrisa apareció en sus labios al verlo de frente.
—Culpa de quien se ha levantado sin despertarme.
—Me agrada la idea de que duermas, teniendo en cuenta como estabas cuando te encontré... —Vio la primera sonrisa que le dedicaba en el día y tuvo que suprimir todas las ganas de abrazarlo que por un momento nacieron en cuerpo.
—¿Qué hora es?
—Eso no importa.
—Saberlo no cambiará el que ya haya dormido.
—Claramente no, pero podría cambiar el que duermas esta noche.
—¿No confías en mí? —Miró con cierto reproche a su pareja, esperaba una respuesta inmediata pero no fue lo que recibió. Frunció levente el ceño antes voltearse a terminar de comer. Los segundos pasaban y el silencio continuaba allí. Comenzaba a perder la paciencia. Tomó un poco de jugo para ver si aquel nudo que se había hecho presente en su garganta desaparecía, pero no lo hizo. —¿Enserio lo estás dudando, Parker?
—¿Q-Qué? N-No, no es eso... —El menor sabía que cuando Tony lo llamaba por su apellido es porque algo había hecho mal. Tomó suavemente el brazo contrario jalando este de la misma forma buscando que lo mirase. —Oye, mírame.
Dejó el vaso sobre la encimera haciendo un estruendoso ruido por el brusco impacto. Se volteó a mirar al chico, lo tomó por cada lado de la cintura y luego de girarse lo dejó sentado sobre la encimera, casi tirando la taza de café en el proceso.
—Te miro... Dime.
—Eres en quien más confío, y no podría dudarlo.
—¿Entonces...?
—Estaba pensando.
—¿En...?
—Deja de hacer eso, por favor.
—¿Qué pensabas?
—En una historia, ¿conoces el mito de los andróginos?
—¿Los que son hombre y mujer?
—Exacto.
—Aguarda, ¿eso no era hermafrodita?
—Definitivamente no lo conoces. —Peter rió levemente mientras negaba con la cabeza. Después de todo, lo que Tony había dicho era correcto en cierto punto, pero no era a donde quería llegar.
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Andróginos
FanfictionPeter Parker, luego de dos años de haber comenzado de forma poco común una relación con el millonario Tony Stark, decide estudiar psicología para ayudarlo a curar poco a poco los traumas, los malos y extraños hábitos que el mayor lleva en su vida. ~...