Un último baile, un último sueño

I

Todo comienza en una casa rústica cerca de un río, un lugar alejado de la ciudad pero hermoso, silencioso y lleno de flora y fauna.

Vivía con mi abuela, mi madre me dejó con ella desde que cumplí un año, nunca regresó...

Tenía hermanos, pero ellos estaban con mi madre.

Mi abuela me decía que mi madre era una mujer egoísta, si algún día la veía (aun que no sabía como era exactamente) me alejara.

Siempre le preguntaba a mi abuela por que mi madre me dejó solo a mí y a mis hermanos no, pero no había respuesta.

Pasaron los años sin que me diera cuenta y cumplí doce, fue un buen cumpleaños, mi abuela me regaló un conejo blanco con ojos rojos el cual me hizo compañía por mucho tiempo.

No quedaban rastros de mi madre en mis recuerdos, mi verdadera madre era mi abuela.

Mis amigos eran geniales y muy bonitos, algunos cantaban tranquilizantes y lindas melodías, otros tenían un plumaje de diversos colores...Sí, estoy hablando de animales. ¿Acaso a un humano se le puede llamar amigo?

Se puede decir que mi infancia fue distinta a la de muchos, pero fue tranquila y tuve el amor de mi abuela, aprendí mucho de la naturaleza.

Todo iba bien.

Hasta que cumplí dieciséis. Ahí comenzó el caos.

Cuando yo cumplí dieciséis mi abuela tenía sesenta y ocho, pero la edad no se le notaba.

El día en el que cumplí dieciséis ella me dijo que fuera a nuestro huerto por las frutas que más me gustaban.

Llevé mis frutas preferidas y ella dijo que fuera a caminar o hiciera lo que quisiera.

Fui con mi conejo y mis otros amigos a dar un vistazo al río. Pero algo estaba fuera de lugar. Había una chica de cabello negro y piel muy blanca bañándose en el río, un río jamás visitado.

¿Y si era mi madre? No era posible.

Así que regresé a la casa sin darle tanta atención a la joven.

Mi abuela me tenía un pastel de frutas, algo con un sabor espectacular, diría que hasta me hizo alucinar.

Quizá no teníamos todos esos lujos que habían en la ciudad, pero con la tranquilidad del campo, la comida de mi abuela y sus chistes yo era más que feliz.

Pero no todo debe salir bien ¿cierto?, ¿Es una ley de vida? 

Pasó algo que iluminó la noche y me mandó hacia un camino desconocido.