Camino a la luna

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Es una mañana tranquila para el despegue. El cielo está despejado y el pronóstico meteorológico indica que las condiciones serán óptimas. El equipo de ingenieros trabaja en las últimas inspecciones. Confirman que no hay problemas. Los propulsores están listos. Hacen pruebas y la plataforma de lanzamiento se cubre de un humo blanco. Es hidrógeno y oxígeno, el combustible que llevará al Atlantis STS-132 a la luna. 

¿Sabían que se necesitan más de 1 millón de libras de combustible para despegar?

Le tomó un mes a la nave espacial llegar al edificio de montaje. Se empleó al equipo más grande que la NASA ha reunido para su operación. El Atlantis no sólo llegará más lejos que ninguna otra nave espacial. También descubrirá qué hay en el lado oscuro de la luna y más importante aún, traerá el material científico que confirmará si el ser humano podría habitar en ella. 

A las 2:00 pm de la tarde el público despide al equipo de 6 astronautas. Los saludan, les dan ánimos. Serán las últimas caras extrañas que verán por los siguientes meses. 

Desde el parque de espectadores la emoción se siente cada vez más. Inicia la cuenta regresiva. 60 minutos para el despegue. 

-Papá, ¿qué pasa si a uno de los astronautas le da ganas de ir al baño?- Pregunta Manuel mientras ve como le terminan de ajustar el traje al primer astronauta. 

-¿Sabías que los trajes evaporan el pipí y hacen desaparecer las heces?- Le responde el papá. 

-¡Nooo!- Dice Manuel asombrado. -¿Y yo podría tener uno de esos trajes, papi?

-¿Para que te dejes de hacer pipí en la cama?- Bromea el papá. 

Manuel se sonroja. Ve de lado a lado para verificar que nadie más haya escuchado. 

Justo a las 3:16 los espectadores arman filas detrás del cerco. El humo blanco recubre el edificio de montaje y Manuel le pide a su papá que lo cargue por los hombros. 

-Papá, algún día voy a ser un piloto astronauta para llevarte a conocer todas las estrellas. Iremos a la estrella de mamá. ¿Será que si reunimos polvo cósmico, viajamos a la velocidad de la luz y atravesamos un agujero negro podríamos atravesar el tiempo y volverla a ver?- 

El papá sonrió. 

-Mirá Manuel, ya va a empezar - 

10, 9, 8...

¡Despegue!

Se escuchó un estruendo. Un destello de luz naranja y amarillo pintó el cielo azul. La nave subía. 2,500 millas por hora, 3,700 millas por hora. Y al alcanzar una altitud superior a las 50 millas, la nave se desprendió y los propulsores cayeron por la atmósfera. 

Braaaavo! El público exclamaba y Manuel veía despegar una ilusión.  

EjerciciosWhere stories live. Discover now