Avergonzado

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—Hey, Aoi. ¿Cómo te va con Takanori?— Preguntó un Akira, no curioso, sino más bien aburrido de estar ya un buen rato en silencio.

Habían quedado a ir a una junta para la nueva selección de canciones que se colocarían en el nuevo Álbum y por estar esperando a otras personas el tiempo se les estaba yendo, cuando podían estar perfectamente haciendo otras cosas.

También, no es como que al de pelo azul le interesara la vida amorosa de sus amigos, no era una persona que metiera, su escasa, nariz en asuntos que no le concernían, pero es que incluso el móvil ya no le bastaba para mitigar su fastidio por esperar personas impuntuales.

—¿Eh? Bastante bien, ¿supongo? No sé que pueda decirte, Reita.— Habló con desinterés sin quitar la vista de su móvil mientras se le veía presionar la pantalla con bastante rapidez, contestando un mensaje de aquel susodicho.

Siempre que no podían hablar de cosas personales en frente de los demás se la pasaban ambos pegados al móvil hablándose por esos medios. Y el mayor tampoco es que quisiera pasar el día divulgando las cosas que hacía con su pareja, ¿Qué si estaban bien? Joder, estaban de puta maravilla. No podía pedir un mejor novio que aquel vocalista caprichoso.

—Vamos hombre, debe de haber algo que puedas decirme.— Al estar sentado en una silla de oficina con ruedas no dudo en acercarse al más grande de la banda, picando sus costillas con su codo mientras le susurraba. —Vamos, dime algo vergonzoso de Takanori, me gustaría hacerlo pagar por la última broma que me hizo hace un mes.

Gracias al silencio que había en la habitación aquel rubio del cual hablaban levantó la vista apenas escuchar su nombre y observó al bajista con una mirada severa con sus rasgados ojos de manera entrecerrada, amenazando al otro tan solo con esta, aunque estaba más que claro que ni eso le iba a detener.

Pero la amenaza del rubio tuvo que esperar un momento, Uruha había entrado a la sala de reuniones llamado la atención del vocal, empezando hablar sobre algunas melodías que faltaban por arreglarse. Gracias a eso, el peliazul pudo seguir molestando al mayor, y siendo que el vocal ya no respondería sus mensajes por obvias razones pudo poner su atención sobre este.

—¿Avergonzarlo?— Por un momento se quedó pensando algún dato que le fuera de ayuda al otro aunque eso significará ganarse un castigo o golpe por parte de su pareja, pero una idea pasó rápidamente por su cabeza, y sonrió de una manera traviesa. ¿De qué si había alguna manera? Oh, por supuesto que había una que definitivamente nunca fallaba y que sabía que el menor no podría hacerle nada.

¿El problema? Solamente él podía hacerlo, por lo general siempre lo hacía cuando estaban solos, durante las escasas citas que tenían o cuando hacían la compra. Le encantaba molestarlo con aquello, la reacción de su novio solía ser adorable. Tan solo le provocaban ganas de tomar su rostro entre sus manos y llenarlo de besos hasta que este le dijera basta.

—Hay una manera… Te lo mostraré.— El mayor carraspeo su garganta antes de llamarlo, mientras el vocalista seguía muy centrado en lo que estaba haciendo junto a Uruha, sostenía una hoja con algunas partituras y con un bolígrafo hacia algunos apuntes con los cambios que debían o pensaba que quedarían bien.

—Taka.— Le llamó por el diminutivo de su nombre de pila de manera cariñosa, llamando rápidamente la atención del vocal, ya que durante el trabajo solía llamarle por su nombre artístico o simplemente Ru; el vocal esperó a que siguiera hablando para volver a lo otro antes de que las ideas se fueran de su cabeza. Pero de los labios del segundo en guitarra no salió palabra alguna, sino más bien un pequeño sonido que la mayoría conocía bastante bien acompañado de un gesto.

El mayor sin vergüenza alguna se había atrevido a lanzarle un beso a su pareja, ahí en frente de todos los presentes quienes se habían quedado por un momento sorprendidos y mudos por su actuar, pero quién se veía más afectado entre todos los presentes era la víctima de todo aquello. El vocal.

Sus mejillas estaban rojas a más no poder que parecía que iba a explotar en cualquier momento, hasta un tomate estaría celoso de ese rojo que se había apoderado de sus mofletes. Había sido algo tan inesperado hasta para él que había terminado abriendo sus ojos de la sorpresa y por un momento llevo su mirada a su alrededor para ver a las expresiones de las personas que estaban presentes. Poco después volteó su rostro al escuchar la risita traviesa de su novio, no le daría la oportunidad de que pudiera regocijarse aún más con la vergüenza que invadía su cuerpo y sobretodo para que los demás no vieran lo que el otro le provocaba, siempre hacía aquello y le tomaba desprevenido, ¡Lo peor del caso es que le gustaba! Hacía que su estómago empezará a retorcerse de una manera tan placentera y que en su rostro se pintará sin querer una sonrisa tonta.

Trato de hacer como si nada de aquello hubiera ocurrido, volviendo alzar su voz temblorosa, queriendo atraer tan solo la atención de su amigo de cuerdas, mientras hacía dibujos tontos en el papel con una mano que temblaba quizá mucho más que su propia voz.

No podía evitar el ponerse así, le afectaba demasiado, estaba tan jodidamente enamorado de aquel cabrón que cualquier cosa que dijera o hablará lo tenía arrastrando por el suelo. Aun si era que usará aquellos calzoncillos de los personajes de Sanrio, ¡Le parecía sexy! De verdad que algo estaba muy mal en su cabeza.

Por otro lado, el mayor estaba muy satisfecho con lo que había hecho, regresó su mirada hasta su bajista amigo, cruzando sus brazos sobre su pecho y sonriendo con diversión. —¿Lo ves? Ah, pero ni se te ocurra hacerlo con él porque te arranco el pito, pero si quieres puedes hacerlo con alguien te recomiendo que lo hagas con Uruha.— Sonrió con burla, y lo había dicho con solo el afán de molestar. Ahora él estaba aburrido.

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—¿Estás loco? ¿Cómo pudiste hacerme eso en frente de todos, imbécil?— Un molesto vocalista regañaba a su novio en el ascensor de la compañía rumbo al estacionamiento de está, la junta había terminado hacía ya un tiempo y era hora de regresar a casa.

—Vamos, no es la gran cosa. Ya todos saben desde hace mucho tiempo que estamos juntos.— La sonrisa traviesa no había abandonado los labios del guitarrista en todo ese tiempo. Inclusive se había dado cuenta que su novio lo había estado evitando mirar durante toda la reunión.

—Sí tonto, pero nunca habíamos estado de cursis aquí.— El más bajo estaba frente al mayor con sus brazos cruzados sobre su pecho y con el ceño levemente fruncido. No estaba dispuesto a estar de exhibicionista en las horas de trabajo.

—Amor…— El moreno rodó los ojos y terminó con la distancia que había entre ellos, besando de manera fugaz los gruesos labios de su pareja con cariño, quién gustoso había aceptado el beso, que hasta aquella falsa molestia le había dejado.

El menor había llevado sus dos manos a posarse sobre el pecho del mayor. Y al separarse de los labios ajenos, miró a su novio de una manera muy tonta, enamorado. El amor se le podía ver en los ojos, se le podía ver en el rostro y de nuevo esa sonrisa apareció en su rostro.

Pero había olvidado en dónde estaba y a dónde se dirigían. Y una tercera voz hizo que saliera de su trance y que de nuevo los colores se le subieran hasta las orejas.

—Al menos pueden aguantar hasta que estén en su casa.— La voz del bajista sonaba burlona. Quizá ya se había cobrado la broma de hace un mes.

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Algo muy tonto que se me ocurrió después de algo por la calle. Espero que les guste. Cualquier sugerencia es bien recibida.

Gracias por leer.

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⏰ Última actualización: Jul 17, 2018 ⏰

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