Miré a mi alrededor y suspiré profundamente. El mánager nos había dado dos días libres y todos los miembros decidieron irse a pasar el día con sus familias, pero yo tuve que quedarme en el piso que compartíamos los siete ya que mis padres aprovecharon que tenían unas pequeñas vacaciones para viajar fuera de Corea.
Fui del salón al dormitorio, del dormitorio a la cocina, de la cocina al estudio y del estudio al salón varias veces, encontrándome cada vez más y más aburrido.
"¿De verdad no hay nada que pueda hacer para matar el tiempo?", murmuré para mí mismo mientras agarraba el bajo de mi camiseta. Comencé a quitármela despacio y la dejé en el sofá cuando todo mi torso estaba totalmente desnudo. Eché un vistazo rápido a toda la sala de estar y sonreí de lado. "KiHyunnie se va a poner como una fiera cuando vea todo este desorde-, oh", troté hasta el dormitorio que compartía junto a los otros tres miembros ante la idea que acababa de tener. "Vamos a molestar a KiHyunnie", mordí mi labio inferior cuando agarré mi teléfono móvil.
¿Llamada o vídeo llamada?
"Mmm... vídeo llamada", arrugué la nariz junto a una sonrisa torcida cuando pulsé el botón para hacer la vídeo llamada. Anduve un poco hasta la litera que compartía con cierto chico de cabellera rojiza y subí a la cama superior, tumbándome en ella boca arriba. Me acomodé con tranquilidad aprovechando que la llamada aún no había sido cogida.
"¿Hyung?", se escuchó de pronto desde el altavoz del teléfono, sobresaltándome ligeramente. Miré la pantalla sonriente ante la imagen; KiHyun estaba aún con el maquillaje y el pelo arreglado de esta mañana, así que probablemente habría llegado a su casa hace no mucho tiempo.
"¡KiHyunnie!", canturreé alegre, haciendo que el menor soltase unas cuantas risillas mientras sus ojos se entrecerraban formando esas adorables semilunas que tanto me enternecían a veces. "¿Acabas de llegar?", pregunté sonriente a la vez que colocaba uno de mis antebrazos tras mi cabeza para situar mejor mi cabeza.
"Sí, acabo de llegar. Y, ¿sabes qué? Mis padres me dejaron la llave bajo el felpudo porque se acababan de ir por ahí con unos amigos. ¿Te lo puedes creer? ¡Se llevaron incluso al perro!", gimoteó e hizo un pequeño puchero con sus rojizos y abultados labios. Humedecí el borde de los míos y clavé mis dientes en ellos un poco.
"¿Y sabes cuánto tiempo vas a estar ahí solo?", observé en la pantalla del teléfono la forma en la que negaba el pelirrojo reiteradas veces.
"Son impredecibles. No me sorprendería verles llegar a las tres de la mañana", solté una carcajada y retiré el brazo de debajo de mi cabeza para apartar los mechones negros que tenía sobre mi frente, dejándola a la vista de KiHyun. Se quedó en silencio mirando la pantalla detalladamente mientras echaba todo mi pelo hacia atrás. "Hyung, ¿estás en mi cama?", alcé ambas cejas y reprimí una risa.
¿Tan pronto se ha dado cuenta?
"No, KiHyunnie", entrecerró los ojos y acercó más su rostro a su dispositivo electrónico, saliendo muy de cerca en mi pantalla.
"Hyung", habló con una seriedad repentina. "Esas son mis sábanas", elevó una ceja con descaro.
"Estás desvariando, KiHyun-ah. ¿Tanto extrañas tu camita?", acercó aún más su rostro, dejando ver únicamente uno de sus ojos. Aún llevaba las lentillas azul marino de esta mañana. Soltó un sonoro suspiro y volvió a alejarse del teléfono, mostrando sus suaves y bonitas facciones.
"No te voy a mentir", empezó a hablar despacio mientras alzaba una de sus manos con lentitud hasta el cuello blanco de su camisa. "Me hubiese gustado estar ahí contigo, HoSeok-Hyung", murmuró cuando consiguió desabrochar el primer botón con sus pálidos dedos. Un escalofrío descendió por mi columna vertebral después de haber escuchado mi nombre resbalar por la superficie de sus labios. Siguió desabrochando los botones de la camisa poco a poco, mostrando el inicio de su cuello y sus marcadas clavículas cuando la pudo abrir hasta la mitad.