Rei Ryugazaki

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Personaje x Lectora

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Personaje x Lectora.

(1) para nombre completo, (2) para un apodo.

Las chicharras cantaban, el sol estaba pegando fuerte en la acera, niños jugando con pistolas de agua, y (1) tratando de prender el aire condicionado

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Las chicharras cantaban, el sol estaba pegando fuerte en la acera, niños jugando con pistolas de agua, y (1) tratando de prender el aire condicionado.

—Detente (1), no prenderá, está roto—le dijo Rei dejando té helado sobre la mesa de café.

—¡Tengo calor Rei! Y el ventilador no es suficiente.

Rei se sentó en el suelo y ella lo siguió, tomó un vaso y le dio un trago, sintiendo alivio en su garganta.

—Oye, (1), ¿te molesta si me quito la remera?

—¿Por qué debería? Te veo entrenar antes de irnos juntos.

Avergonzado le dijo que tenía razón y se sacó su remera quedando en bermudas simplemente.

(1) lo observó, notó que su calor corporal iba subiendo al recordar su primera experiencia sexual juntos, cruzó sus piernas, no quería sentirlo, no era el momento... pero por otro lado hacía tiempo que no tenían intimidad. Aclaró su mente, no era momento y no quería quedar como una depravada, venga, que ambos sabían que ella era toda una pervertida, pero quería parecer sensata, sin saber que Rei también se moría de ganas, pero sabe ocultarlo a la perfección. 

Para calmar sus nervios y aquellos impuros pensamiento comenzó a tararear, aquella canción que últimamente anda rondando en su mente, "Even Heaven" de Aimer, una canción muy hermosa, al comenzar a cantar pudo notar que Rei sonreía, lo imitó, cerró sus ojos y dejo que la letra que su novia cantaba llenara sus oídos.

Cada palabra, cada verso, todo le gustaba a Rei, la voz de (1) le parecía hermosa cuando cantaba, ella en sí era hermosa en todos los aspectos, hasta se atrevía a decir que se veía hermosa mientras dormía, todas las facetas de ella pasaron por su mente, riendo, simplemente sonriendo, triste, pensativa, llorando, enojada, sonrojada, preocupada..., pero una faceta duró más en su mente, un recuerdo, de ella gimiendo bajo de él, diciéndole que lo amaba, los dulces gemidos que escapaban de sus labios por más que tratara de contenerlos, abrió sus ojos, ella seguía cantando, la observó estaba con los ojos cerrados y con una sonrisa en sus labios, se acercó a ella y besó sus labios, callándola, al separarse ella lo miraba con ojos brillosos y con un sonrojo en sus mejillas.

—Rei, que repentino—dijo apartando la mirada.

—Por Dios eres hermosa.

Sin importar el calor, que el ventilador no diera el aire suficiente para ambos él la besó de nuevo interrumpiendo su boca con su lengua, un sordo gemido salió de la boca de (1), puso sus manos en su pecho, la piel estaba caliente, una mano de Rei se metió debajo de la camiseta de ella, recorriendo su abdomen y tocando su pecho por debajo del sostén, ella gimió de nuevo pero esta vez se separaron y, mirándose a los ojos, se dijeron lo que ambos deseaban.

—Tengamos sexo.

Y con paso apresurados se levantaron del suelo y cada uno sacando las prendas que quedaban hasta quedar desnudos totalmente, se tomaron el tiempo de apreciar el cuerpo del otro, la vagina de (1) se contrajo al ver como el pene de Rei estaba erecto, sonrió con malicia y sorprendiendo a su novio tomó su miembro en sus manos, un gemido escapó de los labios de Rei, eso avivo más las llamas internas de (1), mordiéndose el labio inferior comenzó a masturbar a su novio como a él le gustaba, lo conocía, y sabía que primero le gustaba lento, para luego aumentar un poco más la velocidad y la presión, tomó su mano y la guió a su pecho izquierdo, sin esperar más Rei comenzó a estimularlo, apretando toda la mama, pellizcando el pezón poniéndolo duro como una piedra, Rei se corrió en su mano, se disculpó.

—No te preocupes—dijo ella y dirigiendo su mano lamió aquel espeso líquido blanquecino de su mano, Rei vio eso muy excitante y nuevamente su amigo ya estaba listo.

—¡(1)!

Volvió a besarla y ambos cayeron en la cama, con sumo cuidado de no aplastarla Rei siguió besándola, de su boca pasaba a su mejilla, luego a su lóbulo, pasando por su cuello dejando pequeños recorridos de saliva y tiernos besos, la piel de (1) reaccionaba a sus besos erizándose a cada beso que daba, al llegar en sus pechos se detuvo a contemplarlos por un momento para luego llevarse uno a su boca y el otro estimularlo manualmente, más gemidos salían de (1), Rei agradecía que estuvieran solos en casa así podía escuchar su maravillosa voz, una vez estuvo satisfecho de sus pechos siguió el recorrido de besos pasando por su abdomen y al llegar a su intimidad se detuvo y la miró, se incorporó quedando frente a ella y con sus dedos abrió sus pliegues y jugueteó con su clítoris, apretándolo, deslizando su dedo sobre el de manera suave, gemidos escapaban de (1), eran fuertes, adoraba escucharla, y sin contenerse metió dos dedos en su vagina lubricada, y moviendo a su antojo hizo que ella arqueara la espalda, estaba resbaladiza, entraba y salía con facilidad, ella apretaba sus paredes por la estimulación que Rei le brindaba y pronto llegó al orgasmo y Rei soltó un gruñido de satisfacción al escucharla y sentir como sus dedos eran apretados.

Rápidamente Rei buscó un preservativo en su mesa de noche, se masturbó un poco para que su pene estuviera completamente erecto para colocarlo de manera correcta, una vez listo miró a su novia, ella se incorporó y abrazando a su novio rodeándolo por la cintura y con su ayuda ingresó su pene en su vagina y ella comenzó con movimientos suaves de cadera hacia delante y atrás, Rei le sostenía la cadera, se besaban y sus lenguas se enredaban juntas, Rei necesitaba más y comenzó a llevar el ritmo de las estocadas.

—Dios, Rei, ¡esto es fantástico!—gimió ella apoyando su peso sobre sus brazos detrás de su espalda.

—(1), adoro tu voz ¿lo sabes?

—Siempre me lo dices... Rei.

—Pues, adoro aún más tu voz gimiendo—Dicho eso ella gimió—. Si justo así preciosa.

Unas estocadas más y ella se corrió primero, su cuerpo temblaba de la excitación del maravilloso orgasmo que acababa de tener, Rei dio un par de penetraciones más y se corrió también, salió de ella con cuidado y tras sacar el condón, anudarlo y dejarlo en el suelo ambos se acostaron en la cama, sudados, agitados, felices y llenos de satisfacción y amor.

—Quiero escuchar más tu gemidos (1).



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