El chico bajo la lluvia

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En una pequeña oficina de periódicos, un pecoso y sonriente joven de ojos esmeraldas bebe de su café mientras teclea sin parar. Está atrasado por estar nuevamente ocupado mirándole a él.

"El chico bajo la lluvia", como le ha apodado, y del que está a punto de escribir algo.

Todas las tardes le ve parado ahí junto al semáforo, mojándose bajo la implacable lluvia que ya lleva una casi una semana.

Izuku se ha visto tentado a darle un paraguas a ese atractivo joven junto al semáforo, siempre mirando a la nada. Sus ojos rojizos parecen ver algo que el periodista no logra divisar desde su pequeño escritorio junto al ventanal. Debería estar trabajando pero el menor ya lleva tres días apareciendo ante él, encantándole de tal forma que su lado juvenil y alocado llegó a pensar le está coqueteando.

Ridículo, ¿no?

A veces sus ojos carmín parecen posarse en él, mientras el mayor finge escribir en la computadora tecleando incoherencias que espera no publicar por error.

Pero cuando Izuku le busca,
su mirada le esquiva.

Es un chico tímido, pero que hace al pecoso sonreír como cuando era adolescente y creía en el amor. Tampoco es que esté viejo, está a puertas de sus 27, edad donde comienza el vertiginoso tobogán hacia los 30.

No es malo saborear un poco de juventud, y si ese chico tuviera unos cinco años más probablemente sería su hombre ideal, es justo su tipo. Triste es que aún lleva uniforme, no debe superar los 18.

Y así pasa otra tarde, entre papeles y ese joven, parado durante horas esperando a quien no parece querer llegar.

'"El chico bajo la lluvia sonríe torcido", teclea Izuku. Admirándole sonreír ante el pequeño niño que le hace morisquetas al pasar, burlándose de su aspecto de perro mojado.

"El chico bajo la lluvia, siempre fingirá que no te ve", continúa escribiendo y relatando el como sus rasgados ojos carmín siempre mosqueados, bailan para no toparse con sus esmeraldas.

"El chico bajo la lluvia
es muy atractivo..."

Escribe antes de cerrar el computador como si estuviera mirando algo indecente, y lo está. Repentinamente el calor subió a su rostro y tiene que levantarse a por un vaso de agua para poderse calmar.

—Izuku.

—Tomura-san— saluda a su redactor en jefe.

—¿Dónde está el artículo que te pedí?

—Lo imprimo ahora mismo— responde y su solitario y extraño jefe voltea para retirarse— ¡Espere, Tomura-san!

—¿Qué quieres ahora?— pregunta deteniéndose, sin siquiera girar a verle.

—Bueno... lo que solicité la otra vez.— Le recuerda, incómodo.

—¿Hablas de darte el espacio independiente para tus pequeñas historias?— pregunta volteándose solo para reírse en su cara —¡Ja, ja, ja, ja! Cuando tengas el talento niño, algún día, pero este no. 

Otra vez respondía lo mismo haciendo a un defraudado Izuku suspirar profundamente. Ya llevaba intentando obtener aquel puesto desde que entró a trabajar, hace 3 años, con el fin de juntar su carrera con su verdadera pasión: crear.

Adora crear breves historias de sus hechos cotidianos. Las comparte con sus amigos cercanos, pero desea más.

Derrotado vuelve a su escritorio y esta vez, sus ojos no voltean hacia la ventana. No desea que aquel joven vea de primera mano...

Como se destruyen los sueños de la juventud.


—Buenos días Izuku.— saluda el hombre del escritorio más cercano, con quien aunque apenas habla tiene cierto compañerismo.

—Buenos días Shōto.— saluda devuelta tomando asiento y dejando que el diseñador gráfico comience a editar. Todoroki Shōto es alguien que cuando se pone a lo suyo, olvida que existen los demás.

Y sus ojos esmeralda vuelven con aires renovados a la ventana, sumándose a una leve sonrisa cuando le vuelve a encontrar.

Y entonces sus miradas se topan y esta vez sus ojos carmín no se apartan, provocando suma sorpresa en el mayor cuando por primera vez parecen notarle de verdad. Sus pupilas contraídas y gesto de sorpresa le dicen que esta es la primera vez que realmente le ve, le ha notado espiándole.

...

Se quedan así por varios segundos hasta que las mejillas del mayor comienzan a arder, y tiene que apartar la vista. Está en el trabajo, no coqueteando en la calle.

"Mejor me pongo a trabajar"

Se regaña.

La tarde avanza y cada vez que voltea el menor sigue ahí, mirándole ahora con tanta intensidad que acelera su pulso.

—Saldré un momento.— menciona ya harto de ese juego de miradas.

Saldrá y le dirá que es un hombre mayor y que su encuentro visual fue casualidad. Para luego explicarle lo peligroso de estarse empapando todos los días y mandarle a su casa.

—Ok, ve con cuidado. Está lloviendo, es peligroso — responde su compañera jugando con la galleta en su mano, mientras hace la edición final un artículo antes de imprimir — ¡Dios mío, pobre!— exclama apenada.

—¿Qué es?— pregunta Izuku, mirando lo que tanta tristeza causa en su compañera.

Y quedando en blanco.

—Murió hace cuatro días en un accidente con un camión. La familia pidió el artículo para hacer denuncia de este tipo de casos. — explica la castaña aún con los ojos fijos en la pantalla.

Izuku traga saliva y antes de que su amiga diga algo más sale corriendo. Corre bajo la lluvia sin ni siquiera abrir el paraguas, mojándose en espera de sentir que aquello que vió fue real.

No está.

Y entonces su mente vuelve a aquel artículo que su amiga desea publicar, y casi sin poder respirar y completamente empapado, vuelve a la oficina.

—Uraraka... necesito un favor.— pide con los ojos llenos de lágrimas, y su amiga de la época universitaria deja la galleta que tan felizmente comía, para mirarle con preocupación.

—¿Estás bien cariño?— pregunta maternalmente.

—Sí... sólo recordé algo muy triste— responde tragándose su dolor. No quería admitirlo pero amaba esos ojos.

—Ok, pídeme lo que quieras. Somos amigos, te ayudaré.— promete e Izuku asiente, sonriendo para animarle.

Y entonces, decidido por primera vez a romper las reglas, va hacia su escritorio y comienza a redactar:

El chico bajo la lluvia...

►The boy under the rain◄ [Finalizada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora