Azoto la puerta haciendo que un estruendoso ruido llene mi cuarto, mis lágrimas no tardan en salir, por más que luche tratar de ser fuerte, no lo he logrado ser –y dudo mucho que lo logre- pero eso sí, delante de él siempre fingiré serlo. Nunca le daré el placer de que me vea con la cabeza baja y pueda humillarme más, si eso es posible. Podrá insultarme, maltratarme, eh incluso golpearme, pero jamás le daré el gusto que pueda ver que todas sus acciones me lastiman psicológicamente, aunque lo hace, vaya que lo hace. ¿Qué espera? ¿Que todos sus maltratos fueran de los más común para mí? ¿Qué todos los golpes que he recibido no dejaran huella alguna? ¿Qué mientras asisto a la escuela no tengo que ocultar o maquillar todos los moretones? Y lo peor, todo esto viniendo de mi padre, si es que a ese engendró de la humanidad se le puede llamar padre.
Aarón. Un nombre que desprecio con toda mi alma, pero aún más al ser humano que lo lleva. Aarón, por desgracia, es mi padre, es la persona que odio con todo mi ser, es con la persona que he estado viviendo (desgraciadamente) mis 16 años de vida.
Se supone que un padre debe estar siempre ahí para ti. Debe de alegrarse al momento de verte caminar por primera vez. Es el que se pone celoso cuando vas a tu primera cita y te espera sentado en un viejo sillón que él adora, fingiendo que no está angustiado por lo que pasara en esa dichosa cita. Es aquel que cada domingo está sentado en el comedor leyendo el periódico mientras tu madre les hace uno desayuno exquisito y al momento de llegar al comedor le das un beso a la mejilla. Es aquel que cuando vas a dar tu primera exposición universitaria está en el fondo con una grandísima sonrisa (por más que te equivoques y confundas a la audiencia) él está ahí reflejando en su mirada todo el orgullo que siente por ti. Es aquel que el día de tu boda te lleva por el altar con una gran sonrisa de dicha y suelta algunas lágrimas al momento de entregarte a el novio. Es aquel que al momento de decirle que será abuelo se le salgan algunas lágrimas de alegría y se emocione tanto o inclusive más que el papá. Pero no.
Eso nunca me ha pasado y estoy segura que eso jamás pasara.
He tenido demasiado tiempo libre para planear una vida perfecta con mis padres. Aarón jamás será el padre de mis sueños. Vamos, que se puede esperar del hombre que desde que tengo memoria me ha golpeado, hablamos del hombre que más de una vez ha tratado de venderme con sus amigos, aunque desde los ocho años se detuvo, pero dudo mucho que se haya arrepentido o su alma se purifico por una extraña magia que lo hizo reflexionar. Aarón es aquel tipo de hombre que es un drogadicto de primera y no solo es adicto a las drogas, claro que no, aparte las vende, es un puto dios en la venta de estas.
Y que decir de mi madre, mi amada y adorada madre (quiero dejar en claro mi sarcasmo) la mujer que solo nos ve fijamente disfrutando el show que Aarón le da al momento de golpearnos, la que sonríe sínicamente cuando mi padre le dice que tiene permiso de insultarnos o golpearnos si es que no le hacemos caso a cada una de sus órdenes.
El matrimonio de mis padres fue arreglado, el padre de Victoria –mi madre- era un gran narcotraficante en lo que drogas se refiere, mi abuelo no tuvo hijos varones, solo a Victoria, a la cual no le podía dejar su imperio de mala muerte, pero esos sí, tuvo un fiel pupilo que no lo traiciono hasta en las situaciones más críticas, mi abuelo notando la lealtad demostrada por mi padre, no dudo ni un segundo en arreglar su compromiso, la única condición dicha por mi abuelo al momento de hacer responsable a Aarón en su lecho de muerte, fue que a mi madre nunca le faltara nada respecto a lo económico. Ya que, si de cuestión de amor hablamos, Victoria tiene una gran carencia de este, así que ella tiene diversos amantes y mi padre tiene las suyas. Pero por alguna razón siguen juntos, tal vez, solo tal vez para respetar la memoria de mi abuelo o simplemente les da demasiada pereza tramitar el divorcio, sinceramente, me dejo guiar más por la segunda opción. Y no me extrañaría enterrarme que alguno de mis hermanos es de algún amante de mi madre, e inclusive yo misma.
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Hermanos Fugitivos.
Teen Fiction- ¡No! El que no entiende aquí eres tú, yo también nací y crecí en esta mierda, también se el temor que se siente empezar amar a alguien porque al siguiente segundo te lo arrebatan de tus manos. Solo te recuerdo que mi padre también está metido en e...