Midnight Kiss

Prólogo

Hoy mi papá nos dió la sorpresa de que iríamos a Nueva York a ver la esfera.

Desde hace unos años siempre lo veía por televisión y me hacía ilusión verlo con mis propios ojos.

Layla, mi hermana mayor siempre me contaba sobre la tradición del beso de Año Nuevo, algo que siempre quise hacer pero soy un poco tímida con los chicos.

Tomé mi maleta y comencé a empacar, casi todo era ropa abrigadora ya que hacía algo de frío.

Salí de mi habitación y fui hacia la de mi hermana.

− Layla, no puedo creer que por fin vamos a ir − dije entrando a su habitación, ella también estaba haciendo maletas.

− Lose Meg, esta es la ocasión perfecta para que por fin hagas lo que dice la tradición - chilló.

− Hay hermanita, tú bien sabes que no soy tan atrevida como tú, tú tienes a Ed − hice una mueca − Bueno, me voy acostar, ya que mañana tenemos que levantarnos temprano.

− Está bien, buenas noches Meg − sonrió − pero piensa lo que te dije, tú no eres fea, estás hermosa cualquier chico se fijaría en ti, solo falta que te quites lo tímida y boom, caerán a tus pies.

Yo solo asentí y me fui a mi habitación a descansar.

{...}

− Cariño despierta, en dos horas sale el vuelo − escuché a mi mamá.

Me levanté a ducharme y saliendo me puse unos leggins negros, una básica blanca y tennis. Opté por solo ponerme máscara de pestañas y brillo labial, haciéndome una coleta alta.

Cómo ya se estaba haciendo tarde tomé mi móvil y mi maleta y baje a la sala encontrándome con mi mamá, mi papá, solo faltaba Layla.

− Vamos a perder el vuelo si no se apura − dije mientras le pasaba la maleta a mi papá para que la subiera a la camioneta.

Después de que Layla se dignara a bajar todos nos subimos y emprendimos el camino al aereopuerto.

− No puedo creer que veremos la esfera bajar en Times Square − chille de emoción.

− No podré darle el típico beso al final de la cuenta regresiva a Edward − se quejó Layla haciendo un puchero.

− Si siempre estás con el, ya habrá tiempo para demostraciones de afecto − dijo mi papá un poco molesto.

Cuando llegamos salimos corriendo, ya era muy tarde y no queríamos perder el vuelo.

− Vamos es en la puerta siete − dijo mi papá.

Cuando llegamos estaban a punto de cerrar, pero lo señorita se apiadó de nosotros y entramos.

Durante el vuelo todo estaba tranquilo, me toco ventana así que fui escuchando música y disfrutando de la vista.

¡Nueva York allá voy!