Capítulo 1

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Mantener la fama y postura de ser el chico malo es muy difícil en este pueblo. Llevo solo un par de meses aquí, pero todos y cada uno de los rumores corren como el viento. Desde que llegué he sido el objeto de cotilleo y burla de esta gente.

Empecé siendo el chico que llegó en circunstancias extrañas desde el interior del estado, misterioso e indescifrable, a ser "Taehyung el problemático". Pero no pueden culparme, el chico se merecía ese puño en la cara.

Además de problemático, me tachan de mala influencia. Por ser hijo de madre soltera, y por supuesto, por no ir sagradamente a la iglesia. No es que no sea religioso... Solamente no quiero estar expuesto a tantas miradas sobre mí, juzgándome, como si tuvieran la verdad absoluta.

Hoy es lunes, y después de un fin de semana de no hacer las tareas a propósito, y pasarme todo el día en la orilla del lago, tengo que enfrentarme a la cruda realidad, volver a ver a todos esos mocosos... Bueno, casi todos son mayores que yo, pero tengo 15 años y ellos se ven mucho menores que eso.

Pongo un pie en el instituto, mi semblante cambia inmediatamente, tengo que ser el chico malo, lanzando miradas despectivas a quien se me cruce, chocando casi a propósito con los de cursos mayores, no dejando que nadie se interponga en mi camino. Pero al parecer a alguien no le gustó tanto cruzarse en mi camino, me empujó por detrás, que cobardía.

Pude recuperar el equilibrio al instante, e inmediatamente me voltee a enfrentar a quien había osado tocarme.

Era del último curso, al parecer, el típico matón, alto, fuerte, con cara de pocos amigos, con la mirada de "en mi mente ya te maté siete veces"; a eso me estaba enfrentando.
Me armé de valor para hablar.

- ¿Cuál es tu maldito problema, eh? - Acompañado de una mueca de disgusto.

Me agarró por el cuello de la camisa, y juro que estuve en el aire por unos segundos.

-Tú eres mi problema, hijo de puta. Te veo a la salida.

Más que simplemente dejarme caer, me tiró contra la pared, con fuerza. Me dejó con la respuesta en la boca, básicamente porque quedé sin aliento después de eso. La multitud de estudiantes que había en el pasillo se quedó en un silencio sepulcral, como si eso fuese un hito muy importante. Tal vez el hito sería mi muerte.

Bien, excelente, maravilloso. Como si no tuviera más problemas, ahora voy a tener que pelear con un chico, si es que se puede llamar chico, que me saca por lo menos 25 centímetros de ventaja y varios kilos.

Por el momento, era mejor que me concentrara en la clase de matemáticas, puedo morir, pero no puedo reprobar esta clase.

Cuando estaba con mis abuelos, sinceramente la escuela me venía importando tanto como me importaba lo que comieran los cangrejos, o sea, ni un poco. Pero ahora es distinto, tengo que hacerle ver a mi madre que no soy tan mal hijo como cree.

Última clase del día, tenemos que compartir salón con gente de dos cursos más arriba. Fui el último en entrar al aula, sentí las miradas de siempre, me senté en el único pupitre vacío que quedaba.

La clase era aburrida. Realmente a nadie le importa la religión que se enseña aquí, pero tenemos que escuchar de todas formas. Algo no dejaba que me concentrara. Sentía una mirada en mi espalda, que no se apartaba de mí. Voltee ligeramente la cabeza para observar de donde venía, y lo vi. Era del curso mayor, no sé nada de él además de que es hijo del pastor, tal vez estaba mirándome por lástima de mi muerte anunciada.

Aunque apartó la mirada hacia el profesor un par de segundos después, fue extraño cuando nuestras miradas chocaron. No fue la típica incomodidad, parecía como si el chico estuviese esperando que lo viera también. Fue... Raro.

Are you calling me a sinner?Where stories live. Discover now