En la cabaña

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Los truenos volvieron a resonar por todos lados, mientras que un haz de luz a causa de ella provocaba espeluznantes sombras entre los pinos congelados.

No sabía cuánto había caminado no sabía dónde estaba, solo seguía intentando correr conservar la poca conciencia que le quedaba y enfocarse en una cosa.

''Escapar''.

Tenía que hacerlo, sabía que moriría, su ropa estaba congelada y había perdido la sensibilidad de los pies y manos.

Pero seguía escapando.

No permitiría que su padre la encontrara. Preferiría morir de hipotermia que a manos de ese hombre.

Sus ojos cada vez se cerraban más, no aguantaría mucho, estaba perdida, hambrienta y congelada no tenía esperanzas de encontrar a alguien antes que él la encontrara, le costaba avanzar en la espesa capa de nieve que cubría todo el suelo, e intentaba bloquear los recuerdos de las últimas horas. Seguían viniendo a ella como una manada de búfalos enfurecidos sin querer dar marcha atrás, no sentía las lágrimas, lo más probable es que también hubiera perdido la sensibilidad en la cara, cerró los ojos para protegerlos del fuerte viento que producía la tormenta, mientras un recuerdo se colaba y no la dejaba pensar.

Estaban en una cabaña, en medio del bosque con su madre, hablando en voz muy baja para que la persona al lado de lado de la habitación no oyese. No sabía porque su padre las había llevado allí.

Probablemente para compensar lo de la semana pasada. Como siempre.

Regalos caros, vacaciones y ahora una escapada al bosque. Como si los buenos recuerdos sanaran las marcas moradas en los cuerpos de ambas, como si todo aquello valiera las lágrimas que ese hombre fabricaba en sus rostros.

Tonto de él, por creer que lo amaban.

Tonta de su madre por creer hacerlo

Tonta de ella por no hacer nada.

Desde que tenía sentido de la razón, había crecido escuchando los sollozos de su madre desde su habitación, sus gritos, sus suplicas... y lo peor, sus gemidos asquerosos.

Odiaba a ese hombre, siempre lo había hecho. Y detestaba pero amaba a esa mujer.

No entendía como su madre podía seguir con él, no la merecía, una mujer no merecía a un alcohólico que la golpeara cada noche. Al igual que tampoco entendía por qué lo seguía perdonando y creyendo que cambiaria. Ella sabía que luego de las disculpas vendría de nuevo, borracho o drogado hasta la medula y todo se repetiría.

Intentó no enfocarse en esos recuerdos, y siguió caminando.

"Vamos Mel tienes que encontrar un refugio..."

Se repetía en su mente, nunca había estado en un lugar con tanta nieve, más bien nunca estuvo en contacto alguno con la nieve por tanto tiempo. Pero sabía que tenía que buscar un refugio y prender algunas maderas o no aguantaría mucho con el poco abrigo que tenía.

Quería volver a su hogar, a su cuarto el único lugar que consideraba seguro. Extrañaba a sus amigas y a su mascota...

Al pensar en esta última un sollozo se escapó de sus labios. Su gata Moon, una hermosa felina de manchas y rayas ya no estaba, su padre en un arremetida contra ella no noto que Moon dormía en su regazo por lo que recibió un fuerte zarpazo de su parte.

Con cada paso que daba, estaba más segura de querer meter a ese hombre en un lugar del cual jamás pudiera salir. Estaba furiosa, dolida, pero a la vez sentía impotencia y miedo de morir a manos de su padre.

Hielo RojoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora