El Momento

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Eran casi las ocho de la tarde en un cálido día otoñal, la oscuridad estaba por caer en el claro de un bosque a las afueras de una pequeña ciudad.
Un par de avellanas fijaban su vista sobre una chica de orbes azules sentada a su lado, el viento soplaba levemente, recogiendo algunas hojas caídas de las copas de los gigantes de madera antes verdes y moviendo los cabellos de ambas chicas.
Las iris azules se posaron sobre las avellanas, y una sincera sonrisa se dibujaba en sus labios.
Desvió la mirada hacia el cielo que comenzaba a perder su claro azul.
La chica de avellana tragó saliva, sabiendo que quizás lo que estaba a punto de hacer no sería bien recibido. Sus manos sudaban y un nerviosismo la recorrió terminando en su estómago, pero lo haría.
Ese era su momento.
Solas, en un anochecer con la tranquilidad de un claro en un solitario bosque, donde se respiraba armonía y se escuchaba nada más que algunos animales, un par de corazones nerviosos, y el viento llevándose todas las barreras que separaban a ambos corazones.
Era su momento, por qué tal vez no habría otro así.
La chica de avellanas dio un fuerte suspiro, sacando todas sus dudas y miedos.
Los ojos azules voltearon a mirarla un segundo, queriendo volver al cielo después, pero la chica de avellanas la tomó a su compañera de la barbilla deteniéndola, sus respiraciones se aceleraron, al igual que sus corazones.
La chica de avellanas se acercó con cuidado, como te acercarías al ver a una hermosa criatura que quieres tocar y conocer, pero tienes miedo de que se aleje y nunca mas vuelva.
Rozó sus labios con los propios en un dulce movimiento, un movimiento que creó magia, y separándose al instante con los ojos cerrados.
La chica de azul la miro, y buscó acercarse y sentir de nuevo esa magia, tomado los labios ajenos y reclamándolos como suyos de una manera dulce que expresaba todo el amor que le sentía.
Se recostaron en el suave pasto, la chica la azul se posó sobre la avellana, dándole otro beso.
Sus corazones iban a un mismo apasionado ritmo, sus manos exploraban, mientras se juraban ser de la otra, sellando ese juramento con un beso y algo más.
Si, definitivamente ese era su momento.



Escribo mucha mierda cursi.

AMAZONAS (Colección de Historias Lésbicas)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora