El acto de desesperación

379 5 0
                                    

Me encontraba en el medio de la estancia todavía paralizada por la nueva orden de Cristina, esta al ver que yo no reaccionaba comenzó a desesperarse, quería que Clara muriese asesinada por mi y quería que fuese ya, así que zarandeándome del brazo comenzo a chillarme; - Mira niñata ya he tenido mucha paciencia contigo así que o la matas ya o Tania le clava esa jeringuilla a tu padre en el brazo y precisamente no contiene antídoto, venga mátala-.

Todo a mi alrededor daba vueltas, no sabría bien describir la sensación que por momentos invadía mi cuerpo, todo era confuso, una mezcla de sentimientos, sensaciones y recuerdos se arremolinaban en mi cabeza, sin darme cuenta me encontraba ante la mesa en la cual mis secuestradores habían depositado una serie de armas blancas, me quedé inmóvil con la vista fija en las relucientes y suaves hojas de cada cuchillo. Aprovechando mi estado Cristina revoloteaba a mi alrededor susurrándome "mátala, mátala, ella es la culpable de que tus padres se encuentren en esta situación, ella te está destrozando la vida, haz que muera entre terrible sufrimiento, es ella o tú". Esas palabras resonaban en mi cabeza cada vez con mayor fuerza, sentía odio hacia aquella chica que apenas conocía, ya no era capaz de reconocerme ni a mi misma, aun con la vista fija en las hojas una daga llamó poderosamente mi atención, su mango tenía forma de espiral, parecía de marfil, en la base de la hoja se encontraba un águila en posición de atacar con las alas extendidas, era extraño la gran cantidad de detalles que tenía la daga, se notaba que era bastante antigua pero estaba tan cuidada que podría parecer que alguién acababa de dar los últimos retoques y estuviera lista para ser vendida.

Con la mano derecha acaricié el mango con suavidad el tacto del marfil en las yemas de mis dedos me estremeció, con delicadeza agarré la daga con mi mano derecha y me dirigí con paso firme hacia el fondo de la estancia donde, pegada a la pared, se encontraba Clara. Estaba sentada en el suelo con la espalda pegada a la fria roca de la cueva, sus muñecas estaban alzadas sobre su cabeza mediante cuerdas y su barbilla estaba clavada en su pecho ya que seguía inconsciente. Me agaché para encontrarme a su misma altura, era extraño porque como es lógico yo sentía pena por aquella pobre muchacha maniatada e incosciente, yo misma podría ser la que estubiera en su lugar, pero por un momento desee con todas mis fuerzas acabar con su vida, no la conocía tanto como para dolerme en exceso su pérdida, la vida de mis padres se estaba consumiendo a unos cuantos metros de distancia y en mi mano poseía la llave para liberarles de su cruel destino aunque eso conllevara llevar a cabo el mayor horror que un ser humano puede cometer, quitar la vida a otra persona.

Comencé a tener nausias, mi cuerpo estaba sometido a una continua tensión desde hacía varios días, sentía como mi mente ya no era la misma, sentía como si algo dentro de mi se hubiera activado, algo como un mecanismo de defensa que mi cabeza había creado para ser capaz de llevar a cabo la mayor atrocidad de mi vida, comenzába a sudar, las manos me temblaban, lágrimas caían descontroladas por mi cara, levanté la mirada del suelo y miré el rostro de Clara, se había despertado, eso lo haría mucho más difícil, ¿Cómo iba a ser capaz de matarla mirándola a los ojos?, rápidamente Clara empezó a chillar preguntando donde se encontraba y como si cada palabra que salía de su boca fueran insultospara mí, mi cuerpo reaccionó, abofeteandole la cara, ella dejó de proferir gritos unos segundos para comenzar de inmediato después, mi  nerviosismo aumentaba con cada sonido que salía de su boca. De pronto dejé de ser yo, no fui consciente de nada de lo que sucedió, la daga que tenía en mi mano derecha se clavó a la altura del pulmón derecho de la chica y acto seguido en el pulmón izquierdo, Clara chillaba de dolor mientras de las heridas abiertas brotaba sangre, su respiración sonaba cada vez más pesada, se estaba ahogando con su propia sangre, mientras estaba en ese aturdimiento tuve un momento de lucided en el que escuche decir a Clara entre susurros antes de expirar - ¿Por qué...?-; 

En ese preciso instante la defensa que mi mente había creado se derrumbó por completo y con las manos ensangrentadas y mirando el cuerpo sin vida de la muchacha rompí a llorar desconsoladamente, no sé cuanto tiempo transcurrió pero me incorporé y me dí la vuelta buscando a Cristina, Tania y Chris, pero ya no estaban, me levante y corriendo llegué a donde se encontraban mis padres, mientras recorría la distancia que nos separaba mi cuerpo se llenó de felicidad, yo había cumplido mi parte del trato y seguro que mis padres despertarían, podrían declarar todo lo ocurrido y yo aunque tardase años en olvidar lo que hice seguro que junto a ellos sería mucho más llevadero...

Me arrodillé a su lado con una sonrisa, seguían con los ojos cerrados pero seguro que con unos pequeños zarandeos estarían de vuelta, comencé por mi padre, le agarré de los hombros y le moví energicamente, no respondía a mis movimientos, entré en pánico, toqué su cara estaba fría como el hielo, rápidamente puse mis dedos índice y corazón en su cuello, no tenía pulso, de inmediato repetí la operación con mi madre, con el mismo resultado, mis padres estában muertos.

Me tumbé en medio de los dos, agarrándoles la mano, sentía que mi vida se había ido con ellos, sería la última vez que estuviesemos juntos, no podía dejar de llorar, me dolían los ojos mi respiración era dificultosa y tras varias horas de llanto desconsolado me dormí acurrucada entre los cuerpos sin vida de mis padres.

Me encontraba en la misma playa del sueño de la noche anterior, en aquella en la que veraneaba con mis padres cuando era muy pequeña, pero esta vez, yo tenía 20 años, me encontraba paseando por la orilla, era un día gris con un viento un poco desagradable, miraba a mi alrededor, mis ojos se fijaron en la casa donde había tenido tantos recuerdos bonitos, pero aquella casa estaba destrozada, carbonizada, nada dentro de ella se había salvado. Miré donde deberían estar sentados mis padres bajo una sombrilla, pero allí no había nada, solo arena y más arena, la sensación de soledad y vacío que tenía mi cuerpo hizo que las fuerzas me fallasen y me tumbara en la orilla, mirando las nubes mis lágrimas recorrían mis sienes, las olas me acariciaban los pies dulcemente, cerré los ojos para disfrutar la única sensación que me producía cierto alivio a la tristeza que reinaba mi cuerpo, pero una ola salvaje me calló encima como un jarro de agua fría. Desperté sobresaltada estaba empapada y en lo que parecía una celda.

///// Siento mucho la tardanza en subir un capítulo, se que a muchas personas no les habrá gustado nada este capítulo, pero no todas las historias pueden ser felices, me quedan unos dos capítulos más para acabar la historia. Espero vuestros sinceros comentarios y vuestros votos, y una vez más perdón por haber tardado tanto en subir capítulo, en dos o tres días subiré el siguiente.

Quiero dedicar este capítulo a mi gran amigo Rubén y a mi gran amiga Raquel, que me apoyan para que siga escribiendo. Muchas gracias

Nunca digas nuncaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora