capitulo 2: Las reglas de Oro

3 3 0
                                    

Cuando Sofía se puso de pie, perdió el equilibrio y se cayó de culo en el

suelo.

Se puso roja de la vergüenza mientras Eva no paraba de reírse.

Después de haber estado tanto tiempo sentada en esa silla era normal, tenía

las piernas dormidas y con marcas de las cuerdas al igual que sus brazos.

Eva se agachó y empezó a mover sus piernas.

–Eres una jovencita bastante divertida, eso es algo que me gusta. Me alegro

de haber invertido una gran suma de Itamis a tu favor.

Tienes que sentirte afortunada, nunca suelo apostar por desconocidos.

–¿Se puede saber de que esta hablando Eva? Por favor dígame que esta

hablando.– Pidio Sofía con voz suplicante.

Eva dejo de moverle las piernas y Sofía intentó incorporarse, lo cuál

consiguió al fin.

–Venga querida, vamos con retraso. Mientras vamos a la "Sala de Juegos" te

iré contando algunas cosas.

Eva se dirigió a la puerta y salio de la habitación con Sofía detras suyo.

Se sorprendió al descubrir un pasillo muy colorido como de hotel, unas

lámparas de araña que tenían pinta de ser muy caras, una alfombra larga y

mullida que le hacía cosquillas en los pies y con muchas puertas de color

marrón oscuro donde ponía el número de la habitación en letras doradas.

Miró hacia la puerta de donde había salido.

El número 23 brillaba con fuerza por la luz procedente de las lámparas.

–Estas son las habitaciones de los jugadores.– Le dijo Eva mientras

caminaban– Al principio no hay nada dentro pero con el tiempo ya veras que

bonita va a quedar la tuya. ¿Cuál es tu color favorito?

–Pues... El verde. –Le respondio Sofía al azar. –¿Esto es un hotel?

–Se podría decir que si aunque el alojamiento te va a salir gratis. Bueno

creo que es hora de que te resuelva algunas dudas, así que preguntame lo

que quieras querida.

–¿Que hago aquí? ¿Dónde estamos? ¿Y qué es todo eso del "Salón de Juegos" y

los itunis o como se llame...?

–Se llaman Itamis y es una de las tres monedas de aquí. Lo de donde estas

exactamente solamente te puedo decir que es una isla gigante que se llama

Úmbra.

La razón de que estas aquí es porque has sido seleccionada para concursar

en Little Games. – Le contó Eva.

–¿Little Games? Que es eso. ¿Un concurso o algo así? –Preguntó a Eva. –

Eso se pregunta a los participantes si quieren participar en cosas como esas ¿no?. Además no

se como he llegado aquí, lo último que recuerdo es estar con mis amigas en

la discoteca.

–Si ganas el primer juego te contaré detalladamente todo.

Cuando llegaron al final del pasillo se encontraron con una puerta de metal

sin pomo ni cerradura. Al lado había lo que parecía ser un lector de

huellas. Eva puso el dedo índice y lo tuvo ahí alrededor de 10 segundos.

Un pitido agudo empezó a sonar, como si fuera una alarma de incendios, y la

luz blanca que producían las lámparas de araña se convirtió en un rojo sangre.

–Mierda. — Dijo Eva en bajo, pero aún con el ruido que había Sofía pudo

oírlo perfectamente. – Siempre igual. No entiendo porque nunca detecta mi dedo.

El sonido paró de golpe y la puerta metálica se abrió bruscamente, de la

cual salieron un hombre de raza negra muy alto y con unos músculos bastante

grandes y una mujer asiática de la misma morfología que Sofía. El regreso

de la luz blanca permitió ver que tanto el hombre como la mujer iban

vestidos de camareros, incluso tenían un brazo extendido con una servilleta

en el brazo.

(imagen al principio del capitulo)

–Tranquila mademoiselle, la máquina es antigua. Usted no tiene la culpa de

nada. – Dijo la asiática con voz dulce.

–¡Ya sería la guinda que la culpa fuera mia! Anda dejarnos pasar que andamos

con prisa. –Masculló Eva mientras atravesaba la puerta.

Sofía impactada por la situación la siguió en silencio.

–Nuestras más sinceras disculpas mademoiselle – Dijeron al unísono los dos

camareros con miedo.

Para la sorpresa de Sofía la voz del grandullón no era grave como ella

esperaba. Era bastante aguda, se podría decir que tenía voz de pitillo.

Anduvieron en silencio un buen rato mientras atravesaban otro largo

pasillo. Tuvieron que girar en varias intersecciones del camino.

Sofía se preguntaba como era que Eva no parecía estar perdida. Si hubiera

si ella la que hubiese tenido que guiarlas se habría perdido al dar el

primer paso.

Sabía que le estaba dando importancia a algo insignificante comparado con

los problemas que tenía, pero en ese momento no quería estar pensando

porque cojones la habían secuestrado.

Soltó un largo suspiro.

Eva paró en seco y Sofía miró la razón de su acción.

Habían llegado a una puerta de cristal con luces de neón: verdes, rojas,

azules, amarillas,...

Con tanto color Sofía pensó que se iba a quedar ciega.

En el centro de la puerta se podía leer en una pizarra pequeña una frase en

letra cursiva hecha a tiza:

Salón de Juegos

Eva miró un reloj de pulsera dorado que tenía en su brazo izquierdo.

–Parece que llegamos justo a tiempo querida. Ahora escúchame atentamente,

te voy a decir las 3 reglas de oro.

× No confies en ningún otro jugador ni te preocupes por lo que le ocurra.

× Recuerda todas las reglas del juego y utilizalas en tu favor.

× Haz que me divierta.

Y dicho esto Eva abrió la puerta mientras Sofía tragaba saliva y entraron.

La puerta se cerró por dentro dejando el pasillo en un silencio absoluto.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Jul 23, 2018 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

The Little GameDonde viven las historias. Descúbrelo ahora