Si, siempre de noche. Vos y yo, música fuerte y ojos un poco chinos. Ya perdí la cuenta de cuantas veces nos encontramos. Queriendo o sin queres, terminábamos sellando la noche con un par de besos o algo más. Justo ahí, en esos momentos deseaba que la noche fuera interminable o que en la mañana siguieramos un mismo camino. Pero eso nunca pasó, aunque en invierno tarde un poco más en salir el sol, las agujas del reloj marcaban las 7 a.m y cada uno para su lado.