Azul: seguridad

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Jimin se encontraba frente a su espejo y observaba críticamente su apariencia. Había intentado cepillar su cabello y peinar su flequillo, su rostro lucía apagado, las ojeras eran notorias y el cansancio la hacía ver como una planta a la que no han regado. Suspiró. 

Desde su encuentro con JungSook había dos cosas que se mantenían en sus pensamientos y que no la dejaban conciliar el sueño en las noches: la primera era la perspectiva de presentarse en la audición, se había anotado para no actuar extraño frente a la castaña y no se había detenido a pensar en las consecuencias, le tenía terror a la audiencia, a la sensación de ser observada. Los nervios comenzaban a abrumarla, como si un ejército de hormigas se moviera por su piel e incapacitara sus cuerdas vocales. La segunda eran las constantes imágenes que su cerebro reproducía sobre JungSook. Desde el momento en que había aceptado para sí misma que la castaña le atraía, había sido como si su inconsciente tuviera permiso de liberarse, por lo que constantemente se encontraba soñando despierta con tomar la mano de la castaña y besar sus labios.

La pelirosa se sonrojó ante la idea de besar a la chica. De entrada, le daba vergüenza pensar que JungSook tendría que inclinarse, puesto que era más alta que ella, pero después casi podía ver sus suaves labios rojos y percibir su aroma a mandarina, JungSook tomaría sus mejillas, sonrojada también y con la torpeza adorable que la caracterizaba presionaría sus labios contra los suyos y...

—¡Jimin! ¡¿Cuántas veces tengo que decirte que el desayuno ya está?! ¡Vas a llegar tarde!

Jimin pegó un brinco del susto y obligada a salir de sus fantasías decidió ya no intentar arreglar la lamentable imagen que su espejo le devolvía. Tomó su mochila, su sudadera negra y salió disparada al comedor antes de que su madre siguiera gritándole. 



—¿No pretenderás presentarte en la audición así verdad? —dijo Yoonji cuando la vio llegar a la escuela.

Jimin se encogió de hombros, el miedo dominaba sus actos y había pensado que era mejor no presentarse, aunque en el fondo le removía la consciencia pensar que cierta castaña, tal vez, esperaba verla.

—Minnie, sobre mi cadáver vas a subir a un escenario con esas pintas, tu pijama se hubiera visto más decente.

—¿Qué tiene de malo este look?

Yoonji arqueó una ceja y bajo su mirada para juzgar los tenis viejos y sucios, los pants grises y aguados, la apestosa sudadera negra que solía usar para los días en los que no tenía ánimos de nada y finalmente aterrizó en el rostro deslavado y su cabello enmarañado en un chongo irregular.

—¿Cómo quieres que te lo diga? ¿En orden alfabético o al azar?

—Yoonie, no importa... de todas maneras no voy a presentarme.

—¿Qué? Oh vamos Minnie, ya te anotaste, tienes una voz preciosa y siempre has querido cantar ¿Dónde quedó la confianza con la que te anotaste la semana pasada?

Jimin no había podido confesar las extrañas circunstancias en las que aquello había ocurrido, por un lado no quería escuchar las burlas de Yoonji todo el tiempo y por el otro, no le había contado a nadie su pequeño secreto, una cosa había sido aceptarlo y otra era decirlo en voz alta, era como si al decir las palabras en voz alta las cosas se volvieran reales, como si ya no hubiera posibilidad de escapar al aceptarlo, como un conjuro que ya no se podría deshacer.

—No hubo confianza.

Yoonji la observaba con gesto de no entender qué sucedía, Jimin no podía culparla, desde que se conocían había estado años contándole a su amiga que alguna vez participaría en un recital, cuando habían crecido prometio que lo haría en cuanto entrarán al Instituto, pero en su primer año el miedo había sido tan potente que ni siquiera había sido capaz de entrar a la lista para las audiciones, y en ese momento, lo había logrado por un impulso que nada tenía que ver con seguridad o confianza.

#2 Azul ☆ Jikookmin Fem O.S.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora