Capitulo Único

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Escrita por Lonso

Ilustrada por Florbe

Me encontraba tirado en el sillón, a pesar de que era lunes. No tenía preocupación alguna en el mundo, por lo que me hallaba mirando el techo pensando cómo podría sorprender a Eliot, ese chico pequeño al que adoro. Decidí esconderme tras la puerta para poder pillarlo por sorpresa.

Eran las 7:30 de la tarde. Eliot siempre regresaba a esa hora de la Universidad. Al sentir su llave en la chapa, corrí presuroso a esconderme. Vi como entraba lentamente llamando con cariño, como siempre hacía. Corrí y me tiré sobre el, cayendo ambos al piso.

—Aquí estás —me dijo, dándose media vuelta. Aproveché y lamí su mejilla—. No, basta, Máximo, me babearás todo otra vez —decía, aparentando estar molesto, pero se reía de buena gana. Seguí con mi ataque hasta dejarlo totalmente babeado. Después, se levantó y dirigió a la cocina—. Ven, Max, hora de comer.

Se sirvió y me sirvió, colocando primero mi plato. Después se sentó a la mesa, mientras yo comía a su lado.

—¿Sabes, Max? —dijo, mostrando una cara un poco tímida—. Me encontré con ese chico otra vez, Claudio, ese que estudia Educación Física. Estaba leyendo en la biblioteca y me de la nada empezó a conversar conmigo sobre la vida sana. Me quedé tan sorprendido que no pude ni siquiera responderle. Estaba anonadado porque me hubiera hablado, aunque fuera una simple charla de salud. No te puedes ni imaginar lo más sorprendente de todo…

Le miré, ladeando la cabeza con ojos inquisitivos.

—Me invitó a ir a trotar con él, dentro de una hora, en la entrada del parque —dijo feliz.

Qué bueno que haya dado un paso, después de tanto tiempo pendiente de ese chico.

—Pero no sé si ir o no —me dijo, dudando—. Es que… se ve tan heterosexual. Y no creo que me vea como lo veo yo a él. No quiero ilusionarme y sufrir una decepción. Mejor me quedo en casa —dijo llevando a paso tortuga su cuenco vacío al fregadero.

Me le acerqué rápidamente. Eliot siempre ha sido muy inseguro de sí mismo, por lo que siempre que puedo he tratado de echarle una mano. Él fue el primero en hacer eso por mí, cuando entró en mi vida.

Yo era muy pequeño. Caminaba por las calles de la ciudad buscando un refugio, debido a la fuerte lluvia que caía, empapándome. Yo corría sin rumbo fijo, muerto de hambre. Mi madre había muerto días atrás, en un accidente automovilístico. Jamás conocí a mi padre. Mis pasos se iban haciendo más pesados, y mi cuerpo comenzaba a fallar. La gente pasaba deprisa, ignorándome o mirándome con desprecio. Los niños intentaban acercarse, pero eran detenidos por sus padres, que murmuraba que no había caso, que estaba sucio y maloliente. Llegué hasta encontrar una pequeña caja, donde me venció el sueño y dormité agotado. Soñé con mi madre y con mis hermanos. ¿Qué sería de ellos? Desperté aterrado cuando sentí que la caja se movía. Me asomé inseguro por el borde y lo vi. Su mirada era diferente a las demás. Me sonreía y me decía tiernas palabras de aliento. Se quejaba del mundo por haberme dejado llegar a aquel estado, mientras me acariciaba con delicadeza, como si yo fuera algo muy frágil y delicado. Su tacto era suave, así que me animé y lamí cautelosamente su mano, decidido a entregarme a esa persona. Me llevó a su casa donde de inmediato me secó y me arropó, mientras me daba a beber leche de un cuenco. La consumí con desesperación, y al acabar, moví la cola en signo de gratificación. Me dormí en mi cama improvisada. Después de ese día, todo cambió. Él me llevo donde un tipo que me llenó de inyecciones y mimos. Me compró un lindo collar y obtuve mi nombre de sus labios: Máximo.

Hemos pasado muchas cosas juntos, me enseñó varias cosas, y nos damos fuerzas mutuamente. Algunas veces, él traía a otros chicos, y se encerraba con ellos en su habitación donde hacían cosas raras. A algunos, les ladraba agresivamente debido a sus malas intenciones. Eliot siempre me regañaba y encerraba en la habitación de huéspedes. Días después llegaba llorando a mi lomo, contándome que esos tipejos lo habían usado y nadie le hacía darse cuenta de ello, que yo era el único en el que podía confiar. Como ven, los humanos a veces son muy poco sensitivos en estas cosas.

Eres lo máximoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora