Noche de consuelo.

Cuando tocamos fondo.

Merlín sintió como sus labios se encontraban con los de él.

Ella abrió los ojos de golpe, la sorpresa era tal que se quedó congelada. Sus musculos se tensaron al instante, pero los dos se mantuvieron firmes, sin moverse, sin decir nada, casi sin respirar.

Ella ya había besado a otras personas en el pasado, incluso había llegado a pensar en cómo sería besarlo a él, pero nunca se imaginó que podría llegar a pasar.

Él siempre había estado tan unido a Elizabeth... A pesar de que en algunas vidas pasadas Elizabeth había contado con parejas antes de conocerlo a él, Meliodas siempre perteneció a ella y a nadie más, por lo que la sola idea de sus labios presionados contra los suyos era algo que nunca había considerado posible

Sin embargo descubrió que era bastante agradable y reconfortante, de modo que antes de darse cuenta de lo que estaba pasando se deslizó un poco hacia delante presionando mas sus labios contra los del demonio, quien al inicio no reaccionó, pero luego de unos segundos inclinó el rostro levemente y Merlín respondió con amabilidad, poco a poco aquel beso accidental se convirtió en algo más...

De repente la hechicera se pregunto que diablos estaba haciendo, besarlo a él era algo casi incestuoso considerando los años que se conocían y el tipo de trato que tenían, pero de algún modo se sentía tan bien que, llena de dudas y culpa repentina, ella se apartó un poco separando sus labios, sin embargo cerró los ojos.

¿cómo podría mirarlo ahora? No importaba que hubiera sido un accidente, el solo hecho de que ella se hiciera un poco hacia adelante ya era algo sugerente, pero para su sorpresa el rubio volvió a besarla, cálida y relajantemente, y ella automáticamente abrió lo labios y dejó de pensar.

Las manos de Merlín se posaron en las húmedas mejillas del demonio y sus bocas se movieron juntas, ella no supo en que momento fue pero casi sin darse cuenta las lenguas de ambos se encontraron, pudo sentir el sabor del vino que momentos atrás habían estado bebiendo, pero en la boca de él era un sabor aun más delicioso.

Aquél beso se había transformado de algo inocente a algo lascivo, Meliodas metió la mano entre el cabello de la hechicera y tiró de ella ferozmente forzandola recostarse en la cama mientras él quedaba sobre ella, sus bocas seguían unidas en un húmedo y caliente beso mientras Merlín lo abrazaba deslizando sus manos por la espalda del demonio, ella sabía cómo iba a terminar aquello, pero por alguna razón no podía parar.

¿Acaso ella quería esto? ¿Acaso él? No importaba, pronto dejó las preguntas de lado cuando sintió como el rubio la dejaba de besar, se incorporaba un poco estando todavía sobre ella y de un momento le abría el chaleco que tenía, exponiendo sus pechos frente a él.

Merlín se sonrojo al ver la mirada fija de él sobre ella, pero repentinamente el demonio se inclinó para besarlos, ella jadeó al sentir la lengua caliente de él en su pezón y el aire tibio que salia de su boca con cada respiración.

Ella pudo sentir como el placer comenzó a palpitar en su vientre mientras él dejaba sus pechos para subir y comenzar a besar su cuello, ella envolvió sus piernas al rededor de él, mientras él se acomodaba contra ella.

Sus manos se acariciaban mutuamente tirando de la ropa, Meliodas se abría la camisa mientras ella pasaba sus manos por debajo de la misma, sintiendo sus gloriosos músculos flexionándose con la tensión bajo su toque.

El demonio tomó sus piernas que se encontraban rodeándolo y las empujó hacia ella sujetando firmemente sus muslos mientras se acercaba para nuevamente para chupar sus ahora duros pezones,

Merlín jadeando estiró su mano hacia la entrepierna de él, y se sorprendió al sentir que aquel era un miembro más largo y grueso de lo que imaginaba para alguien de su tamaño, estaba completamente duro y ella lo acaricio a través de la tela de su pantalón, mientras él, jadeando por el placer que su tacto le daba, chupaba con más fuerza su pechos.