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¿Y si este lugar fuera es el infierno de otro planeta?, no lo sabía, solo sé que él era parte de aquel ardiente lugar o en pro de esta teoría, era él mismísimo infierno, pero ¡joder!, me sentía que subía al jodido cielo cuando me tocaba.           

¿Qué si él era un ángel? , pues no tenía ni la menor idea, solo sabía que era tan ardiente como el mismo infierno, y a decir verdad algunas veces en esta vida hay que jugar con fuego si no quieres morir de frio.

Pero estaba ahí, entre lo que me dolía y lo que me gusta, entre lo que me hacía sentir tan bien que era malo para mi, era una de esas drogas que te embriaga desde la primera vez que te le acercas. Él era así, a veces me preguntaba como sonreía tan bonito al estar tan roto y triste, las palabras no alcanzan para describir lo preciso que era, porque él era arte y la belleza del arte es infinita e indefinible porque para cada espectador significaba algo diferente y nuevo.

Dolía, sí, dolía. Pero era ese dolor lo que me hacía apreciar la vida, lo que me hacía sentir viva.

Y ¡joder! Con él nunca podré definir que sentía, si era amor o vicio, pero solo sabía que estaba dispuesta a tener el privilegio de salir lastimada las veces necesarias para estar a su lado.

Pero, todo en esta vida tiene un pero, se había ido. Ya no más. Ya no más él. Ya no más nosotros. Ya no más yo. Una parte de mi se había ido junto con su repentina partida de este mundo. Aunque a decir verdad nunca formo realmente parte de este, porque era tan especial y diferente que era difícil pensar si realmente era un simple mortal con un belleza interior de otro mundo.

Recuerdo que en nuestra despedida me había quedado debiendo otra charla a corazón abierto. Una de esas donde te vuelves vulnerable a voluntad y llegas a disfrutar la vulnerabilidad del otro en una forma poco convencional pero sana de alguna manera.

Pero ya toda posibilidad de tenerlo se había alejado, al igual que su cuerpo del mio, se había detenido cualquier oportunidad de volver a sentir el latido de su corazón, porque irónicamente este también se había detenido.

Él era lo que yo deseaba y no poseía, tan divino que era un crimen siquiera querer poseerlo, por eso era de mis delirios favoritos, pensar en solo fuera mío, tatuar mi nombre en su piel con mis labios, haciéndose desear lo suficiente para para volverse adictivo.

Estaba tan cerca, pero tan lejos para nunca sacearme, él era todo, menos completamente mío... era mi asíntota.

Asíntota® [One-shoot]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora