Segunda Carta...

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24 de julio del 2018

Para: Mi Dulcinea.

Soñé que te entrelazabas contra las nubes,
las cuales te ceñian a lacadera
un vestido blanco como la orquídea.

Soñé que el aroma de tu pelo venía impregnado de arena,
media luna sobre tu cabeza
y una sonrisa brillante como luz del día.

Tus ojos eran paisajes en los que me escondía,
en los que descubría un sitio nuevo, lleno de vida.
Un mundo curioso y sin agonía;
ni mentiras ni anciedades,
no conocía el hambre y sed no padecía.

Soñé que todo regresaba a la normalidad,
el universo estuvo de mi parte para gobernar tus labios y me convertiste en amo
de tu bio-di-ver-si-dad.

Nacían algunas plantas en las palmas de tus manos
y tus dedos eran ramas de las que caian manzanos;
sus gusanos se esxtinguieron con tu renacimiento,
en el cuál me quedaré soñando aunque parezca que estoy despierto.

Soñé que desplomabas las estrellas que brillaban con claridad
en la oscuridad que se halla en la profundidad del mar.

¡Soñé que éramos sólo tu y yo! escondiéndonos del tiempo,
en huertos de recuerdos que volaban en cuerpos de mariposas
¡por supuesto;
podía cruzar mis sueños tan fácil como pasa el viento,
el mismo que respiras para desahogar tus llantos.

Soñé que las risitas que echaba la tierra
eran las flores más hermosas de tu primavera,
las que deseo regar antes de que alguna marchite,
antes de que el insomnio me impida regresar a tus tierras,

antes de que llegue la vejez y olvide lo maravillosa que eras.

¡Soñé que te tenía, que te perdía!
no puedo soñarte toda una vida.
Pero si podía
describirte en poesía
o en lo que sea para recordar desde mi senectud; tu sonrisa de día...

Soñar es morir,
mi vida escasea,
aún te sueño,
y cuando escribo esto, digo:
-Te quiero.

Posdata: Nathanael.

Para: Dulcinea.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora