Puedo escribir que mantengo en mi mente aquel dia como si lo hubiese vivido ayer, pero, ya han pasado varios años. Recuerdo cada detalle de aquel particular día. Se que realmente esta historia no es mía pero no puedo negar haber sido parte de ella. Esta historia es de un hombre que al leer sus letras mantuvo a mi vida realmente presionada para buscar una respuesta entre las tantas cartas anónimas que el mandaba. Así que haré lo posible para describirles las cosas tal y como son de verdad.
Las personas extrañas formaban parte de mi vida hace ya tres años. No sólo hablo de esas que veo a diario al entrar al café, también de aquellas que se expresan por medio de un papel y un bolígrafo. Trabajo a tiempo completo en la oficina de correos de la ciudad haciendo de las cartas mi pasatiempo y la forma más rápida para aburrirme. Muchas de ellas eran mandadas de calles cercanas a mi vecindario y otras de fuera de mi ciudad. Mi trabajo era ponerlas en un librero extenso que tenia señalados direcciones y ciudades a las cuales las cartas irían a parar y claro que también estaban las molestas cartas sin dirección a la cual llegar y tenia la obligación de depositarlas en espera.
Aveces he estado demasiado aburrida que es curioso abrirlas y leer su contenido; unas tantas eran las típicas de amor, las que casi a menudo me aparecían, otras mas eran viajes o experiencias personales. Nada anormal.
Una vez leí una dónde una chica se mudaria de ciudad y tendría que dejar a su novio y la cosa estaba buena ya que ella dejaba las cartas sin terminar y eso me dejaba a mi y al pobre chico en suspenso. Estaba mal abrir el correo ya que me quitarían un porcentaje de mi sueldo pero no encontraba en que más entretenerme. Las horas en ese pequeño salón eran marcadas por un reloj de pared que parecía estar retrasado por un mes y que predecía mi hora del almuerzo.
También contaba con Clau, la típica compañera que llegaba una hora tarde y solo la veías vagando por las instalaciones sin un punto fijo en el cual quedarse. Ella tenía la suerte de tener el turno de las tres a las cinco y yo platicaba ese tiempo con ella o abríamos unas cuantas cartas. Ella tenía un buen y desarrollado sentido del humor que hacía que mi estomago doliera de tantas carcajadas.
-Llegue y le dije, me podrías dar una hamburguesa a la huerfana- me contaba Clau.
-Entonces me pregunto ¿y como es eso?- se detuvo para contener la risa. -Sin papas- Reímos demasiado ese turno. Aunque sus chistes eran demasiado absurdos la forma en la que los contaba hacía que muriera de risa.
Clau no duraría más tiempo trabajando con mi turno ya que llevaba unos cuantos reportes acumulados. A ella no le importaba pero ya se aproximaba ese momento.
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Cartas Anonimas
Short StoryMia es una mujer solitaria que trabaja casi todo el tiempo en la estacion de correos de la ciudad. Clasificando varias historias y aventuras desconocidas, encuentra unas cartas anonimas de un hombre que le haran reflexionar sobre los problemas que e...