Capitulo 1

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Oigo el zumbido de un mosquito, gracias al cual me despierto cabreada. Un día normal, como otro cualquiera, dispuesta a vivir mi vida rutinaria: levantarse de entre los escombros, o si hay suerte, de unas cajas de cartón, después buscar comida y pronto aburrirse de no encontrar ningún manjar y ponerse a buscar algo con lo que entretenerse hasta que el hambre me corroa para, seguidamente, mendigar o robar alguna cosa insignificante de la que no puedan penar.

Hoy me encuentro en un sitio nuevo, parece ser que ayer me dormí en uno de los callejones que da a una avenida importante: Buckstones. Me dispongo a comenzar a andar. Paso por unas tiendas con nombres extraños, como Douchka o Ralph Lau… no sé que. La gente me mira, supongo que será por mis pelos de loca, o por mi sucio aspecto, pero dudo que sea por el tipo de ropa que llevo porque (creo yo) no voy muy barriobajera a pesar de ser una especie de vagabunda. Vamos, creo que a una niña de 16 años de la que no se acuerda de nada más que de un mes atrás y que lo único que sabe es que vive en la calle ya que, según le han contado, su madre no tenía dinero para mantenerle (cosa que creo que es mentira), no se me podría considerar una vagabunda, así que se me podría llamar, chica que no tiene rumbo, a lo que yo le he llamado una sinrumbista.

He pasado el día sentada en la puerta de ese tal Douchka, a ver si conseguía algo de dinero. Reviso mi vaso, que he encontrado por ahí tirado. Solo he recaudado 2’5 libras, lo que igual me dará para un pan, así que no está mal. Me levanto, voy a la panadería. En efecto, me ha dado para un pan y una galleta pequeña. Supongo que por hoy está bien. Al cabo de 10 minutos me he comido medio pan. Me doy cuenta de que como muy rápido, o será por el hambre, supongo. Decido guardar un poco para luego. Me dirijo hacia el final de la avenida, cada vez hace más frio debido a que se está poniendo el Sol, así que calculo que serán sobre las 7 de la tarde. Me voy a buscar sitio para dormir esta noche. Encuentro sitio en un banco, algo que no es muy cómodo, pero no está mal. Poco a poco noto como se me van cerrando los ojos y comienzo a soñar.

Estoy corriendo, cogida de la mano de una señora. No sé a dónde vamos ni de que corremos, pero si lo estamos haciendo, supongo que será por algún motivo. Nos detenemos detrás de un contenedor. La mujer parece asustada y exhausta:

-Ashley, hija, tranquila. – me dice – Tienes que procurar hacer el menor ruido posible o nos encontraran, ¿de acuerdo, cariño? – Asiento. Al parecer dice ser que soy su hija, pero no me dispongo a preguntar.

Se oyen pasos. Estoy asustada, no sé el motivo, pero sí sé que lo estoy. La mujer es guapa, rubia y de unos grandes y preciosos ojos marrones. Se le ve asustada, al igual que yo.

-Tenemos que cogerla, tío. Si no el jefe nos matará – susurra el hombre del que en teoría huimos –. Además si el mundo se entera de lo ocurrido, ella podría ser muy peligrosa. Especialmente para nosotros.

Estoy de cuclillas. Soy pequeña y no tengo fuerza para mantenerme, así que me voy hacia atrás. Intento hacer el menor ruido posible pero aun así creo que han oído algo. Mi supuesta madre me coge y me tapa la boca con la mano para que no se me oiga. Tengo los ojos cerrados. De repente noto que algo me coge y me alza. Empiezo a patalear. Mi madre me intenta coger, pero ya me han metido en su coche.

Me despierto de golpe, asfixiada, con el pulso a tope. Todo era un sueño, una pesadilla.

Lo único que sé es que no sé nadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora