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Salí enojadísima de mis clases, esto ya es de costumbre.
Llegué hasta mi carro ignorando a cualquiera que se pusiera en mi camino, no quería lidiar con nadie ahora.
Me coloqué mis lentes de sol y conducí hasta un puesto de comida china, tenía antojo y a parte a mi familia le encantaba.

Era un puesto pequeño a orillas de una avenida en plena carretera, pero era la mejor comida china que he probado en mi vida.
Estacioné mi carro un poco alejado debido a la locación del puesto y bajé solo con un poco de dinero.

Estaba formada detrás de una señora casi a punto de ya ordenar. Estaba un poco lleno.

–Vaya.

Ay no, por favor no.

Quité mis lentes y me limité a no decir nada, pero realmente estaba nerviosa.

Me mordí el labio inferior y agradecí que la señora que estaba en frente de mi se retiró.

Ordené mi paquete y Jos se pasó a la fila de al lado.
Como el pidió solo un poco le atendieron más rápido.

–70 pesos. -Escuché que le dijeron.

–Se cobra también el de la señorita.-me guiñó el ojo.

Y ví como pagó con un billete de doscientos pesos.

–Claro que sí.- dijo el chico que atendía.

Yo solo rodeé los ojos y sentí como pasaba detrás de mí para luego escuchar el motor de una moto.
Como olvidarla.

Llegué a mi casa, aún más abrumada de lo que ya.

–Familia. -grité alargando la "a"

–Señorita, sus padres fueron a recoger a Emilia al médico, sé sintió mal de último momento en la escuela.

–Gracias Anto, ya les marco.- dije sacando mi teléfono algo preocupada por mi hermana.

-Ah, y ya te dije, dime Melanie.

Llamé a mis padres y dijeron que ya venían, lo de Emily solo fue un mareo, al parecer se había mal pasado y no comió a sus horas por tanto estudiar y ballet.

Subí a mi cuarto para recogerme el cabello y ponerme algo más fresco.

–Anto, ¿Me ayudas a poner la mesa en lo que llegan mis papás?

–Si, mi niña.

Estábamos ya en lo último ordenando unas cosas y hasta que en eso, por fin llegaron mis padres con mi hermanita.

–¡Melanie!- gritó Em con sus brazos abiertos a mi.

–Em, no quiero que te desveles tanto, yo sé que eres muy inteligente y si no te me cuidas... No más ballet.- hice una mueca.

–No va a volver a pasar, hermanita.- acarició mi mejilla y dió un beso en ella.

–Vamos a comer.- dije feliz

Ver a mi familia toda junta y sin peleas no saben lo bien que me hacía sentir.
Al voltear hacia la mesa ví a mi mamá sirviéndose y a mi papá y con un bocado en la boca.

–Sí que tenían hambre. - dije divertida y sirviéndole a Em.

–Mucha, hijita. -dijo mi madre

Comimos muy tranquilos y lo más importante, todos estábamos felices todos.

–Bueno, pancita llena corazones felices, he terminado. - dijo mi papá levantándose de la mesa.

–Gracias por esta deliciosa comida, beba. - me revolvió el cabello.

–De nada Pa', ¿Irás a trabajar?

–No, mi amor, tu madre y yo estamos muy cansados y nos vamos a quedar por hoy.

–Vale, te amo.- me dió un abrazo y subió a su recámara.

Mi madre y Emilia también terminaron y subieron.
Yo, por ser la que más lento come, me quedé al último.

–¡Anto!- grité

–¿Qué pasa?

–¿Gustas comer conmigo?

–No, muchas gracias bonita, mejor veré lo que hay en la cocina.

–Como crees, ven, hazme compañía.

Tomó comida del recipiente y tuvimos una plática súper linda.

Con Anto, siempre puedo contar y lo sé, siempre está en la casa y de verdad agradezco que no me deje sola.
Ella es de Cuba, tiene 30 años y emigró a México desde pequeña, pero perdió a su familia. Ella trabaja aquí en la casa de Mucama, aunque yo no la miró así, si no como una segunda mamá.

Toda la tarde la de disfruté con mi familia, vimos películas y reímos mucho. Cómo extrañaba esto.
Ya dormí un poco tarde, y mañana tenía escuela.
Muy mal yo.

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⏰ Última actualización: Aug 01, 2018 ⏰

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Perdóname. j.cDonde viven las historias. Descúbrelo ahora