Durin Yunquemar es el ultimo heredero de la Casa Yunquemar, venerable familia de Daimahs con profundas raices en Tol Barad y conocida durante generaciones en ese continente por ser personas de bien con gran capacidad para la metalurgia, la ciencia, y la estrategia. Ademas, esta familia cooperó activamente con el reino de Garlin, consiguiendo así una posición elevada y una voz respetada por los reyes de dicho reino.
Durante su infancia, el padre de Durin, Barund, y su madre, Astrid, le inculcaron sus valores desde muy joven, y le instruyeron en el arte de la cienca, metalurgia y los conocimientos arcanos. Hasta que cumplió 27 años, Durin no había salido del condado de Yunquemar nunca, un valle extenso de rebosante naturaleza y vegetación alpina, con grandes arboledas, un rio, un pequeño castillo y un torreón mas al fondo del valle. El lugar ideal para el crecimiento de un Daimah.
Barund servía a su vez como consejero de la corte y comandante del ejercito del reino de Garlin, hasta que preparó lo suficiente a Durin para introducirlo al ejercito Garlí. Durín demostró ser mas que capaz para su tarea y ascendió rapidamente escalafones, ayudado desde arriba por su padre y por la reputación familiar y prontó asumió el puesto de segundo al mando en el ejercito, siendo su padre su único superior.
Durante siglos las relaciones entre Garlin y el otro reino significativo del continente, Soladia, fueron hostiles, con varios enfrentamientos y conflictos a lo largo del tiempo pero sin ninguna guerra abiertamente declarada. Y mientras Durin subía escalafones, las tensas treguas que pendían de un hilo se rompieron del todo y estalló la guerra entre ambos reinos. Durín comandó varias legiones en contra de Soladia, ganando innumerables batallas y avanzando rapidamente.
Sin embargo, en su ímpetu y sed de victoria, se olvidó de los valores que le habían enseñado sus padres. Aceptó tacticas sucias, crueles, y crecientemente utilizó tacticas mas brutales para asegurar la victoria. Su padre, observando los avances de su hijo desde la capital, no aprovaba sus tacticas, sin embargo, las consentía como medio rapido para garantizar la victoria. Hasta que Durin se pasó de la raya. Sacrificó a un pueblo entero para provocar la ira de Soladia y forzar al ejercito de Soladia a atacar y entonces tenderles una emboscada con todo el ejercito Garlí.
Ganaron la batalla, sin embargo, aquellos metodos llegaron a oidos de su padre, quien, muy apenado, decidió darle una represalia a su hijo. La siguiente batalla de Durin fue contra el ejercito personal de Barund, quien había expuesto los metodos al consejo, al rey y al pueblo y había decidido tomar responsabilidad por ellos. Las brutales tacticas no fueron aprovadas por casi nadie y rapidamente culparon a Barund al ser este quien daba las ordenes por encima de Durin, y el aceptó las acusaciones. Quedando Durin como primero al mando, el rey le mandó apaciguar al ejercito de su Padre y los que lo defendían.
Fue una dificl batalla que duró semanas. Barund y Astrid lucharon juntos y se atrincheraron en Monolito del Valle Largo, el castillo de la casa Yunquemar, y utilizaron todos los medios a su alcance para derrotar a su hijo. Las historias cuentan que Barund, con tan solo mil hombres, resistió meses el asedio de Durin, cuyas tropas superaban a las de su padre a razon de 10 a 1. Durante aquella larga disputa, a la sombra de los acontecimientos, se urdía la venganza de Soladia contra Garlin.
El final de aquella disputa fue difuso para las masas, y nadie sabe exactamente como acabó Durin, quien fue reconocido como un brillante defensor del reino, con Barund, quien pasó a la historia como un traidor idealista, cuya inteligencia y estrategia superaban con creces la imaginacion de este mundo. Tras muchos meses avanzando por el valle hasta el castillo, y muchas semanas asediandolo, pasaron dias avanzando por los pasillos y torreones del castillo. Hasta que finalmente, en una ultima ofensiva, Durin confrontó a sus padres directamente. El combate duró eternamente para los tres, pues era una situación muy dolorosa para una familia que habia estado muy unida tan solo unos meses atrás.
En la torre mas alta del castillo, en las almenaras, el ímpetu y determinación de ganar fueron reducidos a cenizas cuando su padre le explicó por qué había provocado todo esto. Durin pensó en ello y recordó los valores que había perdido en el fragor de la batalla y en las ansias de victoria y reconocimiento. Sin embargo, su padre era contundente en las lecciones que transmitia a su hijo. Lo acompañó a las almenaras, y le enseñó los estragos que el combate había provocado en su hogar, en su valle, en su familia, en sus sirvientes y sus vecinos de pueblos cercanos. Le enseñó el horror que había provocado, y le recordó que no era siquiera comparable a la masacre que Durin había hecho en Soladia.
Tras decirle esto, unos soldados de Garlin entraron en la sala y asesinaron a Astrid por la espalda, y al ver esto, Barund desató su poder derrumbando el castillo bajo sus pies, manteniendo en el aire tan solo las losas que estaban bajo los pies de Durin y Barund. Se creó el silencio, ambos ejercitos murieron en aquellos instantes. Barund comprendió lo que había hecho, le recordó a Durin que pese a todo lo ocurrido siempre lo querría, y se arrojó al mar de nubes. Durin cayó a los escombros del castillo, confuso, shockeado.
Volvió a la capital de Garlin montado sobre un caballo, y acompañado por un puñado de hombres que sobrevivieron a aquella catastrofe. Las multitudes recibieron a la compañia con caras de preocupación, aunque con esperanza y alegría. Sin embargo, quien los recibió en la sala del trono fué el cadaver del rey, y una guardia pretoriana de Soladia, acompañando a el campeón de Soladia, Ruth, sentado en el trono. Posteriormente, fueron encerrados y condenados a muerte unos meses mas tarde. El día de su ejecución, el pueblo ayudó a Durin a escapar a su destino, y le ayudaron a buscar el exilio ofreciendole un barco en pago de sus dias como comandante.
Así, Durin, con 45 años, se exilió de su tierra natal, profundamente arrepentido por todo lo que había ocurrido, agradecido con su pueblo, y preocupado por el estado en el que dejaba el reino de Garlin. Durín iba solo en el barco, que simplemente dejó avanzar en linea recta durante varias semanas hasta toparse de frente con otra isla habitada. Con la casualidad de que otro barco zarpaba hacia una remota isla rodeada de tormentas y a la que nadie deseaba ir, vió un lugar donde vivir tranquilamente el resto de sus dias sin hacer daño a nadie y subió al barco.
Pasó 58 años en aquella isla alejada de la mano de Dios, decidido a no hacer daño a nadie y se obsesionó con la otra rama del legado de su familia: la ciencia, la herrería y la alquimia. Durante todos esos años, perfeccionó y mejoró su tecnica y conocimientos en el campo, llegando a trabajar dia y noche en artefactos fallidos para asegurar que su familia fuese recordada con honor y admiración en un futuro, para dejar algo a los que vengan detrás de él, aunque no pensba tener descendencia.
Durante ese tiempo estableció un comercio no demasiado fructifero en aquel pueblo. Todo ese tiempo cambió su caracter y forjó una nueva determinación con el paso del tiempo. Añoraba en cierto modo los dias de antaño en los que disfrutaba de las comodidades de la vida y tenía una familia en quien confiar, y añoraba el luchar vivamente por algún fin. También creó el nucleo durante este tiempo, un artefacto que sería la base para la mejor armadura que el mundo hubiese visto jamás, un proyecto de vida.
A los 100 años, Durin se acabó de aburrir de esa vida sin demasiada acción, y con sus renovadas fuerzas, su nuevo caracter, su mayor entendimiento de la vida y sabiduria, y los puntos de vista tanto de un noble rico y venerado como un campesino pobre y desconocido, buscó poco a poco aventurarse de nuevo.
Hasta que encontró a cierto grupo de aventureros cuya misión podría decidir el destino del mundo, y decidió tomar papeles en el asunto, con la esperanza de encaucar la empresa hacía el bien común...
