Dormir juntos
Cuando Taiga y Tetsuya duermen siempre lo hacen abrazados. No importa si es verano, o invierno.
La forma en que debe ser es así.
Es como si sus cuerpos encontraran el camino para juntarse de forma natural. Ya sea en una cama, o en el sofá, uno de ellos debe estar enredado entre los brazos del otro.
Taiga solía reírse cuando el peli celeste trataba de abrazarlo por la espalda, sus brazos cortos apenas si podían rodear su torso y unir sus manos en su abdomen. Pero a Tetsuya le gusta sentir la calmada respiración del pelirrojo cuando duerme, como los músculos de su espalda se expanden ante cada respiración. Lo tranquiliza, de una forma que no podía explicar.
Al pelirrojo realmente no le importaba quien abrazara a quien, mientras estuvieran de esa forma al dormirse y despertar nada más importaba.
-¿No les resulta incómodo?- pregunto una vez uno de sus compañeros de equipo durante una excursión para entrenar.- Digo, dormir tan pegados, sin poder moverse bien. Yo no resistiría estar en una sola posición por no querer incomodar al otro.
Kagami respondió con que el dormía como tronco, por lo que no sabía si se movía mucho o no. Kuroko por otro lado contesto que al ser Taiga tan grande aun si no durmieran abrazados ocuparía su espacio, y lo despertaría. Realmente no le importaba.
Después de todo así es como debía ser.
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Cuando Yukio y Ryota duermen siempre es con el rubio abrazado como koala a su senpai.
Kasamatsu tenía el sueño ligero así que siempre sentía cuando Ryota lo abrazaba. Se dormía sin el rubio abrazado a él, pero despertaba con la mata de pelos rubios escondida en su cuello.
Al principio le incomodaba, los brazos del rubio lo rodeaban con fuerza y terminaban aferradas a su piel, sus piernas siempre terminaban enredadas, el rostro del rubio siempre oculto en su cuello haciéndole cosquillas con su respiración.
O despertaba sudado o asfixiado. Los jalones de cabello no dejaban de llegar para que lo soltara. Por más que tratara de escapar del calor de Ryota este siempre lo atrapaba.
Por otro lado, el rubio tenía una razón muy fuerte para aferrarse al mayor.
Cuando iniciaron su relación Yukio ya iba a la universidad, y casi no lo veía. Solo cuando el salió del instituto el dormir juntos fue más común.
Por eso cada vez que Kasamatsu se quedaba en su departamento o él se iba a dormir al del pelinegro, se aferraba a él con fuerza para así no dejarlo ir.
Había veces en las que temía que cuando despertara estuviera solo; por eso prefería aguantar los golpes antes que dejarlo ir.
Cuando Yukio se enteró de la razón lo dejo abrazarlo todo lo que quisiera.
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Para Midorima dormir con Takao era un suplicio.
Fiel a su personalidad Kazunari no se quedaba quieto ni siquiera para dormir. Brazos y piernas volaban y golpeaban lo que hubiera. Las sabanas podían terminar todas revueltas y las almohadas en el piso, pero el pelinegro dormía plácidamente sin enterarse de todo el jaleo que hacía al descansar.
El que pagaba era Shintaro; quien tenía que soportar las patadas y brazos volando directamente a su cara despertándolo e impidiéndole dormir.
Con el tiempo Kazunari se había calmado un poco y su dormir era más tranquilo. Pero en las noches en que estaba particularmente inquieto el peliverde ya había encontrado la forma de impedir que sus extremidades lo golpearan.