piccolo Samuele 1

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Italia, 1894

-Samuele podrias apurar el paso por favor? -su madre le reprocho mientras apuraba el ritmo de su andar- llegamos tarde a la misa.

Samuele rodo los ojos y camino de la mano de su pequeña hermana por las calles del pequeño pueblo amurallado de Corinaldo. Era ya una constumbre que la familia se dirigiera cada domingo en la mañana a la iglesia del pueblo, lo cual el consideraba una perdida de tiempo ya que la ni la dichosa constumbre ni los resos repetidos de sus padres lograban traer pan a la mesa.

-Samuele, puedes cagarme? -la pequeña hermana lo miro con ojos cansados.

-Claro que si Agata -le sonrio para luego inclinarse y tomar a la pequeña en brazos.

Samuele no culpaba a su hermana por estar cansada, la pequeña no habia probado bocado desde el sabado en la tarde, y el no estaba muy lejos de estar igual que ella, pero aun asi disimulo su propio cansancio y la cargo hasta la puerta de la iglesia donde su madre se la quito de los brazos.

-Deja a Agata un rato, debes ir a confesarte -Samuele rodo los ojos.

-Pero si no tengo ningun pecado Mama.

-Todos tenemos pecados, y tu eres la excepcion asi que ve.

Solto un pequeño suspiro inconforme pero aun asi no protesto, al fin al cabo eso le permitiria perderse parte de la aburrida misa. Se dirigio hasta la pequeña capilla ubicada en una pequeña habitacion dentro de la iglesia, al llegar a este se ubico de rodillas a un lado de estas y suspiro antes de hablar.

-Santa Maria siempre virgen -Hablo la voz al otro lado de la rendija.

-Sin pecado concebido.

-Dime hijo, en que te puedo ayudar.

Samuele levanto la vista al escuchar aquella dulce voz, miro a traves de los pequeños espacios entre las rendijas y se encontro con un joven de rasgos finos y delicados, de delgados labios y de cabellera clara, se quedo totalmente atonito ante aquella vision, era lo mas hermoso que habia visto en su corta vida.

-y-yo he pecado padre -hablo sintiendo un pequeño nudo en la garganta al no poder apartar la vista de aquel precioso joven.

-cuentame de tus pecados hijos.

El joven al otro lado de la rendija se giro mirando a Samuele, dejando a este ver por primera vez sus castaños ojos. Samuele sintio que por primera vez, estaba presenciando un milagro, por primera vez estaba creyendo en tan aclamado Dios y en que este habia puesto un angel justo enfrente suyo.

-soy vulnerable a los pecados de la carne padre..... -Samuele hablo sin medir sus palabras ni apartar la mirada de esos preciosos ojos- Dios ha puesto frente a mi su mas perfecta creacion y yo, yo no soy mas que un simple mortal que no puede huir a la dicha de mirar tan divino ser -trago antes de seguir- pero digame usted padre.... como algo tan precioso, tan puro e inocente puede ser pecado?, No creo que sea una tentacion del diablo padre, ya que estoy seguro que lo que tengo frente a mis ojos es un angel....

El joven padre al otro lado de la rendija trago saliva sin poder apartar su mirada del joven de cabello negro azabache y ojos azules arrodillado a su lado, su mente se sentia aturdida ya que podia jurar que aquella confesion que acababa de oir iba mas dirigida a el que a su propio Dios.

-Aveces Dios nos hace presenciar milagros para reforzar nuestra fe -se dijo mas para el mismo que para el chico.

-Pues usted Padre me acaba de convencer que el cielo existe, y que esta justo donde usted se encuentre....

El joven padre rio sonrojandose escadalosamente y agradeciendo que la rendija ocultaba parte de este, Samuele por su parte se limito a sonreir.

-Puedo tener la dicha de saber el nombre de quien me ha hecho sentir mas cerca de nuestro señor?

El clerigo bajo la mirada dudoso y guardo silencio por un momento hasta que por fin respondio.

-Alessio.... -rio un poco- aunque no creo que sea oportuno decirtelo hijo.

-Mi nombre es Samuele Padre -Sonrio- y tiene usted razon, no es oportuno, asi que, que le parece si desde ahora lo llamo usignolo?

-me parece perfecto piccolo Samuele  -Alessio sonrio ante el tierno apodo.

-Es hora de marcharme usignolo -Samuele le sonrio una ultima vez- Que Dios lo bendiga padre....

-Que Dios te acompañe piccolo Samuele...... -sonrio viendo embobado como aquel joven se marchaba.

Alessio se paso el resto del dia meditando en sobre lo que habia vivido aquella mañana, pensando en esos ojos azules y cabello oscuro que habian estado rondando su mente desde el momento en que los vio, preguntandole a su Dios si aquello que sentia estaba mal, discutiendole como algo tan puro y precioso podia siquiera rozar el pecado.

Suspiro abatido por todos los pensamientos en su mente, rogandole a Dios que le enviara una señal de si aquello que rozaba su mente era o no de su agrado.

-Padre Alessio?

Alessio se giro para ver a una pequeña niña en la puerta de la iglesia.

-si pequeña?

La niña camino hasta estar frente al joven y le estiro una pequeña hoja doblada.

-Me encomendaron que le enviara esto -la niña lo miro curiosa- no es usted muy joven para ser padre?

-Tengo 19 querida -rio y tomo la carta en sus manos- muchas gracias querida.... -hizo una pausa esperando que la pequeña le dijera su nombre.

-Agata -Sonrio- y sigo pensando que es usted muy joven.

-tienes razon Agata -rio Alessio- que Dios te bendiga.

La pequeña le sonrio una ultima vez antes de marcharse, Alessio fijo su vista en el pequeño trozo de papel y lo desdoblo para disponerse a leerlo.




Usignolo.......

Esta mañana has hecho que vuelva a creer en Dios, algo que ya daba por perdido, durante años me cuestione la manera de obrar de nuestro señor pero hoy querido usignolo, estoy seguro que me ha puesto a su angel mas precioso para devolverme la fe.

Hoy he vuelto a creer en el cielo, ya que lo he visto en tus ojos, tambien he vuelto a creer en el paraiso ya que lo he sentido a tu lado, y he creido en Dios mas que nunca ya que senti su gracia llenarme el alma cuando estuve a tu lado. Y por ultimo, ahora creo en los milagros, ya que tu eres uno de ellos.

Att: piccolo samuele.





Alessio sonrio totalmente embobado, estaba seguro que aquello era la señal que le habia pedido a Dios.

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