Era una fría mañana de otoño en Alemania, las hojas yacían marchitas en los árboles de un color anaranjado o café cálido, y las pocas personas que había en la calle estaban abrigados de frío y totalmente con caras de agobio.
La misma cara que yo tenía en estos momentos dirigiéndome a la casa de mi mejor amigo para ir a la escuela, lugar que odio profundamente, compañeros realmente idiotas, creídos y algunas que otras, rubias huecas.Dieciséis años, y caminando sola con una mañana totalmente helada en Alemania.
Le pregunté miles de veces a mi papá –que por cierto estaba muy dormido- y se negaba rotundamente entre sueños que no saldría para traerme hasta la casa de mi amigo.
Un vago de primera por no querer levantarse aunque entiendo el porqué: hoy trabajará al mediodía hasta tarde, así que estaré todo lo que resta del día sola.
Sola porque si.
Mamá desapareció de lo que sería, mi vida, cuando cumplí ocho años. Se separó de mi papá y por ende, se separó de mi también. Aunque dice ser una madre presente, yo no lo creo así mientras me siga llamando una vez por semana desde España, encima al parecer se encontró una persona para convivir mejor y formar una linda familia, por lo que mi padre y yo no entramos en ese contexto.
Fuera de esto, soy una persona totalmente feliz con mi papá a pesar de todos los problemas que tuvo que lidiar.
Cuando llegué a la casa de mi mejor amigo, toqué timbre y como siempre tuve que esperar unos minutos para que me abra. Me mordía las uñas por instinto y al mismo tiempo, me dolía. Estaba impaciente porque este maldito no me abría la puerta y me estaba muriendo de frio.
Seguramente debe estar cambiándose o todavía ni se levantó.
Maldito mejor amigo dormilón.—Al fin, Tom Kaulitz -le dije mientras él me habría la puerta-
—Perdóname, pero sabes como soy -sonrió- hace un frío helado aquí. Ven pasa.
Entré con suma seriedad a su casa, él debía estar cambiado, preparado, perfumado y todo...¡El aún estaba en pijama! Y Tom llama pijama estar en boxers hasta las rodillas y con una camiseta así nomás.
Rápidamente nos fuimos a su habitación.
Mientras se cambiaba de ropa con sus ropas anchas, me hablaba de la chica con la que se había acostado la noche anterior. Yo lo escuchaba atentamente acostada desde su cama.
Cualquier persona pensará mal porque una chica, como yo, no debe entrar a la habitación de un chico cuando se cambian, pero nosotros somos como hermanos.
Hermanos que se vieron crecer desde los 7 años.—Tu no entiendes, Emma. -me dijo mientras se acostaba a mi lado-
—Sí te entiendo, soy tu mejor amiga. –contesté mientras me revisaba las uñas- Una noche, ya lo sé. Pero no ves que la pobre de Kate ¿Sufre? –arquié una ceja mientras evitaba no reírme.-
—Nunca me amarrare a una relación, estas loca. –sonrió-
Entiendo perfectamente todo: Mi mejor amigo, un mujeriego de primera. Son de esos los cuales buscan a su objetivo, apuntan hacia donde disparar, disparan y luego lo rompen. En palabras humanas, se la tira y después la deja con el corazón roto.
Ahí tienen "mujeriego de primera".
Mejores amigos, desde que tengo memoria, porque nos conocimos en la escuela. Obvio que lo entiendo y mucho más con los años que llevo conociéndolo.
El tiene a su hermano gemelo llamado Bill, que también es uno de mis mejores amigos, pero últimamente se separó mucho de nosotros ya que esta de novio con una chica llamada Kristen. Es muy buena persona por lo poco que conocí de ella aunque como toda amiga celosa siempre hay algo malo.—No digo eso, sino que le digas que no sientes nada por ella y que te equivocaste mucho y bla bla. -lo miré tratándolo de convencerlo-
—Por eso eres mi mejor amiga, me entiendes en todo y tienes una respuesta para todo. –se sentó al lado mío con una sonrisa dibujada en su rostro recién lavado-
—Lo sé, soy la mejor –sonreí arrugando la nariz en forma victoriosa-
—Creída. –me dijo pegándome despacio en el hombro, lo miré depositando una mano en mi pecho en forma de parecer ofendida- ¿Hamburguesas y papas fritas hoy a la tarde? –me guiñó un ojo-
—Toda la vida sabes que no me negaría ante eso. –miré al techo acomodando mi pelo-
— ¿Dónde quedó eso de que ibas a ser vegetariana? –se burló- No podrías jamás.
— Si seguís tratando de ofenderme juro que comerás hamburguesas por el resto de tu vida solo y sin mi. –le saqué la lengua- Sufrirás, Kaulitz. Sufrirás.
— No te alejarías de mi ni aunque te pagaran. Me amas mucho mucho mucho mucho –repetía- ¿Sabes cuánto me amas? –me preguntó sonriendo-
— No –pronuncié ya sabiendo lo que me contestaría-
—Mucho, mucho. -seguía diciendo y comencé a reírme de la estupidez que decía.Cuando dejamos de hablar y todo quedó en silencio, me sentí un poco incomoda por la forma en la que me miró. No entendí tampoco a mi estómago que parecía que se retorcía allí adentro causando un fuego intenso que me quemaba internamente.
Quería irme, así que rápido me fijé la hora y le comenté a Tom que ya era hora de irnos.
Agarramos nuestras mochilas y luego bajamos a despedir a la mamá de Tom. Simone, una buena y gentil señora. Divorciada al igual que mi padre, pero juntada nuevamente con un señor llamado Gordon.
—Nos vemos má -dijo dándole un beso en la mejilla-
—Adiós -hice el mismo gesto-
—Adiós. ¡Se cuidan! –gritó apenas salíamos del comedor-
Salimos de la casa de él hablando sobre su querida banda, Devilish. Desde luego que Bill estaba en ella, y ocupaba un lugar muy especial siendo el cantante.
Me contaba que estaba ensayando mucho con su banda y tenían pensado en tocar en algún bar en un futuro. Lo último nos emocionaba a los dos porque proyectábamos un futuro siendo él famoso, y yo acompañándolo con papas fritas o una cerveza.
También comentó que quería comenzar el gimnasio, pero no tenía dinero como para poder proponérselo por eso mismo iba a comenzar a trabajar en lo primero que encuentre. Le prometí que iba ayudarlo respecto a buscar trabajo.
Después de unas largas cuadras llegamos a la escuela.
Escuela... maldita sea.
—Luego nos vemos, ¿esta bien? –me dijo con un tono medio confuso y cansado porque Kate estaba a unos cuantos pasos delante de nosotros mirándonos-
—Vete y arregla todo que después hablamos. –le guiñé un ojo y luego me besó la frente-
— Te quiero pequeña, cuídate y saca buenas notas.–sonrió-
Yo asentí riéndome por lo último y él se alejó de mi moviendo su mano.
Me quedé viéndolo mientras se acercaba a Kate y fue cuando su rostro cambió al estar frente de ella. También ví cuando él le dijo unas cuantas palabras, al mismo tiempo cuando a la chica se le llenaron los ojos de lágrimas y salia corriendo.
Tom me miró con una sonrisa a lo lejos y me guiñó un ojo.
Sonreí como una estúpida.
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My best friend
Teen FictionCon 16 años de edad, Emma Wilder, vivía en los suburbios de la adolescencia. Literalmente, rodeada por las personas que más quiere: su padre y sus mejores amigos. Hace un tiempo, un sentimiento nuevo recorre su cabeza. El Amor. Un sentimiento to...