Parte única

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El bajo de la cortina se arrastraba suavemente sobre el parquet del suelo, agitado por la cálida brisa de la mañana. La luz del sol entraba por el balcón abierto, recortando un cuadrado a sus pies. Magnus maldijo al sentir que la iluminación le hacía daño en los párpados. Se removió en busca de protegerse del sol, pero se quedó quieto como una estatua cuando sintió una respiración en su cuello, una mano sobre su cintura y una pierna sobre sus muslos. Se sentía tan correcto que quiso volver a caer dormido, pero su conciencia por fin le sacudió y abrió los ojos, apurando fuera de ellos al sueño.

Alec dormía plácidamente sobre él, con el pelo revuelto rozándole la mandíbula a Magnus y los labios partidos en respiraciones dulces. Tenía baba seca en la comisura, legañas en los ojos y, la mejor parte, marcas que la noche anterior habían sido rojas y por la mañana se habían tornado moradas repartidas a lo largo del lado de su cuello descubierto. Estaba completamente desnudo, únicamente cubierto a la altura de la cintura por la delgada sábana. Sus largas piernas se escapaban de esta última y tenía un pie bajo la pantorrilla de Magnus, en busca de calor.

No pudo evitar quedarse unos segundos, incluso minutos, contemplándole. A su mente volvió el recuerdo de lo que pasó la noche anterior: Alec le había llamado por teléfono cómo lo habían estado haciendo desde que empezaron esa cosa entre ellos, Magnus le había invitado a su casa para tener sexo —o ese había sido el plan inicial, como siempre— y Alec había llegado más tarde por la tormenta en el exterior, sonrojado por la carrera y goteando sobre su felpudo. Magnus había estado viendo una película pensando que ya no vendría cuando le abrió la puerta. Alec había sonreído de la emoción al encontrarse que era una de sus películas favoritas —Descubriendo Nunca Jamás— después de deshacerse del abrigo y, en vez de ir directamente a los labios o al dormitorio de Magnus, se había sentado en el hueco que siempre quedaba libre junto a Magnus en el sofá y sacado los zapatos para así poder subir los pies y meterlos bajo su trasero para hacerlos entrar en calor. Magnus se había quedado de pie, dudando, pero finalmente, se había dejado caer junto a él. Estaba sorprendente complacido por cómo habían acabado las cosas mientras la película avanzaba, pero sospechaba que el sexo no iba a llegar esa noche teniendo en cuenta cómo acababa esa película.

Sin embargo, la película acabó y a pesar de que los ojos de Alec estaban un poco enrojecidos, él se inclinó sobre él, poniéndose de rodillas sobre el sofá, y lo besó necesitadamente, empujándolo contra el respaldo para que se tumbara. Magnus se dejó llevar y lentamente, la tristeza de la película fue sustituida por el calor en la base de su estómago al sentir cómo Alec se sentaba a horcajadas sobre él y tiraba de su cabello para profundizar el beso. Abrieron sus bocas para que sus lenguas se encontrasen húmedamente mientras los créditos seguían bajando en la televisión y la tormenta golpeaba el cristal de la ventana. Magnus era consciente de cada tramo de piel en contacto con la de Alec: sus narices rozándose con cada movimiento, los dedos de Alec levantando su camiseta y rozando de esa manera su estómago duro con sus nudillos aún fríos, los labios de Alec abajando pausadamente hacia su mandíbula, siguiendo un camino invisible hacia su cuello. Alec le apuró para que se deshiciese de su camiseta, succionando fuertemente en su cuello, arrancándole un gemido que se alargó cuando la tela desapareció y fue remplazada por manos frías, exploradoras, que hicieron que algo se mantuviera aún más firme en el interior de sus pantalones. Alec sonrió presuntuoso en su cuello, frotándose contra él de una manera deliciosa.

—Jódete —gruñó Magnus, agarrándole de las caderas.

Alec separó el rostro de su cuello solo para mirarlo, labios rojos e hinchados, pupilas dilatadas devorando el iris azul, y le guiñó un ojo, deslizando un dedo tentador a lo largo de uno de sus pectorales.

Fallin' All In You « malecWhere stories live. Discover now