Son las 5 de la tarde y, aunque quiero mucho a mi tía, esta boda se me está haciendo insoportable. Ya llevamos dos horas de "celebración", y lo digo entre comillas porque la fiesta se reduce a todos los invitados hablando en voz baja entre ellos mientras juegan al criquet, cuyo juego encuentro realmente absurdo, por no decir que se me da fatal.
Decido dejar de deambular sola por el prado y me acerco a mi madre, que está hablando con unas primas suyas, Kath y Amy.
-¡_____! ¡Qué guapa y grande estás! Hacía muchísimo tiempo que no nos veíamos- Exclama Kath después de darnos un efusivo abrazo.
Mientras saludo con alegría a Amy, digo- Sí, la verdad es que el tiempo ha pasado volando desde que vine la última vez, ¡4 años ya!
Y aunque son un par de años mayores que yo, nuestra interacción se acaba ahí, ya que siguen hablando con mi madre sobre la bolsa y su desmesurada subida.
Al principio intento concentrarme en la conversación, pero después de 10 minutos hablando sobre que ésta economía nos va a hundir, me rindo y decido volver a mi anterior tarea de observar a los invitados que juegan al criquet (tarea que de repente me ha parecido más interesante que hace 15 minutos). Cuando me dirijo a mi anterior puesto, me cruzo con mi tía, que todavía sigue saludando a los más de 200 invitados de su boda.
-¡Jay, por fin te veo! Parece mentira que hayan pasado dos horas y todavía no hubieras sido capaz de acercarte a tu sobrinita que tanto te quiere.
-Ay _______, cariño, perdóname. Pero ya sabes que este es el deber de la novia, sonreir y saludar mientras se está muriendo de dolor en los pies por caminar con tacones por el campo.- dice Jay haciendo una mueca que me hace reír a carcajadas-
-No importa, no te preocupes- digo con una sonrisa- Por cierto, ¿te importa si pongo la música de mi iPod? Esta música es un coñazo, y te prometo que nada de rap.- digo mientras levanto mi mano derecha.
Mi tía se ríe y me dice- Claro, ve a la caseta y haz lo que tengas que hacer. ¡Ahora me voy que el deber me llama!- y se va corriendo sin darme oportunidad de despedirme.
Después de coger el iPod y el cable, me dirijo a la caseta para encargarme de que la fiesta realmente empiece cuando me choco con alguien.
-¡¡¡Louis!!!- digo mientras salto a los brazos de mi primo.
-¡______, pequeña! ¡Cuánto tiempo!- dice mientras me llena la cara de besos como solía hacerme de pequeños.- Te prohibo que pases tanto tiempo sin hablarme.
-¡Oye, que yo suelo llamar a tu casa siempre que puedo! Pero ya sabes, con eso de que estás de gira un día Jay me dice que estás en Panamá, y al siguiente que estás en Italia. Aunque no te preocupes, yo te entiendo, son cosas de adolescentes, a mí también me suele pasar...-
Louis suelta una fuerte carcajada y en ese momento me doy cuenta de lo mucho que le he echado de menos. Me abraza y me dice- Te he echado mucho de menos, pero ahora me tengo que ir porque le prometí a mi madre que la iba a acompañar mientras saludaba a los invitados y, por la excusa que le di, ya llevo como media hora en el baño.-
Suelto una fuerte carcajada y nos despedimos con dos besos, me dice que más tarde me busca de nuevo y yo sigo mi camino hacia la caseta. Una vez cambiada la música, me dirijo otra vez a buscar a mi madre. La verdad que todo está muy bonito y bien organizado. Al lado de la caseta hay un gran escenario, y justo en frente de este hay un espacio bastante grande para bailar. Cuando miras a la izquierda ves el campo para jugar al criquet, donde están la mayoría de los hombres, y cuando miras a la derecha ves más de cien mesas redondas y, al lado, el bufet que ahora mismo consiste en canapés, botellas y botellas de champán y muchos platos de jamón serrano, que es la octava maravilla según mi tía.
Cuando al fin llego a mi madre, que está sentada en una de las sillas, me acerco a ella y me siento en la silla de al lado.
-Mamá, necesitamos arreglar esta fiesta. No puedo aguantar más tiempo viendo como pasan las horas y lo único que hacen es jugar al juego ese.- me quejo- ¡Y es que encima tengo hambre y nadie se acerca a comer!
Mi madre se ríe y contesta- Si tienes hambre ve a comer, si la comida está alli es para eso, no para que se ponga mala.-
-No, no. Mejor espero a que alguien vaya primero. Me mantendré al acecho.- contesto y me quedo sentada fingiendo que me interesa el partido, pero mirando por el rabillo del ojo a la mesa de vez de en cuando. Estoy pensando en mis cosas cuando de repente empieza a sonar una de mis canciones favoritas, 18, y no puedo evitar mirar a mi madre con una sonrisa y empezar a cantar y a bailar sentada en mi sitio. Me gusta hacer esto. Me gustar estar a mi bola y ser espontánea. Me gusta poder sentirme libre de poder cantar y bailar mi canción favorita cuándo y dónde quiera. Pero mi repentina actuación se ve cortada cuando un grupo de chicas se acerca a nosotras y empieza a hablar con mi madre sobre, como no, la bolsa y su desmesurada subida. ¿Es que esta gente no sabe hablar de otra cosa? Así que, con una disculpa y una sonrisa, me retiro hacia la mesa donde está la comida, dándome completamente igual ser la primera en acercarme.
-¿Te lo estás pasando bien?- Pregunta una voz detrás mía mientras peleo por coger una aceituna con un palillo.
-Oh, sí sí- miento mientras la frustración me va ganando a medida que no consigo coger la puñetera aceituna con el puñetero palillo. Maldito protocolo.
Pero de repente el chico coge una aceituna con la mano y me la ofrece. Me río y la cojo mientras le doy las gracias. Y cuando me la meto en la boca mientras miro a mi héroe recoge aceitunas, casi se me olvida cómo respirar. Y no por que el chico que estaba ahí fuera Harry Styles, sino porque su belleza me cogió desprevenida y se sintió como una bofetada de admiración. Esos ojos esmeralda me cautivaron y de verdad que sentí como si no me hiciera falta ninguna aceituna ni ningún tipo de alimento nunca más para poder sobrevivir. Y esa sonrisa. Esa sonrisa estaba segura que debería estar en el diccionario al lado de la palabra "perfección". Ninguna descripción haría falta, solo la imágen de esa sonrisa.
Y de repente reacciono y me doy cuenta de que debo lucir como una completa estúpida, así que digo lo primero que se me pasa por la cabeza- ¿Y tú? ¿Te lo estás pasando bien?- Alivio recorre mi cuerpo al ser consciente de que por lo menos dije algo coherente.
-Bueno, la verdad es que el criquet no es uno de mis juegos favoritos, y por lo visto tienen pensado jugar por un largo tiempo más- y ríe. Y juro que siento que no hay nadie más al rededor, sólo él y su perfecta risa. Y hago lo más sensato que puedo hacer en este momento y, a decir verdad, lo único que me veo capaz de hacer, unirme a su risa.
-Me alegra saber que no soy la única que se le está haciendo un poco pesada esta fiesta.- me fuerzo a decir con una estúpida sonrisa en mi cara.
-No, tranquila que no eres la única. Y menos mal que alguien cambió la música, que si no estaría totalmente perdidio- admite riendo.
-Oh, bueno, eso ha sido obra mía, así que de nada.- Digo con un tono de broma.
-¿En serio? Gracias, muchas gracias. Eres mi heroína.- Dice riendo mientras me hace una especie de ola. Yo río cuando me veo interrumpida por una voz a lo lejos que lo llama y le avisa de que llegó su turno de jugar.- Bueno, el deber me llama, así que nos veremos luego.
-Claro, hasta luego.- Sonrío como una estúpida, otra vez, y me despido con la mano mientras él se da la vuelta para seguir caminando. Y es entonces cuando me doy cuenta de que no se ha presentado. Y ese pequeño detalle me hace caer de golpe a la tierra y me hace darme cuenta de que es una persona famosa, reconocida por todo el mundo, y él lo sabe. Y, por lo que ese insignificante gesto me ha podido revelar, es lo bastante creído como para poder presentarse.
Y cuando mi admiración está casi al 99% de ser convertida en asco, se para, se da la vuelta, se acerca a mi, me tiende la mano y me dice- Por cierto, soy Harry.-
Y, mierda, estoy volando otra vez.