La Última Diosa

Pasado Sellado

Ella aún podía evocar el prístino viento impactando contra su rostro, la cadencia de sus pasos al danzar entre los cánticos que en su nombre entonaban los valientes guerreros antes de marchar a la guerra; y el ritmo de las espadas chocando resonaba suavemente entremezclándose con los sonidos de la noche que la envolvía; sensaciones que aparecían bajo el pueril disfraz de la nostalgia... sin embargo, la añoranza de una suave y cálida caricia era la que se robaba cada uno de sus sentimientos y hacia que se le erizara la piel al recordarlo.

Aquellos besos y encuentros prohibidos de los que hizo su día a día... escenas de un pasado que no quería dejar atrás; una dicha robada y negada por los suyos, una felicidad que amaba atesorar... pero el tiempo no había hecho más que profundizar esa herida, y ahora, siglos después era el momento en que la diosa guerrera debía morir, para dar paso a la doncella. Para permitirse una nueva vida.

Sonaba ridículo, y era egoísta. Pero estaba cansada del dolor, del vacío.

Estrujó una vez más la pequeña esfera entre sus dedos, deleitándose con el pasado, y luego la depositó dentro del cofre de madera para sellarlo después.

La diosa cerró los ojos, respiró profundamente y dejó la llave sobre el buró, al lado del cofre de sus viejas memorias; caminó pausadamente hacia la puerta, y a punto de alcanzar la manija, algo dentro de ella le exigió girar de inmediato, pero cuando sus hermosos ojos dorados buscaron frente a ella, aquel extraño sentimiento que la orilló a girar, había desaparecido.

Como todo lo que conocía.

Como todo lo que una vez amó.