La Promesa.

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Era una escena nostálgica, nosotros dos, tomando algo en lados opuestos de una mesa.

Primero fue leche, luego jugo de manzana, refresco, alcohol, y ahora café. Una bebida que señalizaba que ya no eramos niños. Pero que seguíamos siendo mejores amigos. Aún después de no habernos visto en 5 años.

-Es bueno volver a verte y saber de ti, Jack. -Había una fina melancolía en su voz junto con algo más.-Aún después de lo que pasó.

La culpa tiñó sus ojos, pude ver que aún se resentía.

-Hey, no hay que echar a perder la atmósfera de nuestra reunión, Marco. Yo te he perdonado hace mucho, si es que hay algo de que perdonarte. -Disparé un proyectil hecho con servilletas a su frente. El lo atrapó.

-Hemos estado muy lejos de este lugar. ¿No es así, rojo? -Miró hacia la calle, afuera de este café al que veníamos siempre después de clases a charlar. Sonreí al apodo que me ganaba por la sangre en mi camisa blanca de la escuela.

Nunca fui bueno evitando problemas. Si lo hubiera sido, tal vez nunca la hubiéramos conocido.

-Si, para empezar al fin este maldito lugar tiene sillas cómodas. Mi trasero lo agradece. -Intentó contener la risa, falló miserablemente. El siempre fue el más serio de los dos.

Es por eso que era un cientifico con varios libros escritos, con una carrera prominente. Viajando a todas partes del mundo, una vida ocupada. Sin embargo aquí estaba, siempre dispuesto a tomarse un café con su viejo amigo.

-Leí tu ultimo libro. En serio, darle a tus personajes principales un final triste parece ser un mandamiento inquebrantable para tí. -Apuntó al libro en cuestión que sacó de su maletín. -No te mataría dejar a los pobres tipos con la chica al final.

Me reí. Era cierto.

-Lo haré cuando tus libros sean best sellers. -Le respondí, el alzó sus manos en el aire y murmuró un "touché".

Nos reímos a carcajadas. Algo que por lo visto en su rostro no había hecho en mucho tiempo. No que yo lo hubiera hecho tampoco.

Su expresión cambió a una pensativa, luego a una de duda. Rascó su despeinado cabello castaño. Lo he conocido de toda la vida. Estaba preguntándose si decir o preguntar algo que posiblemente no me gustaría.

-Marco. Te he conocido por 24 años. 5 años en los que no nos veamos no cambian tus gestos. Escupe. -Ordené, tomando desinteresadamente un sorbo de mi capuccino.

Dudó por un momento, antes de hablar.

-El interés romántico del protagonista en este libro. No solo en este, en muchos otros de tus libros...

Cerré mis ojos, y deje que mi sentido del gusto se entregara al sabor amargo del café. No tan amargo como el recuerdo que esta por venir.

-... se parecen a Abril. Gestos, palabras, expresiones. -Puso el libro en la mesa.

Suspiré profundamente. Era un nombre que no había querido escuchar en 5 años.

-Ese día, hace 5 años en este mismo café. Cuando ella nos citó aquí a ambos.-Le interrumpí.- Antes de que ella llegara, me hiciste prometer algo. -Lo miré directo a los ojos, ese verde confiable que se mantenía desde nuestra infancia. -¿Recuerdas esa promesa?

Asintió sin perder contacto con el gris que veía en mis ojos.

No era necesario repetirla.

Promesas y Decisiones.Where stories live. Discover now